miércoles, 24 de diciembre de 2014

PENSAR LA CIUDAD. (Nuevas Herramientas para la Regeneración Urbana)

Los días 10 y 11 de diciembre de 2014 se celebraron unas jornadas bajo el nombre de Pensar La Ciudad, fueron micro ponencias sobre experiencias de participación  y talleres de metodología y aplicación a casos concretos. Fueron organizadas, en la Térmica, por el colectivo Malakaton, compuesto por tres arquitectos/as (Raúl Fernández Contreras, Víctor González Vera y Nuria Nebot Gómez  Salazar) preocupados/as por la calidad del espacio público para conformar una ciudad amable para todos.

Aunque al final diré quienes intervinieron, la sorpresa fue mayúscula, poder asistir a un alarde de imaginación, honestidad, buen hacer e impulso de la convivencia y la participación, no es usual en estos tiempos, aunque lo fuera en otros. Asistir a debates de sensibilización de la ciudadanía respecto al valor del espacio urbano, teniendo como marco de trabajo el área de las relaciones y la convivencia y colaboración entre las personas, el reconocimiento del poder de los habitantes en la conformación de la ciudad, sabiendo leer sus deseos, emociones , necesidades y capacidades , cuando menos resulta alentador.

No creo que exista otro camino para refrescar y refundar este urbanismo, por el que tanto peleo. Creo que es necesario sacarlo de su letargo, de su  elitismo y tecnicismo injusto y trasnochado en que está inmerso, y para ello es necesario, entre otras cosas, apostar “por nuevas maneras de hacer ciudad a través de experiencias reales de participación ciudadana en los que la implicación de múltiples agentes (administración, técnicos y ciudadanos) obtengan resultados satisfactorios”.

No voy a repetir, lo que voy diciendo en otras entradas de este Blog. Pero si repetir una vez más que la ciudad acoge e incluye, nunca excluye. Si sabemos pararnos y observar en silencio veremos surgir la ciudad real, con sus deficiencias y sus grandezas, con sus mitos y sus relatos, y desde esas experiencias de humildad sabremos obtener el conocimiento profundo del espacio urbano, sobre todo de la espaciosidad que la envuelve.

No me interesa la ciudad impostada, esa que va colocando “productos”  sobre el tablero, en base a teorías  interesadas por el capital o por políticos sucursalistas de este. La ciudad que me interesa es la que se  autoorganiza desde la experimentación de transformaciones e intereses colectivos e individuales, no siempre “estratégicamente razonados”, sino a impulsos de sueños, resolución de necesidades, disensos,….Iniciativas ciudadanas que pasan por la creación de nuevas empresas, cooperativas, asociaciones, estructuras informales que reclaman nuevas posibilidades. Este es el caldo de cultivo desde el que podemos entender la ciudad, que al igual que la vida, la ciudad es vida, coopera para florecer  y también para saber morir y renacer.

Vengo repitiendo que es necesario canalizar el “pensamiento social” en la construcción de la ciudad. Detectar esos microorganismos que mediante una “terapéutica urbanística”, a modo de acupuntura urbana, van construyendo un micourbanismo del que surge lo más valioso en términos de bienestar y felicidad, lo que hace que determinados espacios urbanos nos guste más que otros. Para ello debemos dotarnos de protocolos y métodos de participación y colaboración en los procesos urbanos, de capacidades de mediación.

Es nuestra forma de pensar la que construye las formas urbanas, la que diseña las comunidades. El derecho no construye, solo dota de legalidad lo que nuestro pensamiento honesto y ético ha impulsado y creado. La ciudad esta llena de lazos de confianza, de redes de sinergia, de mapeos de iniciativas,  emociones e intimidades, de identidades simbólicas, mitos, relatos y empoderamientos. Y para poner sobre el tablero urbano esta ciudad necesitamos un urbanismo alternativo.

La ciudad es de la ciudadanía, los barrios son de sus habitantes, generan la praxis, crean redes cotidianas no solo desde la perspectiva de la producción sino también desde otras perspectivas, como son las de genero, ancianos, niños, jubilados, parados, dependientes…..

Hay que devolver el conocimiento a la sociedad y mejorar la ciudad desde ese nuevo conocimiento. De estas cosas y de otras muchas más nos hablaron  colectivos, organizaciones, y profesionales que hoy están impulsando nuevas vías para un nuevo urbanismo, un urbanismo de las personas:

http://malakaton.es/ Propuestas Urbanas para el peatón
#Ruth Sarabia. Directora General del Área de Participación Ciudadana,          Ayuntamiento Málaga.  www.participa.malaga.eu
# Carlos J. Rosa, Juana Sánchez. Profesores Escuela de Arquitectura, UMA.
# Esaú Acosta. VIC (Vivero de Iniciativas Ciudadanas), Madrid.                          www.viveroiniciativasciudadanas.net
# María Toro, Luis Peláez. Estudio Atope, Jaén.                                                     www.estudioatope.com
# Ana Belén López. Cartografías del Deseo, Madrid.                                             www.cartografiasdeldeseo.com
# Jon Garbizu, Camila Diniz. Todo por la Praxis, Madrid.                                    www.todoporlapraxis.es
# Adriana Ciocoletto. Col·lectiu Punt 6, Barcelona.                                               www.punt6.wordpress.com
# Mar Márquez. Educación Social, Barcelona.
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martes, 2 de diciembre de 2014

EL CUIDADO DE LA CIUDAD

La tradición urbanística ensaña que la ciudad esta a medio camino entre el entendimiento teórico y la inconsciencia, y que su instrumento de trabajo no es  ni la teoría mental (el “deber ser” del derecho o el marketing), ni la arquitectura industrial o artística sin mas, sino la creatividad terapéutica y la imaginación participada. La ciudad no es “deber ser”, sino “ser”. Para mí, la terapia urbanística consiste en llevar esa creatividad e imaginación  a los dominios urbanos que están desprovistos de ella  y se expresan por tanto, en forma de síntomas.

Aliviar los síntomas y mejorar las relacione son dones de la urbanística. En nuestra época somos particularmente esquivos a ello, porque no nos lo creemos, y por lo tanto no le asignamos lugar alguno  en nuestra jerarquía de valores a la terapéutica urbanística.. Hemos llegado a la situación de reconocer la ciudad solamente  cuando se queja en exceso, cuando se agita, perturbada por el descuido y el maltrato, cuando  nos hacer sentir su dolor. O cuando la política dominante quiere imponer normas legales que en nada responden a los síntomas de la ciudad y de los territorios, sino que responden mas bien a meros caprichos demagógicos mas cercanos a un poder idiotizado que a la creatividad necesaria para resolver  los síntomas de la ciudad.

Es frecuente entre los profesionales diversos que actúan en la ciudad, comentar que vivimos una época de profundas divisiones y crisis disciplinarias, en las cuales la teoría esta separada del cuerpo real urbano, los ciudadanos, y donde la urbanística ha perdido la capacidad de entender, ni saber que hacer con el material que conforma la ciudad. La cuestión es como salimos de esta escisión. No podemos superarla solamente “pensando”, porque el pensamiento es una parte del problema. Lo que nos hace falta es otra forma de superar esas actitudes dualistas. Necesitamos una tercera posibilidad y esa tercera posibilidad es volver a la terapéutica urbanística.

En el siglo XV, Marsilio Ficino lo expresó de la manera más simple posible. Las ideas, el pensamiento, el acto de “pensar” en solitario tiende a irse, a desaparecer, como si no tuviera nada que ver con el mundo real. Puede que el mundo real sea una proyección de nuestro pensamiento pero de nuestro pensamiento activo, no de nuestro pensamiento pasivo o ajeno a la realidad. Al mismo tiempo la materia urbana puede ser tan absorbente  que nos quedemos atrapados en ella y nos olvidemos de la esencia, de la verdad profunda de la ciudad. Lo que necesitamos decía el pensador renacentista  es “profundidad”, manteniendo la unión entre las ideas y la vida real de las ciudades.


Lo  que vengo desarrollando a lo largo de muchos artículos de este Blog es un programa para reincorporar la ciudad a la vida. La idea no es nueva. Lo que hago es recuperar ideas antiguas  para que sea aplicable por nosotros en este preciso y decisivo periodo de la historia. La idea de una ciudad centrada en la profundidad de la vida se remonta a los primeros días de nuestra cultura. Se ha esbozado en todos los periodos de nuestra historia: en los escritos de Platón, en los experimentos de los renacentistas, en la correspondencia y la literatura de los poetas románticos,  en Freud quien nos dio un atisbo de un mundo subterráneo psíquico lleno de recuerdos, fantasías y emociones  y en el gran maestro Jung hablando directamente del mito y de la esencia profunda de la ciudad, su alma,  recordándonos que teníamos que aprender mucho de nuestros antepasados. Lo que se pretende no es otra cosa que volver a poner la ciudad en el centro mismo de nuestras vidas , la ciudad o es vida o no es nada, pura retórica mercantilista y demagogia interesada y engañosa.

lunes, 10 de noviembre de 2014

UN ENFOQUE HUMILDE DEL URBANISMO

Es imposible definir con precisión qué es la ciudad, en el sentido “profundo” de su termino, no en su visión escenógrafa o frívola. En todo caso, la definición supone un quehacer intelectual  y la ciudad en la mayoría de sus casos prefiere ser imaginada. Intuitivamente sabemos que la ciudad tiene que ver con la autenticidad y la profundidad, como cuando se dice que cierta música tiene alma o que una persona notable está llena de alma. Asimismo a los urbanistas nos debe interesar no perder el “alma” de la ciudad, la plenitud urbana que expresa. Cuando examinamos de cerca el concepto de “plenitud de ciudad”, vemos que se relaciona con la vida urbana en todos sus aspectos. La ciudad se revela en la conversación, en la comunidad, en la comunicación interior, en la intimidad, en los afectos que genera, en las relaciones que produce, en la igualdad que trasluce, en sus esquinas, paseos o añoranzas. Es tan poliédrica como la vida misma y llena de múltiples miradas, de ahí su complejidad y su sencillez.

En los urbanistas contemporáneos se percibe,  no por tacita menos clara, un tono de salvación de la ciudad, en el que está implícito que si hiciéramos lo que ellos  nos aconsejan se terminarían nuestros problemas. Pero la ciudad tal como la concibo  aunque si es un objeto de aprecio y necesidad, nunca debe ser considerada como una obra de arte, ni tampoco prometer el cielo. Los urbanistas podemos ofrecer recetas para vivir bien  y sugerencias para una filosofía urbana realista y practica. Este enfoque mas humilde es el que a mi me interesa, que acepta las debilidades de la ciudad y que considera la dignidad y la paz  como cosas que emergen de esa aceptación de la condición humana más que de cualquier método o intento urbanístico por transformarla radicalmente. En ese sentido mis textos son guías que ofrezco sobre una filosofía de ciudad llena de alma, técnicas para encarar los problemas mas cotidianos  sin afanarse por la perfección  o la salvación de la ciudad.

Durante mis muchos años de practica urbanística, me ha sorprendido comprobar cuanto han aportado a mi trabajo profesional mis estudios en economía, psicología, arquitectura, geografía, sociología,  filosofía, arte, arqueología o salud. Su influencia ha sido evidente en mi practica y en mis textos, y he seguido la tendencia muchas veces de recurrir a la mitología  en busca de profundización, interesándome sobre todo en aquellos autores que han aplicado su filosofía rica en imágenes y su marcado carácter interdisciplinario a los asuntos mas ordinarios de la vida de las ciudades, tales como: Jane Jacobs, Andrés Duany, F. Law Olmsted, Kevin A. Lynch,  Lewis Munford, W. H. Whyte, Jan Gehl, Howard, Robert Owen, Charles Fourier, Tony Garnier, Otto Wagner, Patrick Geddes, Stan Allen, M. Sola Morales, I. Cerdá, Arturo Soria, García Mercadal, Carlos Mª Castro, Secundino Zuazo....etc.

En sus estudios sobre alquimia, Jung decía que la obra se inicia y concluye con Mercurio. Creo que su recomendación es valida también en el urbanismo. Mercurio es el dios de las ficciones, las mentiras, de los embusteros, los ladrones y los prestidigitadores. La idea de la practica de la ciudad se presta a una sinceridad, permítanme decirlo, “adornada y pretenciosa”.  Yo con frecuencia digo que no debemos seguir  tan seriamente la “sinceridad excesiva”, la sinceridad siempre tiene algo de pretenciosa y manipuladora. Una dosis de Mercurio es necesario para que nuestro trabajo de urbanistas siga siendo honrado y menos demagógico. No debemos seguir tan seriamente la “sinceridad” siempre tan subjetiva, tan propia de demiurgos, incapaces de bajar a la arena, participar, y aceptar otras propuestas e ideas que no encajen con su “sinceridad”. De alguna forma algo de “ficción” también tiene la ciudad. Nadie conoce los “secretos” de la ciudad en la medida suficiente para hablar autorizadamente de ella a los demás ciudadanos.

viernes, 7 de noviembre de 2014

SOBRE EL CONCEPTO “PROFUNDO DE CIUDAD”

El gran mal del urbanismo durante gran parte del siglo XX y de lo que llevamos de este siglo, que forma parte de nuestras angustias mas cotidianas  y nos afecta a todos individual y colectivamente, es la perdida del concepto “profundo de ciudad”, una de las muchas circunstancias por las que vengo reclamando desde hace tiempo la necesidad de refundar gran parte del urbanismo actual. Cuando se descuida este concepto, la ciudad no desaparece, la ciudad sigue existiendo, pero se manifiesta de otra manera, llena de adiciones, obsesiones, violencia y perdida de sentido. En el mejor de los casos los urbanistas sin darse cuenta y en otros casos aprovechándose de la situación, caen en la tentación  de aislar solo estos síntomas  o tratan de erradicarlos uno a uno, escondiéndolos, obviándolos o aplicando tratamientos traumáticos de cirugía muy agresiva bien valoradas por los grandes sistemas financieros e inmobiliarios, pero la raíz del problema es que hemos perdido nuestra sabiduría  sobre la ciudad, e incluso nuestro interés en ella.


Hoy día tenemos pocos especialistas  sobre la ciudad que nos puedan aconsejar cuando la ciudad sucumbe ante los cambios, los conflictos, las crisis, la obsolescencia de alguna de sus partes o se produce dolor emocional en sus habitantes, o cuando  se ve enfrentada  a una multitud de amenazadores males. Pero en nuestra historia urbana y territorial (por mucho que les pese a algunos una parte muy importante del territorio siempre ha estado intervenido por procesos de humanización)  hay notables ejemplos  de comprensión  intuitiva, dotados de mas o menos reflexión objetiva, de estos temas por parte de urbanistas (de diverso signo profesional) que escribieron explícitamente sobre la naturaleza  y las necesidades del mundo urbano. De modo que podemos recurrir al pasado  en busca de guías, propuestas o actos urbanos, que nos permitan recuperar esta sabiduría del pasado, la historia urbana, de manera que a través de ellos accedamos a nutrirnos de conocimientos y practicas, teniendo en cuenta la forma en que hoy vivimos y las nuevas posibilidades que disponemos, para demostrar que recuperando el concepto de “cuidar la ciudad” detectando su “profundidad”, podamos encontrar alivio a nuestros males  y descubrir una satisfacción y un placer profundos que en gran parte hoy hemos perdido. 

jueves, 9 de octubre de 2014

SOBRE LA MONOFUNCIONALIDAD DEL CENTRO DE MALAGA.

El lunes pasado en el Ateneo asistí a una mesa redonda sobre la Monofuncionalidad del Centro de Málaga. Sin ánimo de ser exhaustivo, me gustaría exponer las conclusiones que me sugirieron dicho acto. Parte son de mi cosecha y parte de las intervenciones lucidas  de Enrique Navarro, geógrafo y profesor en la Escuela de Turismo, Carlos Hernández, arquitecto y concejal independiente en el Ayuntamiento de Málaga y la presidenta de Asociación de Vecinos del Centro Antiguo.

Todo ello nace del reconocimiento generalizado que el Centro de Málaga hoy no dispone de un modelo eficiente y democrático capaz de enfrentarse  o mejor de ajustarse a la crisis, al turismo, a la contaminación del ruido, a los Museos, Hoteles, a las nuevas dificultades de la movilidad o al impulso de un mercado y de un capital dispuesto a apropiarse de todo con tal de sacar las máximas plusvalías en beneficio propio a costa de lo que sea, generando una burbuja especulativa sin atender a las deseconomias que produce o los costes y daños colaterales que origina y que la Administración actual no es capaz de oponer una racionalidad a dichos mercados. Como suele ocurrir el Ayuntamiento no sabe aprovechar los impulsos de los mercados para extender las plusvalías hacia la colectividad, racionalizando dichos impulsos y gestionándolos en beneficio del máximo de ciudad y de sus ciudadanos.

Brevemente enumero a modo de conclusiones y con gran simplicidad los siguientes aspectos a tener en cuenta en la configuración de un nuevo modelo urbano para el Centro actual:

1.- Ampliar los límites del Centro, incorporando los barrios del norte como el barrio del Mercado de Salamanca, Capuchinos, las faldas del Seminario y Conde Ureña. Barrios que están siendo destruidos por normativas que no reconocen las tipologías y morfologías de barrios históricos de gran  valor popular. Este ejercicio nos llevaría a modificar el actual PGOU, que es un autentico desastre, y a iniciar una nueva lectura mas acertada de la ciudad  que la realizada por el dicho PGOU.

2.- Usar límites e índices de saturación para bares y restaurantes de manera que la competencia desordenada y la ineficiencia no produzcan daños económicos  y una contaminación desmedida.

3.- Realizar modelos de flujos para racionalizar los accesos de turistas y extender sus posibilidades por distintas partes del Centro y de la ciudad.

4.- Mejorar la gestión creando una unidad del Centro que coordine las distintas políticas urbanas sobre el Centro, con la suficiente rapidez y flexibilidad para adaptarse a los procesos de las economías complejas con múltiples variables.

5.- Usar el paisajismo para poner en valor los grandes espacios del Monte Seminario, Gibralfaro, Parque del Cementerio de San Miguel, el Ejido o el Cauce del Guadalmedina como grandes parques de la ciudad y canalizar a través de ellos rutas verdes.

6.- Mejorar la movilidad en beneficio de los habitantes del Centro.

7.- Construir protocolos de participación de los habitantes del Centro para las distintas intervenciones en el Centro.

8.- Luchar denodadamente contra el ruido que impide la habitabilidad en el Centro primera razón de ser de cualquier barrio.

9.- Dotar de equipamientos de barrio al Centro: Educativos, guarderías, sanitarios, deportivos….

10.- Profesionalizar la rehabilitación de manera que no se destruyan el valor de los edificios y el patrimonio del Centro.

11.- Mejorar el Catalogo actual poniéndolo al día.

12.- Adaptar la normativa actual a las nuevas condiciones y experiencias obtenidas a lo largo de estos años.

13.- Defender y poner en valor el patrimonio del Centro, tanto el arquitectónico, pinturas, morfológico o toponímico.

14.- Reordenar la Alameda, el Puerto en sus fases pendientes y el acceso del Metro.

15. Hacer un concurso para definir que hacer con el mercado de la Plaza de la Merced, el Cine Astoria , el túnel y alrededores la milla de oro del Centro de Málaga


Simplemente son quince ideas, claras y nada complicadas, solo necesitamos una Administración dispuesta a actuar ordenando sus propios aciertos.

lunes, 29 de septiembre de 2014

La Ciudad Cuántica. ¿Cómo Estamos Cambiando La Forma De Pensar La Ciudad?

23sep
2014
itaca
Esto es una introducción a la “ciudad cuantica”, pero no te asustes, la presento porque es importante que empecemos a aceptar que la forma de pensar la ciudad está cambiando. La variación radica en el concepto de que las formas de pensar de toda la ciudadanía,  los observadores de la ciudad, la mente subjetiva de la ciudad, tiene un efecto importante sobre la materia urbana, sobre el mundo urbano, y por tanto sobre nuestros objetivos.
Si consideras esta idea, aunque solo sea un instante, empezarás a centrarte y a poner tu atención en lo que quiere la ciudadanía, en lugar de en lo que no quieren, pondrás tu atención y por tanto tu energía en lo que quieren los observadores que será también lo que tú quieres. Porque allí donde pongas tu atención pondrás tu energía y afectaras al mundo material urbano, que por cierto está hecho en su mayor parte de energía.
Los pensamientos crean la ciudad. Si dejamos que el mundo urbano exterior ese que simplemente vemos controle lo que pensamos, éste creará unos circuitos en tu cerebro que te harán pensar como todo lo que conoces de antemano. Crearas más de lo mismo y seguramente peor. Así que para cambiar,  hay que ir mas allá de la materia física urbana, mas allá del entorno, de las primeras apariencias formales, mas allá de esos pensamientos memorizados, en muchos casos erróneos o inútiles que funcionan como programas informáticos instalados en tu subconsciente.
En el pasado los urbanistas al igual que los físicos dividieron el mundo urbano y no urbano en materia y pensamiento y más tarde en materia y energía. Cada uno de estos pares se consideraba distinto el uno del otro
¡ pero no lo son!. Esta dualidad normalmente conformó una visión de la ciudad básicamente predeterminada por diversas razones según la época histórica en que estuviéramos. Podíamos hacer muy poco para cambiar las cosas con nuestras acciones, cosas que tuvieran que ver con la vida de sus habitantes, salvo algunas experiencias urbanísticas minoritarias en donde estas dualidades desaparecieron y se unificaron proyectualmente y menos aún cambiar las cosas con nuestro pensamiento.
Conectar el mundo físico formal exterior y observable de las ciudades  con el mundo interior de cómo piensan, observan, sienten y viven los habitantes siempre ha sido un gran reto para los urbanistas. Muchos coincidiríamos en que el mundo material-formal de la ciudad crea consecuencias que nos afectan mentalmente, no obstante muchos dudaríamos de que la mente pueda producir cualquier cambio físico que afecte los aspectos sólidos, construidos, de nuestras ciudades. Mente y materia aparecen como dos cosas distintas a no ser que cambiemos nuestra comprensión de cómo ambas coexisten.
Este cambio ya se ha producido y para ver de donde surgió no es necesario retroceder demasiado en el tiempo. Desde la época que los historiadores consideran como los tiempos modernos, la humanidad ha creído que la naturaleza del universo y la ciudad como imagen suya, era ordenada y por lo tanto previsible y explicable de forma metódica y repetitiva.
Rene Descartes un matemático y filosofo del siglo XVII fue el defensor del modelo mecanicista del universo, la idea de que el universo está regido por leyes previsibles. Descartes se enfrentó a un autentico reto: la mente humana poseía demasiadas variables como para encajar en alguna ley física. Al no poder unir el mundo físico con el de la mente, aunque tuviera que tener ambos en cuenta, recurrió a un ingenioso juego de palabras. Dijo que como la mente no estaba sujeta a las leyes del mundo físico objetivo, estaba fuera de la investigación científica. El estudio de la materia y sus formas era competencia de la ciencia. La mente al ser un instrumento de Dios, era a la religión a la que le competía estudiarla.
Descartes inicio un sistema de creencias que imponía la dualidad entre los conceptos de mente y materia. Durante siglos esta división se consideró un conocimiento aceptado de la naturaleza de la realidad fuera natural o urbana.
Newton ayudó a perpetuar las ideas cartesianas. El matemático y científico ingles no solo consolidó el concepto del universo como una maquina sino que creo una serie de leyes que afirmaban que los seres humanos podíamos determinar, calcular y predecir con precisión las formas ordenadas con las que el mundo físico funcionaba.
Descartes y Newton establecieron un modo de pensar según el cual la realidad urbana estaba gobernada por principios mecanicistas cartesianos, lo que fue bastante útil en algunos momentos de la historia urbana, pero negaron siempre la capacidad de la ciudadanía, de los observadores para poder influir en los resultados urbanos. En el modelo físico urbano newtoniano todo es materia formal, construcción de formas materiales. Toda la realidad urbana esta predeterminada por ello. Dada esta visión no es extraño que los seres humanos siempre hayan dudado sobre la idea de que sus acciones realmente importaran y mucho menos que sus pensamientos fueran importantes o que el libre albedrío desempeñara un papel en el universo urbano. De hecho muchos siguen considerando consciente o inconscientemente que las personas que habitan en las ciudades son a menudo poco más que victimas
Las ideas de Descartes y Newton prevalecieron durante siglos, fue necesario un pensamiento revolucionario para contrarrestarlas.
A finales del siglo XIX, doscientos años después de Newton., Einstein junto con otros científicos evidenció que la energía y la materia estaban tan inextricablemente ligadas que eran lo mismo, demostró que la materia y la energía son totalmente intercambiables. La energía era mucho más que una fuerza, la energía es el entramado mismo de lo material y responde a la mente. Estas teorías contradecían el pensamiento de Descartes y Newton y marcaba el comienzo del funcionamiento de una nueva comprensión del universo natural y por ende también del urbano.
Einstein no socavo muchas de las antiguas ideas sobre la naturaleza de la realidad. Pero destruyó básicamente sus fundamentos con lo que algunas de las estrechas y rígidas formas de pensar acabaron poco a poco desmoronándose. Se hizo patente que el modelo dualista cartesiano newtoniano era imperfecto.
Hoy somos conscientes que en el mundo físico e igualmente en el mundo urbano, sus componentes son tanto ondas (energía) como partículas (materia física), dependiendo de la mente del observador. A este nuevo paradigma científico se le llamo física quántica.
Estos cambios alteraron por completo la imagen de las ciudades, del mundo urbano, donde vivimos, y la urbanística descubrió que estaba colgada del vacío, cuando creía hasta los años setenta- ochenta del siglo XX que estaba con los pies bien plantados en tierra. El modelo cuantico nos descubrió que las cosas habían cambiado, que la materia urbana se componía básicamente de energía, campos energéticos o patrones de frecuencia de información.
Pero había otro enigma que resolver, la materia y sus diversas formas no parecían comportase siempre igual. Cuando los físicos empezaron a observar descubrieron que los objetos no se regían por las leyes de la física clásica. Los objetos y las formas que ellos tenían no se comportaban de la manera tan previsible que esperaban los físicos, ni eran tan fácilmente reproducibles ni constantes. Así muchas veces los resultados de la realidad urbana se comportaban de una manera imprevisible e inusual, de nada valía a veces mimetizar las propuestas físicas, a veces una misma propuesta física, según el lugar y los observadores, ganaba energía y otras perdía, aparecían o desaparecían y surgían por todas partes variables y resultados que no respetaban los limites del espacio y del tiempo, no traducían adecuadamente los objetivos que pretendía el urbanista o proyectista. ¿Como era posible que existirán leyes distintas para las cosas que se creaban? ¿ como era posible que los resultados  no dieran resultados satisfactorios siguiendo las mismas leyes?
Los físicos quánticos descubrieron que los observadores afectaban la conducta de la energía y la materia. Solo cuando el observador se fija en cualquier localización de un objeto, lo mira y lo piensa, es cuando aparece ese objeto. Un objeto no puede manifestarse en la realidad urbana, ni sabemos como se manifiesta en el espacio y el tiempo, hasta que es observado. A este fenómeno la física quántica le llama “efecto observador”.
Ahora sabemos que en el momento en que los observadores buscan, desean, piensan objetos, cosas, hay un lugar en el tiempo y en el espacio en el que todas las posibilidades se colapsan en un suceso físico. Con este descubrimiento, mente y materia ya no pueden seguir considerándose dos cosas distintas, están intrínsicamente ligadas  porque la mente subjetiva de los habitantes de las ciudades ejerce cambios perceptibles en el mundo físico objetivo urbano.
Todo cuanto existe en el mundo urbano es puro potencial, están en estado de ondas mientras no son observadas. Potencialmente son todo y nada hasta que las observan. Existen por todas partes y en ningún lugar hasta que son observadas. Por lo tanto, todo lo que existe en nuestra realidad urbana existe como puro potencial. La ciudad es capaz de colapsarse en una infinidad de posibles realidades. Si puedes imaginar un acontecimiento futuro, una propuesta basándote en cualquiera de tus deseos, esta realidad ya existe como posibilidad en el campo quántico, esperando que la observes. Tu mente puede influir en la aparición de resultados, en teoría puede influir en la aparición de cualquier posibilidad.
El observador por medio de la atención y el repetido esfuerzo diario podrá usar su mente para organizar una infinidad de ondas de probabilidades en una situación física deseada llamada  “experiencia urbana”. Nuestra mente moldea las posibilidades infinitas de la ciudad como si tratara de arcilla. Y si como hemos dicho la materia esta hecha de energía, tiene sentido que la conciencia (mente) y la energía (materia) estén tan íntimamente ligadas que sean lo mismo. Mente y materia están entretejidas.  Tu conciencia (mente) afecta la energía (materia) porque tu conciencia es energía y la energía tiene conciencia. La ciudadanía es  lo bastante poderosa como para influir en las ciudades porque a nivel básico son energía con conciencia, materia consciente, como la propia ciudad.
La ciudad es un campo de información  inmaterial, interconectado y unificado que en potencia lo es todo y otras veces nada. La ciudad esta esperando a que un observador consciente llegue e influya en la energía en forma de materia potencial con su mente y su conciencia para que la infinidad de probabilidades se manifiesten.
Esto es crucial para entender como puedes producir efectos y resultados o hacer cambios en la ciudad. Cuando aprendemos a mejorar nuestra capacidad de observación, a saber usarla, se esta en el mejor camino de vivir la versión ideal de la ciudad al convertirse en la versión idealizada de la ciudadanía.
La ciudad es un mar de información, que emite patrones  e improntas, que acarrean más información. Nuestras formas cambiantes de pensar la ciudad, de manera consciente o inconsciente modifican a cada instante esta información, formando eso que llamamos entramado urbano o “conexiones de cooperación”. Por lo tanto, si queremos cambiar la forma de hacer la ciudad, hacia otra manera más profunda y positiva de entenderla, tendremos que entender  como funciona y cambiar la mente subjetiva de la ciudad, la de sus habitantes  y cambiar nuestra mente, nuestras experiencias y percepciones, es una cuestión de dejar el hábito de ser el mismo de siempre.

Vicente Seguí Pérez
Economista – Urbanista
Director del Laboratorio de Producción de Herramientas para la Vida (LPH)
Miembro de la  Red de Cooperación Profesional por un Nuevo Urbanismo

Escribe en el Blog “Territorios (Nuestros)” agorademalaga.blogspot.es

martes, 23 de septiembre de 2014

¿ES COMPATIBLE EL CAMBIO CLIMÁTICO CON EL CRECIMIENTO URBANO?

Salvar nuestras ciudades de la contaminación, la ansiedad y el desasosiego podría salir incluso barato. Los informes económicos sobre los cambios y la lucha contra la contaminación y el cambio climático como es el Nuevo Proyecto sobre Economía Climática publicado por el FMI (Fondo Monetario Internacional), afirman que tomar decisiones y medidas radicales para limitar las emisiones de carbono, reducir la contaminación  o cambiar las formas de vida estresantes de nuestras ciudades  apenas tendría repercusiones negativas  para el crecimiento económico.

En los últimos años se han producido tales avances en todos los aspectos en el campo de las energías alternativas, las tecnologías, el transporte o la salud que nos permite plantear que es posible romper el vínculo de desesperanza que existe entre el crecimiento económico y las limitaciones a la contaminación.

El desarrollo de estrategias bien diseñadas de control de emisiones, en concreto poniendo precio a las emisiones contaminantes, sistemas de límites máximos o intercambios comerciales o programas de información sobre la calidad y la salud, costaría mucho menos de lo que los agoreros de la desesperanza climática nos quieren hacer creer. Hoy día sabemos que los efectos sobre el crecimiento  debidos  a estos aspectos de la protección climática no son negativos, más bien al contrario, son mas favorables que lo que se pensaba hace unos años. El más importante de estos beneficios tendría que ver con la calidad y la salud pública de los ciudadanos. La contaminación, el ruido y el estrés provocan muchas enfermedades y estas incrementan el gasto público y reducen la productividad. Una menor cantidad de contaminación nos reportaría grandes beneficios impulsando nuevos aspectos económicos  a corto y medio plazo. De modo que salvar nuestras ciudades de las emisiones de carbono sería barato y hasta podía salirnos gratis.

Hoy día tenemos claro que limitar los aspectos diversos de la contaminación no significa acabar con el crecimiento económico. Esto lo dice gente de derechas  que normalmente afirman que las economías de libre mercado son infinitamente flexibles y creativas. Esta visión es simplemente un excusa fundamentalista para no afrontar los cambios económicos y sociales que hoy día necesitan nuestras ciudades, mejorando a la vez la productividad y la calidad del crecimiento de las mismas..

No comprenden el significado del crecimiento económico. Lo ven como algo físico, como un mero sistema especulativo, de intereses de unos pocos, consistente en producir mas cosas, sin plantearse qué consumir, qué tecnología emplear, la igualdad social que generamos  o la calidad de vida que impulsamos en la inversión de cada euro de PIB.


La desesperanza climática es un gran error y una gran confusión mental interesada. Hoy día las medidas climáticas, de calidad, y de igualdad son compatibles con el crecimiento económico y es una postura realista y pragmática  para el futuro de nuestras sociedades. Es más si algún día conseguimos dejar atrás las ideologías fundamentalistas y los intereses especiales de unos pocos, descubriremos que es la única salida al crecimiento económico y la más barata, y fácil de lo que podemos imaginar.

lunes, 15 de septiembre de 2014

UNA CIUDAD REALMENTE INTELIGENTE NO ES AQUELLA QUE LO CONVIERTE TODO EN MOLDES DE EFICACIA

Existe un cierto consenso en el mundo del urbanismo que paulatinamente se va imponiendo, según el cual la “ciudad inteligente” es mas eficiente,  mas libre de fricciones y mejor gestionada.  Estas ideas han emanado en parte de la propaganda  de empresas como IBM, Cisco o Microsoft y aunque ciudades  como Masdar en Arabia Saudita, Songdo en Corea del Sur o Singapur  nos parecen mas cercanas al taylorismo que al urbanismo, la moda se extiende  y muchos políticos mueren por que sus ciudades sean consideradas “ciudades inteligentes”. No importas cuan polémico resulte este concepto o mejor como de compatible sea respecto al urbanismo.

Da la impresión que las ciudades evitaran sus conflictos mediante análisis de macrodatos, no obstante me pasa como al artista y diseñador británico Usman Haque defiendo las virtudes del desorden, de la inteligencia del ciudadano y la participación en el hacer urbano antes que las “smart cities” como paradigma urbanístico. No es que no haya cosas loables en ellas pero también me gusta que los habitantes puedan hakearlas cuando quieran  y que la etiqueta de ciudad inteligente no sirva para otra cosa que para privatizar los servicios públicos  y condicionar la vida de los ciudadanos, alejándolos más de la construcción de las ciudades.

Una ciudad realmente inteligente no es aquella que lo convierte todo en moldes de eficacia , del más por menos, lema tan impuesto en estos tiempos de austeridad y de ajustes impuestos, sino aquella que es capaz de convivir con su desorden, usar los descubrimientos causales, la espontaneidad , la inteligencia participativa, que se enorgullece de sus limitaciones y sus tiempos, de sus imperfecciones, que no vulnera los derechos de sus ciudadanos, que impulsan la igualdad, la libertad y la intimidad. Las ciudades siempre han sido ingeniosas proezas de la ingeniería, útiles para probar nuevas y asombrosas invenciones, en donde las formas de la vida urbana impulsen la realización social y espiritual que tanto parece escasear en nuestras ciudades.

He defendido mucho en mis escritos la necesidad  de que el mundo rural, el paisaje territorial, el ecologismo inteligente  se introduzca profundamente en las ciudades, esta posición no es heredera de la tradición intelectual de vapulear las ciudades, o de odiar las urbes. La cuestión no es cuan de bonitas son las ciudades sino como de felices son los seres que la habitan.

Debemos incrementar la indagación en los ritmos de vida de nuestras ciudades, en sus rituales sean estos sociales, familiares o laborales. La tecnología,  y la productividad son loable s pero las ciudades nunca se han preciado únicamente por albergar actividades comerciales, o turísticas o productivas, que no quiere decir que no deban impulsarse, pero sustituir las nuevas concepciones tecnológicas por el urbanismo seria lamentable

martes, 9 de septiembre de 2014

INVERTIR EN EL FUTURO DE NUESTRAS CIUDADES.

Seis años después del comienzo de la crisis financiera, el PIB de la mayoría de nuestras ciudades europeas está por debajo del nivel que tenían antes de la crisis. Nuestras ciudades han perdido el liderazgo no solo del conocimiento sino también de aportar respuestas a la depresión actual. Están en peor situación que las de Japon o el Pacifico Asiático después de la crisis financiera de los setenta y ochenta, e incluso que la de la gran depresión de los años treinta. La esperanza de recuperación que se nos vende  no deja de ser grandes números estancados. El desempleo, la desigualdad y la brecha de producción urbana ha alcanzado niveles sin precedentes y las perspectivas de crecimiento de las urbes europeas están muy por debajo de sus posibilidades.

El paro persistente y la emigración del talento implica la amenaza de una generación perdida y la desintegración social, el envejecimiento y la decadencia de las estructuras urbanas y territoriales de Europa. Las medidas aprobadas de austeridad contra la crisis  han demostrado que las soluciones aportadas no han hecho otra cosa  que incidir en nuestros problemas, anular las políticas urbanas y devolver a las ciudades a la tercera división en las estrategias del desarrollo económico europeo. Las reformas estructurales puestas en marcha no han sido otra cosa que ajustes del capital financiero  y políticas monetarias en beneficio de los deudores financieros. El resultado es que hoy ni el sector privado ni el sector público confían en los productos urbanos, y la descapitalización de recursos humanos, de conocimiento y de inversión no está haciendo otra cosa que profundizar en la deflación  y el vacío de ideas.

Por eso hace tiempo que vengo proponiendo un cambio drástico en las  iniciativas urbanas  que den un empujón a las inversiones públicas de capital fijo productivo  y remueva los cimientos de la economía urbana y la administración pública de nuestra ciudades, de manera que se cierre la brecha de la producción actual , se facilite la absorción de jóvenes en el mercado de trabajo en condiciones solventes y se contribuya al crecimiento a largo plazo dentro de nuevos modelos de sostenibilidad y conocimiento. Las ciudades europeas deben volver a impulsar nuevos Pactos por la Estabilidad, la Igualdad y el Crecimiento para salir de la crisis actual.

Esta iniciativa requeriría introducir de forma gradual el aumento de la inversión pública mediante nuevos proyectos productivos y eficientes. Asegurando  la implantación  de infraestructuras metropolitanas y territoriales fundamentales para producir modelos urbanos regionales a largo plazo, con especial énfasis en energía, transportes, reindustrialización, investigación, conocimiento, Tic y estructuras sociales de bienestar. Estos proyectos contribuirían a una interconexión de sinergias capaces de aprovechar ventajas comparativas en un mundo globalizado, el fomento del comercio, el bienestar, la igualdad, la inversión privada y la movilidad, modelos de crecimiento basados en el conocimiento y la sostenibilidad.


Estoy convencido que una de las salidas de la crisis europeas pasa por cambia los modelos urbanos, rompiendo las brechas actuales de producción urbana,  lo que nos ayudaría  a sincronizar mejor los ciclos económicos  y promover las reformas que nuestras ciudades necesitan. Pero para ello necesitamos ciudades responsables y colaborativas, no competitivas. Esta responsabilidad de poner fin a casi treinta años de urbanismo fallido corresponde a todas las ciudades, sería una irresponsabilidad que el movimiento urbano se abstuviera de poner su esfuerzo en salir de esta crisis, los multiplicadores que  hoy el mundo urbano ofrece en la escala global son de tal envergadura que no tendría lógica sentirnos ajenos a las necesidades de nuestros ciudadanos en la economía deprimida que hoy tenemos.

martes, 26 de agosto de 2014

LAS CIUDADES MAS IGUALITARIAS SON MAS RICAS

Durante las ultimas tres décadas, casi todos los que importaban en el mundo del urbanismo han estado de acuerdo en que en que redistribuir las ciudades, aumentando las ayudas y las mejoras a los barrios mas pobres a costa de los barrios ricos era perjudicial para el crecimiento económico y urbano de nuestras ciudades.

No obstante muchos progresistas lo consideraban un sacrifico que valía la pena , de manera que valía la pena pagar un cierto precio en forma de PIB mas bajo si esto ayudaba a mejorar la vida de los ciudadanos mas necesitados. Los conservadores esto lo tenían y lo tienen mas claro la mejor manera de mejorar el crecimiento del bienestar de las ciudades es que la marea les llegue a todos, no hace falta ningún incentivo a la redistribución urbana, ni económica.

Pero ahora todos tenemos mas pruebas, respaldadas por estudios e instituciones que respaldan un nuevo punto de vista, no hay ninguna compensación entre igualdad e ineficiencia.. Es cierto que las economías de mercado necesitan una cierta desigualdad para funcionar. Pero hoy  la desigualdad de nuestras ciudades y territorios se ha vuelto tan extrema o mejor va aumentando a tal calibre que esta causando un gran daño a nuestras ciudades y al bienestar de las mismas. Por lo que podemos afirmar, sin error a equivocarnos. que la redistribución en lugar de reducir  aumenta las tasas sanas de los crecimientos urbanos. Esto no es ninguna ilusión o fantasía , la desigualdad constituye un lastre para ese crecimiento sano que la ciudad necesita y para mejorar la buena economía.. A estas alturas no hay motivo para creer, mas bien al contrario  que confortar al los acomodados y afligir  a los afligidos  sea bueno para el orden adecuado de nuestras ciudades.

Tenemos datos para poder afirmar con seguridad que niveles altos de desigualdad social, económica y urbana se relacionan no con un crecimiento del bienestar más rápido  sino mas lento, especulativo y confuso, mientras niveles bajos de desigualdad se relacionan con crecimiento mas elevados y duraderos.

Las desigualdades urbanas privan a muchas personas y empresas de la oportunidad de sacarles el máximo partido a sus posibilidades. La injusticia no solo es ineficaz sino que es cara, se traduce en desaprovechamiento de los recursos urbanos. Podemos enriquecer nuestras ciudades reduciendo ese desaprovechamiento de los recursos que no solo son  económicos y urbanos sino también de gestión de nuestras administraciones..


¿Lograra esta visión de la desigualdad cambiar nuestro debate urbanístico? Así debería ser. Si nuestras ciudades son más justas  y están mejor gestionadas serán mas ricas. Adiós a la riqueza de arriba a abajo, digamos hola a la filtración de la riqueza de abajo a arriba.

miércoles, 13 de agosto de 2014

LA CIUDAD ES NUESTRO GRAN “BIEN COMÚN”

Nos está ocurriendo que vamos tan acelerados en todo que nos es difícil tomarnos tiempo para reflexionar sobre la ciudad o sobre cualquier cosa, escuchar a los demás, reconocerlos o simplemente contrastar opiniones,  antes de tomar decisiones.

Estamos repletos de reglas, principios, unos técnicos, otros jurídicos y otros incluso éticos y nos ocurre muy a menudo que no somos capaces de cumplirlos, nos falta coherencia, sentido del bien común.. Por eso yo abogo mas que por el exceso de reglas por  virtudes, porque el problema muchas veces esta en las personas no en la falta de discursos.

Los límites se nos han quedado imprecisos, es difícil decir el limite está aquí, depende de los casos.  Pero hay que poner límites y los límites están en el sentido común. Lo común no es una entelequia sino lo que nos pertenece a todos, la ciudad. En épocas de bienestar o de bonanza la indiferencia y la apatía hacia “lo común” es muy habitual. Pero la crisis pone de manifiesto muchas miserias, mucha desigualdad y esto ha llevado a la gente a unirse. Ha sido el rasgo mas positivo de la crisis la proliferación de movimientos sociales, ¿se perderán si superamos la crisis?.

Actualmente hay mucha desorientación, pero si algo esta claro es que hay que luchar por la igualdad. Desde los años ochenta viene creciendo la desigualdad y con la crisis esto ha sido terrible .Los ricos son cada vez menos y mas ricos, y el resto cada vez se empobrece mas .A duras penas estamos manteniendo un modelos social y urbano de bienestar, defendido por la izquierda. Pero una vez conseguido hay que sostenerlo y a veces no sabemos como hacerlo. Tenemos que tener valentía para aprender a sostener y hacer eficiente esta ciudad del bienestar. Determinando que es lo imprescindible y que no.


La ciudad es nuestro gran “bien común” y este bien común hay que defenderlo corrigiendo los despropósitos del capitalismo e ir hacia una mayor cooperación. No todos los beneficios de las empresas tienen que revertir en el interés de ellas, sino que hay pensar en el bien de todos  y establecerlo por ley.

lunes, 11 de agosto de 2014

REFLEXIONES EN TORNO A LOS ARQUTECTOS ANNE LACATON Y PHILIPPE VASSAL

 Ya es hora que nos demos cuenta que lo lógico de las ciudades es repararlas. Los urbanistas y los profesionales de las ciudades no podemos comenzar siempre de cero: nada existe, nadie vive. Porque hay mucho hecho y hay mucha gente habitando. Tenemos que poner atención y encontrar los valores que encierran los lugares y siempre los hay. Las ciudades están siempre llenos de recursos, que irresponsable y soberbio es desecharlos. La suma es lo que nos integra a todos, lo que nos hace trabar con las distintas capas que envuelven los lugares. Nunca hay que demoler, siempre añadir.

Nos falta humildad, valorar lo que existe antes de que lleguemos. Pensar que hacemos con lo que existe, no es solo una cuestión de valor artístico, sino también de valor cívico, material y social.

Debemos aprender a observar lo que existe y quienes existen. No se trata de respetar acríticamente, sino de no dar por hecho que la demolición previa es lo único posible e inevitable. La intervención urbana no radica en hacer tabla rasa sobre lo existente, materia y seres vivos, el objetivo es arraigar las nuevas intervenciones. No es una visión conservadora sino una arquitectura  responsable y sostenible.

Los urbanistas no pueden seguir siendo unos agresores, deben integrar y dialogar, sumar, eso relaja la ciudad y mejora la vida de los ciudadanos que es de lo que  se trata. La suma parte de lo que hay y busca añadir, esto nunca produce frustración en nadie ni en los urbanistas si en los usuarios. Se puede ser ambicioso y también generoso y amable.

La desigualdad y los guetos es uno de los grandes problemas de las ciudades del siglo XXI, mezclar a la gente, hacer ciudadanos mas libres, nunca segregar. La arrogancia ha sido la seña de identidad de una modernidad maleada, de esa  modernidad que no ha sido otra cosa que repetición acrítica. Los ideales modernos eran ambiciosos, pero humildes. Exigían esfuerzo al arquitecto y al usuario, pero ofrecían mejoras para todos. El problema llegó cuando se mantuvo la forma desnuda, la forma por la forma y se eliminaron las aportaciones, los espacios abiertos, los deseos de los ciudadanos. La codicia y el lucro lo diluyeron todo. Debemos de recuperar esa ambición de mejora de los principios de la modernidad.

Debemos alejarnos de lo superfluo, de lo innecesario. La homogenización de la moda es peligrosa. Debemos entender porqué hacemos las cosas. Los resultados se tiene  que poder explicar  y tiene que descubrir sus intenciones. La arquitectura se ha quedado en pura apariencia, cuando debía ser el resultado de pensar. Si las ideas son buenas la arquitectura será buena.


Hacer ciudad hoy es ir mas allá de los, planos y de los planes. Para construir ciudad no basta saber diseñar, hace falta solucionar otros muchos asuntos. Sino los solucionas, da igual que diseñes bien  o mal, que seas mas o menos creativo. Es fundamental saber que es lo importante, abandonar el delirio y no solo el delirio formal sino también el delirio intelectual  y presupuestario.

CIUDAD CUANTICA I

Esto es una introducción a la “ciudad cuantica”, pero no te asustes, la presento porque es impotnate que empecemos aceptar el concepto de que las formas de pensar de los ciudadanos, de los observadores de la ciudad, la mente subjetiva de la ciudad tiene un efecto importante sobre la materia urbana, sobre el mundo urbano, y por tanto sobre nuestros objetivos. Si consideras esta idea, aunque solo sea un instante, empezaras a centrarte y a poner tu atención en lo que quieren los ciudadanos, en lugar de en lo que no quieren, pondras tu atención y por tanto tu energia en lo que quieren los observadores que será tambien lo que tu quieres.Porque allí donde pongas tu atención pondras tu energia y afectaras al mundo material urbano, que por cierto está hecho en su mayor parte de energia. Los pensamientos crean la ciudad. Si dejamos que el mundo urbano exterior que vemos controle lo que pensamos, este creara unos circuitos en tu cerebro que te haran pensar como todo lo que conoces de antemano.Crearas mas de lo mismo y seguramente peor.Así que para cambiar hay que ir mas allá de la materia fisica urbana, mas allá del entorno, mas allá de esos pensamintos memorizados, en muchos casos erroneos o inutiles que funcionan como progrmas informaticos instalados en tu subconsciente. En elpasado los urbanistas al igual que los fisicos dividieron el mundo urbano y no urbano en materia y pensamiento y mas tarde en materia y energia.Cada uno de estos pares se consideraba distinto el uno del otro ¡ pero no lo son¡. Esta dualidad normalmente conformó una visión de la ciudad básicamente predetrminada por diversas razones según la epoca hitórica en que estuvieramos. Podiamos hacer muy poco para cambiar las cosas con nuestras acciones, salvo algunas experiencias minoritarias en donde estas dualidades desaparecieron y menos aún cambiar las cosas con nuestro pensamiento. Conectar el mundo fisico formal exterior y observable de las ciudades con el mundo interior de cómo piensan, observan, sienten y viven los habitantes siempre ha sido un gran reto paras los urbanistas.Muchos coincidiriamos en que el mundo matreial-formal de la ciudad crea consecuencias que nos afectan mentalmente, no obstante muchos dudariamos de que la mente pueda producir cualquier cambio fisico que afecte los aspectos solidos de nuestras ciudades. Mente y materia parecen dos cosas distintas a no ser que cambiemos nuestra comprensión de cómo ambos coexisten. Este cambio ya se ha producido y para ver de donde surgio no es necesario retroceder demasiado en el tiempo. Desde la epoca que los histiadores consideran como los tiempos modernos, la humanidad ha creido que la naturaleza del universo y la ciudad como imagen suya era ordenada y por lo tanto previsible y explicable de forma metodica y repetitiva.(continua)