Durante
las ultimas tres décadas, casi todos los que importaban en el mundo del
urbanismo han estado de acuerdo en que en que redistribuir las ciudades,
aumentando las ayudas y las mejoras a los barrios mas pobres a costa de los
barrios ricos era perjudicial para el crecimiento económico y urbano de
nuestras ciudades.
No
obstante muchos progresistas lo consideraban un sacrifico que valía la pena ,
de manera que valía la pena pagar un cierto precio en forma de PIB mas bajo si
esto ayudaba a mejorar la vida de los ciudadanos mas necesitados. Los
conservadores esto lo tenían y lo tienen mas claro la mejor manera de mejorar
el crecimiento del bienestar de las ciudades es que la marea les llegue a
todos, no hace falta ningún incentivo a la redistribución urbana, ni económica.
Pero
ahora todos tenemos mas pruebas, respaldadas por estudios e instituciones que
respaldan un nuevo punto de vista, no hay ninguna compensación entre igualdad e
ineficiencia.. Es cierto que las economías de mercado necesitan una cierta
desigualdad para funcionar. Pero hoy la desigualdad de nuestras ciudades y territorios
se ha vuelto tan extrema o mejor va aumentando a tal calibre que esta causando
un gran daño a nuestras ciudades y al bienestar de las mismas. Por lo que
podemos afirmar, sin error a equivocarnos. que la redistribución en lugar de
reducir aumenta las tasas sanas de los
crecimientos urbanos. Esto no es ninguna ilusión o fantasía , la desigualdad
constituye un lastre para ese crecimiento sano que la ciudad necesita y para
mejorar la buena economía.. A estas alturas no hay motivo para creer, mas bien
al contrario que confortar al los
acomodados y afligir a los
afligidos sea bueno para el orden
adecuado de nuestras ciudades.
Tenemos
datos para poder afirmar con seguridad que niveles altos de desigualdad social,
económica y urbana se relacionan no con un crecimiento del bienestar más rápido sino mas lento, especulativo y confuso,
mientras niveles bajos de desigualdad se relacionan con crecimiento mas elevados
y duraderos.
Las
desigualdades urbanas privan a muchas personas y empresas de la oportunidad de
sacarles el máximo partido a sus posibilidades. La injusticia no solo es
ineficaz sino que es cara, se traduce en desaprovechamiento de los recursos
urbanos. Podemos enriquecer nuestras ciudades reduciendo ese desaprovechamiento
de los recursos que no solo son económicos
y urbanos sino también de gestión de nuestras administraciones..
¿Lograra
esta visión de la desigualdad cambiar nuestro debate urbanístico? Así debería
ser. Si nuestras ciudades son más justas
y están mejor gestionadas serán mas ricas. Adiós a la riqueza de arriba
a abajo, digamos hola a la filtración de la riqueza de abajo a arriba.