Salvar
nuestras ciudades de la contaminación, la ansiedad y el desasosiego podría
salir incluso barato. Los informes económicos sobre los cambios y la lucha
contra la contaminación y el cambio climático como es el Nuevo Proyecto sobre Economía
Climática publicado por el FMI (Fondo Monetario Internacional), afirman que
tomar decisiones y medidas radicales para limitar las emisiones de carbono,
reducir la contaminación o cambiar las
formas de vida estresantes de nuestras ciudades
apenas tendría repercusiones negativas
para el crecimiento económico.
En los
últimos años se han producido tales avances en todos los aspectos en el campo
de las energías alternativas, las tecnologías, el transporte o la salud que nos
permite plantear que es posible romper el vínculo de desesperanza que existe
entre el crecimiento económico y las limitaciones a la contaminación.
El
desarrollo de estrategias bien diseñadas de control de emisiones, en concreto
poniendo precio a las emisiones contaminantes, sistemas de límites máximos o
intercambios comerciales o programas de información sobre la calidad y la
salud, costaría mucho menos de lo que los agoreros de la desesperanza climática
nos quieren hacer creer. Hoy día sabemos que los efectos sobre el
crecimiento debidos a estos aspectos de la protección climática
no son negativos, más bien al contrario, son mas favorables que lo que se
pensaba hace unos años. El más importante de estos beneficios tendría que ver
con la calidad y la salud pública de los ciudadanos. La contaminación, el ruido
y el estrés provocan muchas enfermedades y estas incrementan el gasto público y
reducen la productividad. Una menor cantidad de contaminación nos reportaría
grandes beneficios impulsando nuevos aspectos económicos a corto y medio plazo. De modo que salvar
nuestras ciudades de las emisiones de carbono sería barato y hasta podía
salirnos gratis.
Hoy día
tenemos claro que limitar los aspectos diversos de la contaminación no
significa acabar con el crecimiento económico. Esto lo dice gente de
derechas que normalmente afirman que las
economías de libre mercado son infinitamente flexibles y creativas. Esta visión
es simplemente un excusa fundamentalista para no afrontar los cambios económicos
y sociales que hoy día necesitan nuestras ciudades, mejorando a la vez la
productividad y la calidad del crecimiento de las mismas..
No
comprenden el significado del crecimiento económico. Lo ven como algo físico,
como un mero sistema especulativo, de intereses de unos pocos, consistente en
producir mas cosas, sin plantearse qué consumir, qué tecnología emplear, la
igualdad social que generamos o la
calidad de vida que impulsamos en la inversión de cada euro de PIB.
La
desesperanza climática es un gran error y una gran confusión mental interesada.
Hoy día las medidas climáticas, de calidad, y de igualdad son compatibles con
el crecimiento económico y es una postura realista y pragmática para el futuro de nuestras sociedades. Es más
si algún día conseguimos dejar atrás las ideologías fundamentalistas y los
intereses especiales de unos pocos, descubriremos que es la única salida al
crecimiento económico y la más barata, y fácil de lo que podemos imaginar.