viernes, 6 de julio de 2012

ALGUNAS CIUDADES SE QUIEREN POCO A SI MISMAS

“Algunas ciudades se quieren poco a si mismas”. Cuando llegué, por cierto algo tarde, al salón de conferencias del CAC, este ya estaba repleto. Que alegría asomarse al salón y vislumbrar que todo estaba ocupado, que había que otear para encontrar donde sentarse.

Pepe Seguí, arquitecto, director de Geometriadigital estaba presentando el libro, que a su vez editaba, rodeado de sus autores, lanzando sobre una gran pantalla situada en su pared trasera sin parar imágenes de edificios historicistas, modernistas o regionalistas de Málaga desde principios del siglo XX. Las imágenes dejaban ver una ciudad repleta de sugerencias y propuestas que hoy muchas han quedado en el olvido, relegadas a lo rincones de la memoria para que en un día como este puedan ser de nuevo releídas , añoradas y valoradas en su justa medido que es mucha.

Muchos revelamos la evidencia, quitábamos el polvo y descubríamos que las cosas eran mucho mas de lo que nos habían contado o la menos eran distintas. Cuanta riqueza y buen hacer escondido o desechado, por ignorancia o simplemente por poco amor a si mismo, aparecían en esas imágenes. Esa era la frase con la que llegue a la sala y que José Seguí enarbolaba : “Algunas ciudades se quieren poco a si mismas”.

El libro que presentaba lanzado por Gemetriadigital era : “Arquitectura, Ciudad y Territorio 1900-2011 en Málaga”. Un alarde en el juego de las escalas, como tanto gusta a los urbanistas cultos. Un historia de la arquitectura en Málaga, una investigación histórico artística, dirigida por Maite Méndez Baiges, historiadora del arte con un nutrido equipo de colaboradores.

¡Que esplendida modernidad¡, la melancolía se adueñó en unos momentos de toda nuestras células y la incertidumbre sobre lo ocurrido y sobre lo que seguirá ocurriendo, convirtió la melancolía en dolor por la pasión que poníamos en lo veíamos y no habíamos entendido, por lo que lo habíamos perdido y seguiríamos perdiendo: la cultura de lo ecléctico, el predominio de la decoración, el ornato, el equilibrio entre tradición y modernidad...etc.

Quizás quedamos empalagados de esas “tartas”, cuando el litoral apareció en todo su esplendor, como laboratorio de pruebas de lo moderno, como ese estilo relax que un nueva sociedad alumbraba y dejaba atrás , a los Guerrero Strachan, Rivera Vera, o Daniel Rubio. El régimen había conseguido adaptarse, ataviarse con las ropas del “boom turístico” y esconderse detrás de la nueva arquitectura internacional.

Ya no había retorno, necesitábamos dejar atrás la posguerra, el hambre y los fusilamientos y gozar, preparar la llegada de la industria inmobiliaria y la semilla del pensamiento postmoderno. De la ciudad histórica, viva, abirragada y morfológicamente fragmentada, pasamos a la ciudad moderna, periférica, donde la manzana no se fragmenta, donde la ciudad se extiende sobre la base de un territorio rotulado por la propiedad del suelo rural especulado. La ciudad se hace mas aislada y mas territorio.

Esa tarde volvimos a releer la ciudad, a hacerla mas nuestra y a quererla mas. A lo mejor incluso después cuando salimos de la sala y recorrimos las calles y hablamos distendidamente también observamos que nos queríamos mas a nosotros mismos. Todo es posible en esta ciudad en verano.

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