lunes, 7 de octubre de 2013

EL ESPERANZADOR PROTAGONISMO DE LA SOCIEDAD CIVIL EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD.

Cuando yo estudiaba la carrera se deba por sentado que quien deseaba trabajar para mejorar las ciudades y la planificación urbana debía ingresar en la Administración. Parafraseando a Adela Cortina podemos decir que existía aquella idea  hegeliana  de que la Administración se preocupa de los intereses comunes,  mientras que la sociedad  civil es el reino de los intereses particulares, el ámbito del egoísmo sin remedio. A fines de los setenta esta división del trabajo empezó a tambalearse y en nuestros días  estamos confusos y carece de sentido esta división tan tajante. Lo cierto es que hoy día una parte de la sociedad civil  asume un esperanzador protagonismo en la construcción de la ciudad.

Tal vez esto ocurre porque la Administración  ha perdido fuelle a la hora de lanzar propuestas atractivas, tal vez porque la economía ha creado un mundo inestable, tal vez porque la mala gestión  ha socavado la credibilidad de la Administración, lo cierto, es que desde distintos sectores de la ciudad, una parte de la sociedad civil  viene movilizándose en los medios de comunicación, en las redes, en las calles, poniendo sobre el tapete, criticas y propuestas realizables y necesarias.

No es verdad que falten buenos técnicos y urbanistas  en la esfera de lo público, como plantean algunos agoreros de la destrucción de lo público. Lo que ocurre mas bien, es que se ha democratizado el análisis y la resolución de los conflictos urbanos, a la vez que se han creado foros y círculos de opinión que elaboran cuidados informes sobre problemas candentes y los transmiten a través de todos los medios a su alcance. Hoy día una parte de nuestra sociedad civil es vibrante, está en ebullición y para bien, es capaz de trasnochar esa idea  de que la Administración  es la única que se ocupa de los intereses universales  mientras que la sociedad civil se refugia en sus egoísmos particulares.

Si es verdad, como dicen los defensores de la mente extendida que nuestra mente no se encierra en los limites del cuerpo, sino que también esta compuesta por los datos y las personas del entorno, cada vez mas global,   habrá que escuchar a quienes ya están hablando, generando una inteligencia colectiva, capaz de descubrir mundos ignotos.

Necesitamos que exista mas conversación y dialogo, para ayudarnos a salir del marasmo en que estamos y crear una ciudad mas justa. Otra ciudad es no solo posible, sino también necesaria, por que la que tenemos no esta a la altura de las circunstancias, ni de sus habitantes. Y si lo que es necesario, es posible, tiene que hacerse real  y para lograrlo es indispensable que la sociedad civil ejerza la responsabilidad que le corresponde.

viernes, 4 de octubre de 2013

POR UNA CIUDAD LAICA.

Ya hemos comentado otras veces como la “ciudad laica” significa respetar el pluralismo: la ciudad de ciudades, abandonar el modelo piramidal. Necesitamos reivindicar como eje vertebrador de la ciudad actual el espacio laico, la tolerancia activa, cada parte de la ciudad tiene que decir, puede decir y dice en el todo, el modelo global o es cooperativo o no será. El espacio laico cooperativo es la contrapartida a esa ciudad híbrida que hemos comentado en otros posts. Porque en el espacio laico no se absolutizan los valores, ni las formas, ni los proyectos, no se sacralizan las ideas, no se imponen los conceptos por los mercaderes. El espacio laico es poco propicio para el fanatismo y la apropiación de la calle de  manera monopolística, sea esta comercial, consumista, deportiva o religiosa. Somos unos ciudadanos que ya hemos hecho el duelo por la muerte de Dios, aunque algunas ciudades se empeñen en estar todo el año celebrando el duelo como espectáculo de masas y de consumo.

Nuestras ciudades son hoy bastante relativistas, aunque esto ha llevado a mucha gente a un cierto repliegue “retro”, una vuelta a las tribus y a la ignorancia, un excesivo miedo a la complejidad, a la incertidumbre, a la intemperie de las sociedades pluralistas.

Solo en una ciudad completamente secularizada puede brotar  espontáneamente un urbanismo nuevo. La idea es que la ciudad que  alcanza realmente la libertad secular, surge en ella espontáneamente la “vuelta al origen”, la razón profunda de la ciudadanía, de la ciudad, que no se defiende de la naturaleza, que no rechaza nada, que colabora y coopera con la naturaleza y el territorio como una parte del TODO. La “mística “ urbana, sin ropajes religiosos. Ya se que hay personas muy respetables que en cuanto escuchan palabras como “mística” echan a correr. Todo se debe a un malentendido, a la cantidad de charlatanes que hay en esto del urbanismo. Pero yo me refiero a lo que uno siente cuando observa y escucha la ciudad, cuando conecta con ella, cuando encuentras su capacidad de vivir, de volcarse en algo que a uno le importa mas que sí mismo, de sentir la ciudad como una prolongación del TODO.

La vuelta al origen es lucidez, sentido de lo real, no es un arrebato de irracionalidad o un estado alterado de conciencia, es la culminación de la “razón critica”.


Digo que una ciudad secularizada y laica es ya la única que puede brotar, sin estorbos, la única que puede poner sobre la mesa un urbanismo nuevo, la única que puede conectar con el origen, con esa mística urbana presidida por la libertad de conciencia, donde cada cual puede adoptar la concepción de la ciudad que mejor se le acomode. De esta libertad interior, brota la “ciudad intima”, espontáneamente, hija de la misma hondura de la experiencia de lo real , sin necesidad de comulgar con ruedas de molino.