viernes, 13 de marzo de 2015

CITY BEAUTIFUL MOVEMENT. (1 parte) escrito por Vicente Seguí Perez



Hablar sobre el “City Beautiful Movement”, me permite reflexionar sobre lo que ha estado tan de moda desde la caída del muro de Berlín (1989) , hasta el inicio de la crisis financiera e inmobiliaria del 2007. Hace referencia a lo que se ha dado en llamar arquitectura “espectáculo” o urbanismo “a la carta”. Aunque con la crisis estos conceptos han entrado en obsolescencia y todavía la arquitectura y la sociedad no han digerido adecuadamente estas maneras de hacer, seguramente porque todavía lo nuevo, lo que está por venir no ha cuajado como paradigma social imperante y seguimos en una etapa de transición.

Las ciudades no son obras de arte en el sentido clásico de la palabra, tampoco lo es la arquitectura, lo que no quiere decir que encierren muchas veces la belleza que las buenas soluciones urbanas son capaces de aportar. De esta forma, las ciudades “inteligentes” que hoy reclamamos, no son aquellas que disponen de grandes tecnologías, que también, sino sobre todo, aquellas que reconocen su diversidad y tolerancia, y son capaces de trabajar con esta complejidad y acertar en la solución.

Cierto que en el tiempo, hay cosas que cambian y cosas que permanecen, pero en los periodos de incertidumbre, aquellas ciudades que atraen a una generación convencida de que ellos saben como será el futuro, se llena de certezas. El peligro surge cuando dejamos de reinventarnos y dejamos de saber cuales son los problemas que la sociedad necesita resolver. No, que necesita el poder, ni que necesitan las finanzas, en muchos casos estos solo quieren vender activos, como si fueran lingotes de oro guardados en la caja fuerte de un banco. El éxito de las ciudades está en la capacidad que tienen para aportar opciones de elección a sus habitantes, opciones distintas y diversas. Cada momento histórico y social ha tenido opciones que merece la pena valorar y saber trabajar con ellas. Y la arquitectura debe aprender a hacerlo. Pero la ciudad no es solo arquitectura, ni la arquitectura es ella sola la que hace la ciudad.

A partir de los años 70 del siglo XX, la arquitectura se desmorona, como dijo Deyan Sudjic “la utopía y la fe prometida por la modernidad había producido tugurios y desastres urbanos, eso hundió la confianza en la arquitectura. De figuras heroicas pasaron a ser cabezas de turco. Aunque esta situación no duró eternamente y la generación siguiente levantó la autoestima” recuperando la “arquitectura objeto de espectáculo”, como antesala de la gran crisis inmobiliaria.

Es a esta reflexión a la que voy a dedicar este post. A la “City Beautiful”, a la arquitectura como objeto, a la ciudad bella, al “culto al diseño urbano” como dijo Jane Jacobs y a una preocupación excesiva por la estética como propaganda. Aunque como ocurre con muchas cosas de la vida, hay ejemplos fantásticos y acertados, y otros muchos de los que mejor no hablar.

El “City Beautiful Movement” ( movimiento para embellecer las ciudades) fue una reforma arquitectónica que surgió en Estados Unidos entre 1890 y 1900 con la intención de revitalizar y volver más emblemáticos los espacios públicos de las ciudades estadounidenses y que colocó a la arquitectura como el sujeto principal en la construcción y ordenación de las ciudades. El movimiento floreció en Chicago, Cleveland, Detroit y Washington y más tarde se expandió por otros estados norte-americanos. Con la intención de introducir el embellecimiento monumental y la grandeza en las urbes. Este Movimiento de la Ciudad Bella también tenía su propio credo moral y filosófico, creían que la belleza sustentada en la arquitectura podría ayudar a mejorar la imagen social de los grandes centros urbanos y promover un orden urbano y social armonioso que aumentaría la calidad de vida de la población.

Antes de seguir, sería bueno dedicar algunas notas a enmarcar el tema de este post, en el contexto histórico económico de los Estados Unidos en esos momentos, lo que nos permitirá entender mejor el City Beautifull y sus protagonistas. En Estados Unidos, a modo general, existen tres grandes etapas en su evolución económica : la época mercantilista comprendida entre 1740 y 1828; la época del laissez faire de 1828 a 1880 y la fase de las grandes corporaciones a partir de 1880. Teniendo en cuenta esta última fase, el primer gran trust es la Standard Oil que nace en 1872 por obra de Rockefeller, a la que siguen los trust de los aceites vegetales (1884), del plomo, del whisky, del azúcar, del tabaco o del caucho; igual ocurrirá en el sector de los transportes y de las comunicaciones (Western Union, AmericanTelephone and Telegraph, los trust ferroviarios....). La cima de este movimiento de concentración del capital llegará en 1901 con el nacimiento de la United Status Steel Corporation. Curiosamente los grandes procesos de concentración del capital en Europa, sobre todo de la Europa no anglosajona se lanzan a un carrera desorbitada con la caída del muro de Berlín.

Hasta casi los últimos años del siglo XIX , la ciudades americanas reflejan con toda evidencia la vigorosa expansión del “liberalismo individual”. Este se manifiesta en pocas reglas esquemáticas, exclusión casi total del poder público, y la expansión urbana “tipo geométrica” a modo de tablero de ajedrez. La forma geométrica, se interpreta como la máxima concesión que está dispuesto a hacer el capital privado, sobre todo los propietarios del suelo, a la administración pública. La cuadricula es muy útil para la producción edificatoria, por eso se adopta como instrumento de ordenación. La cuadricula se aplica incluso sobre terrenos irregulares o accidentados. No se tienen en cuenta los puntos de inserción de los sectores, ni tampoco su composición global. No se presta atención a la integración de las manzanas , ni atención a la continuidad de las mallas y las calles. Por ello no puede sorprendernos la tendencia a reducir a los mas elementales parámetros octogonales el diseño urbano, así como el rechazo de cualquier concepto o parámetro “cultural”, pues no sirve o dificulta la fácil incautación de los beneficios urbanos. El valor de cualificación de las urbes recaen en las denominadas “infraestructuras de atracción” o “equipamientos de atracción” , que permiten asegurar las entrada de la ciudad en los mercados de consumo con la máxima rapidez, sin modificar el aprovechamiento de las parcelas de suelo. De ahí, que la construcción de infraestructuras, sobre todo de redes, estaciones ferroviarias y de comunicaciones, se considere una cuestión prioritaria.

Es interesante señalar la relación que se plantea entre este tipo de planeamiento y la arquitectura. Durante estos momentos, la arquitectura profesional todavía no ha florecido, y existe una escisión entre la ordenación geométrica de la ciudad y la arquitectura. De alguna manera, la arquitectura todavía sigue siendo de carácter poscolonial (y del ensamblaje y montaje muy típico americano pero que no nos da tiempo de exponer aquí), sustrayéndose de manera casi total a cualquier tipo de planeamiento urbano. La burguesía industrial y financiera todavía no ha tenido tiempo de consolidarse ni adaptarse a las nuevas formas que va imponer el nuevo mercado industrial financiero.

Pero a finales del siglo XIX este modelo empieza a dar síntomas de agotamiento. A principios de la década de 1890, el auge del sector inmobiliario, la minería y los ferrocarriles, experimentado tras la guerra de secesión ( entre 1861-1865) se había frenado, lo que ponía de manifiesto la inestabilidad de buena parte de la economía estadounidense. En 1893 se produce un pánico económico, al hundirse el mercado bursátil, seguido de la peor depresión de la economía estadounidense hasta la fecha. En 1895 ya había habido más de 500 quiebras bancaria, más de 15.000 empresas habían declarado la bancarrota y el desempleo afectaba a uno de cada siete trabajadores, el hambre se había extendido, y muchas personas morían literalmente de hambre.

La campaña electoral de 1896, se convirtió en un referéndum sobre la dirección económica que debía seguir el país. El tema crucial de la campaña es el debate sobre el patrón monetario. Irving Fisher el primer gran economista americano, alumno así mismo de otro gran primer sociólogo William Grham Summer, aunque no tenia unas convicciones políticas muy marcadas, como catedrático del Departamento de Economía Política y Matemáticas de Yale, se dio cuenta, que una mala orientación podía empeorar las cosas. Fisher observó que “la moneda, que se usa para medir el valor y, por tanto, afecta a la percepción de los valores económicos, no ha sido muy estudiada, y el misterio que la rodea está en el origen de muchos errores de calculo y de muchos malentendidos”.

Según él, para estabilizar los precios bastaba relacionar el valor oro del dólar con el índice de precios al consumo. El equilibrio era el punto de referencia y las alteraciones monetarias eran una fuente de inestabilidad. Los precios bancarios no eran otra cosa que una falta de equilibrio. Los problemas de inflación y deflación continua que se producían no eran otra cosa que el resultado del valor fluctuante del patrón monetario, que es una medida mas elástica que constante, y no era cuestión de echar la culpa a los judíos, extranjeros o los habitantes de la zona este del país. Fisher es uno de los personajes mas interesantes de toda esta época y del que merece leer su biografía.

Al final del siglo XIX, cada vez mas jóvenes de pequeñas poblaciones empezaban a ver la universidad como una forma de “escapar de la inferioridad de la infancia”. En la nueva economía urbana que surgía, los empleos reservados a profesionales y gestores de nuevos proyectos empresariales, empezaban a perfilarse como una alternativa para conseguir una distinta distribución, dejando atrás las formas habituales de labrarse una fortuna. El mundo americano empezaba a cambiar radicalmente y se empezaban nuevas maneras de entender los procesos económicos y la ordenación de las ciudades

Si Marshall había concebido la economía moderna como un motor de análisis y había usado gráficos para describir los efectos de los mercados. Fisher decidió construir un modelo matemático del conjunto de la economía. Quería mostrara la forma en que mercado calculaba los preciso que equiparaban la oferta y la demanda. Quería demostrar que había un modelo científico global para explicar la economía.

A partir de esta dinámica van a surgir nuevas formas de intervención y nuevos resultados Así una parte del mundo de los negocios se va a oponer al caciquismo y bossismo imperante en las ciudades hasta ese momento, porque ya no es un modelo adecuado para la obtención de beneficios (sobre todo en las industrias relacionadas con el suministro y las contratas de bienes y servicios para la ciudad que tienen en la administración sus mejores clientes). Esta oposición proviene especialmente del nuevo capitalismo financiero empresarial, de los nuevos estratos del progresismo medio-burgués y de los círculos intelectuales sostenidos por los reformadores (aunque luego cuando se alcanza el poder no se da cabida a aquellos que obstaculizan los intereses de la propiedad inmobiliaria, como le ocurrió a Lawrence Veiller, conocido partidario de las reformas de la vivienda, que queda fuera de cualquier órgano de gobierno). Además este capitalismo financiero industrial es contrario a los gastos excesivos que consideran improductivos por parte de las haciendas locales: la propaganda política aboga por un “gobierno limpio” (aunque luego evita investigar las relaciones comprometidas entre el aparato político y beneficios privados) y la “austeridad”. Estos son los símbolos de los nuevos programas municipales, lo que empeorará las condiciones de vida de las capas mas pobres de la población.( Havemeyer alcalde de Nueva York en 1874 considera que las “contribuciones de los particulares y de las asociaciones de caridad y filantrópicas eran suficientemente generosas para hacer frente a las exigencias de las clases pobres”).

Es en esta época cuando el gran capital se convierte a las ideas del movimiento del “City Beautiful”. Los nuevos grupos dominantes reconocen que la ciudad no puede ser ingobernable (es decir no puede estar en manos de caciques o bosses) y es preciso establecer un plan urbanístico, como respuesta a la necesidad de gobierno de las ciudades, en un momento en que además aumentaba el hacinamiento, la natalidad aumentaba y la inmigración de las poblaciones rurales a las ciudades venia aumentando considerablemente. Este movimiento floreció durante varias décadas, no solo en la construcción de monumentos, sino que también alcanzó gran influencia en la planificación urbana, que duró durante gran parte del siglo XX, así como en todo el movimiento posterior de los proyectos de viviendas.

En Gran Bretaña, la influencia en la planificación urbana del movimiento del Garden City de moda en esta época, se limitó a la creación de algunos suburbios urbanos en Londres y no tuvo relación con el movimiento de la City Beautifull, ni siquiera en sus estéticas. El Garden City evoca mas el ambiente rural con sus villas semi-adosados. El City Beautifull coge prestado el estilo arquitectónico del Beaux-Arts de Paris (referenciado en la arquitectura imperial y el renacimiento italiano) y de la arquitectura neoclásica, haciendo hincapié en la necesidad del orden, la dignidad y la armonía.

El capital por otra parte empieza a estar muy interesado por su propia imagen pública, tratando, por ello, de compaginar la eficiencia en las fabricas con la presencia cualificada de la empresa en la ciudad: administrar y coordinar la renovación de los centros urbanos, potenciando y dominando la concentración inmobiliaria en los núcleos urbanos mas vitales, puede significarle la posibilidad de asegurarse, además del plusvalor económico, un plusvalor ideológico suplementario que, mientras exalta en arquitecturas concretas el prestigio de la empresa con los símbolos de cultura oficial, puede constituir también una demostración de la capacidad del frente del negocio para hacerse cargo de una nueva organización de la ciudad en función del interés público.

El puente de Brooklyn inaugurado en 1883 simbolizaba el poder de transformación social de la ciencia de esta nueva sociedad americana.Todas estas cuestiones acaban teniendo como elemento detonante y confirmación, en ese trampolín de lanzamiento publicitario, que fue la Exposición Universal Colombina celebrada en Chicago en 1893. Un fragmento de ciudad con vestiduras clásicas, que sublima el mundo de la producción industrial y del mercado. De esta forma se consolida la City Beautyfull, movimiento que comos hemos dicho marcará durante gran parte del siglo XX, a través de planes urbanísticos y proyectos, las instancias de la administración urbanística de las ciudades.

Además son planes significativos de este movimiento, los planes urbanísticos de Washington, San Francisco, Chicago, todos ellos elaborados por Burham, profeta de este movimiento, del que hablaré posteriormente; y otras ciudades como Oakland, Dubuque, Sacramento, Columbus, San Diego, Denver, Milwauke, Cleveland...etc. En 1904 vuelve a repetirse el modelo en la exposición de St. Luis donde la calle como modelo que comprende edificios representativos y una plaza pública componen una ciudad modelo (fragmentada).

La elección de Chicago por parte del gobierno federal como sede de la conmemoración del cuarto centenario del descubrimiento de América por Colón, resultó casi obligada. Sus hombre de negocios y de las finanzas han demostrado su habilidad y capacidad de propaganda para expresar su potencial económico, liderando el cambio de los caracteres puramente utilitarios del primer desarrollo capitalista para poner sobre la mesa un nuevo modelo de producción y gestión basado en el “consumo opulento”, que parece surgir como parte de una fase necesaria y madura de la civilización americana, cosa que todavía no ocurre con tanta solidez en las ciudades del este en las que la tradición europea todavía esta con vitalidad y por tanto sus manifestaciones resultan mas eclécticas.

La ciudad de Chicago acepta la empresa y encarga a Olmsted encontrar el lugar adecuado. Olmsted propone la zona del Jakson Park , en el que ya había trabajo anteriormente, planteando una ordenación a base de superficies de agua. Posteriormente inicia consultas con Daniel H. Burnham, uno de los arquitectos mas famosos de Chicago. Burnham reúne a un prestigioso grupo de colaboradores, de estudios y equipos profesionales mas destacados del momento sobre todo de Nueva York: Richar Morris, Mckim, Mead and White, Gerge Brown Post, Charles Atwood, Peabody y Stearns, Van Brubt, y Howe, a los que se une el escultor francés Augustus Saint. Gaudens, que proyectan los edificios mas importantes.

La referencia mas importante es la Exposición de Paris de 1889, en la que la Torre Eiffel había destacado soberanamente en el centro de una plaza clásica, circundada por edificios de estilo. La exposición de Chicago debe servir sobre todo, para refrendar el prestigioso alineamiento de los Estados Unidos en la frontera mas avanzada de la cultura urbana europea. Experimentado y extendiendo la hipótesis de que la arquitectura ofrece mas posibilidades empresariales y estéticas para planificación ordenada del espacio urbano en la organización de la ciudad. La Exposición de Chicago trata de levantar de la nada, sobre las orillas del lago Michigan y sobre el fondo borroso de las chimeneas y de los edificios ennegrecidos por el humo, la imponente escenografía de una blanca ciudad clásica.

La idea surge de disponer un conjunto basado en una combinación de vías, extensiones de agua, plazas, puentes, paseos a lo largo del lago y estanques interiores. La parte central de la exposición está constituida por los bloques de los edificios mayores reunidos alrededor de las espejeantes superficies de agua mas extensas y del edificio central de la administración, proyectado por Hunt.

La exposición recibió mas de veinte millones de visitantes y formó prácticamente a la opinión publica americana, dejando tras de si profundas consecuencias.

El ala progresista de la arquitectura formula violentas criticas, en el sentido que esta exposición y sus propuestas supuso un retraso de medio siglo por lo menos para el desarrollo de la arquitectura, como afirmó Sullivan. Sullivan fue el único arquitecto que diseñó un edificio sin los caracteres de la ornamentación clásica, el Building Transportation.

Para el planeamiento urbano esta “cima del renacimiento americano”, supuso la demostración de que el desarrollo de la ciudad se podía organizar y controlar con proyectos de arquitectura. La Exposición de Chicago constituyó la expresión de que un conjunto coordinado de edificios podía hacer la ciudad, la correspondencia entre plan y arquitectura era necesaria, la arquitectura era la razón de ser del planeamiento o que la ciudad se hacia desde la arquitectura, a lo que había que añadir medios técnicos y expresivos: dimensiones de los edificios (los nuevos medios técnicos permitían conseguir magnitudes insólitas); vocabulario estilístico propio; criterios de composición espacial y la incorporación de la variedad de la cultura clásica reconocida en las ordenaciones urbanas.

El resultado propagandístico de la Exposición es muy importante, de la White City se expande y fortalece directamente el movimiento City Beautifull y con ello la arquitectura inicia el domino sobre el espacio urbano.