Con la llegada de un nuevo presidente a la Autoridad
Portuaria de Málaga, José Sánchez Maldonado, hemos asistido a una nueva repetición
de la dicotomía plan-proyecto. Así hemos visto como el Alcalde de Málaga
ponía sobre la mesa de presentación del
nuevo presidente de la Autoridad Portuaria un ramillete de propuestas,
entre ellas, un supermercado, una hotel “muy alto”, un centro cultural,
auditorio, accesos...etc.
No es que me parezca mal este rosario de proyectos,
sino al igual que ocurre con el Plan General
de Málaga , el Plan Especial del Puerto cada vez queda más como una
antigualla con poca “voz”. Igual es necesario y los planes resultan
innecesarios o simplemente una molestia legislativa para cumplir un tramite,
cuando lo que de verdad nos interesa son
los proyectos.
¿Qué queda hoy de los planes?, nuestra sociedad ha
alcanzado tal grado de incertidumbre y volatilidad que diseñar simplemente “rutas”.de
desarrollo resulta cuando menos inapropiado, lo que nos gusta es arrojar
proyectos, con la esperanza de que alguno cuaje y encontremos algún capital
que lo compre, la “ruta “ social y económica que ello conlleve no interesa a
los políticos. Y no es que los proyectos urbanos sean en si un estropicio
sino que necesitamos algún tipo de “relato” que nos dote de horizontes,
pautas y caminos de adonde vamos o adonde queremos ir y porqué y como. El
proyecto en sí, solo sin relato urbano no deja de ser un “cromo”
generador de procesos especulativos, sin razón de ser urbana, incapaz de ir mas
allá: conformar un proyecto de
ciudad, interactuando con otras piezas e indicando señales de por donde
queremos ir y como vamos a mejorar.
Pretender cambiar el orden urbano “arrojando” proyectos
es verdad que genera más ruido. Aunque más allá de ello, lo que necesitamos
es comprender la manera en que la ciudad ha venido funcionando y está cambiando. Las reglas del juego
cada vez son más diferentes a lo que estamos acostumbrados y ese es el punto
débil de los planes su rigidez, su dependencia excesiva de circunstancias
fijas, pero en el lado contrario tampoco es solución las “carteras de
proyectos sin rutas de coherencia”
que les den soporte. Necesitamos las dos cosas: “rutas de coherencia” y
proyectos que les den imagen física.. En ambos casos extremos hay un
miedo a la libertad responsable, un temor a adentrarnos en la
incertidumbre actual siguiendo una senda
o sendas mas acorde con la ciudad que intuimos que con lo que verdaderamente es.
Es verdad que esto es más difícil, pero tenemos que atrevernos a asumir la responsabilidad y el
protagonismo de resolver por nosotros mismos
nuestros propios problemas y
esta declaración de intenciones no
puede ser ajena de nuestras actuaciones. Cuanto mayor es nuestro miedo, mas
larga es nuestra lista de excusas y justificaciones para no hacer mejor las cosas. Necesitamos adoptar una visión
mas proactiva e interactiva: proyectos y rutas de plan deben disponer
de coherencia y de razón . No es una garantía absoluta , pero por lo menos
es una senda que si depende de nosotros, de nuestro esfuerzo, de nuestro
compromiso y de nuestro talento.
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