¿De verdad queremos ceder la joya de la corona, es decir
los antiguos suelos y edificios de la cárcel de Málaga, situados en un lugar estratégico
de la ciudad y que tanto han costado recuperar para la misma, que no para su
alcalde, a la Universidad Católica de Murcia?.. Una Universidad, si a eso se le
puede llamar así, en donde el mundo mas ramplón católico y la derecha mas
radical dirigida por Mayor Oreja y José Maria Aznar dirigen sus cátedras.
No hemos tenido suficiente con las malas experiencias del
Museo de las gemas y de los coches antiguos que han dejado escorado y
arrinconado uno de los elementos urbanos del patrimonio público mas
valiosos: la Tabacalera, cuyo valor
incalcuble hoy lamentamos y lloramos cuando paseamos por sus alrededores. Cuando todavía estamos sufriendo esta mala
política de cesiones erróneas, mal formuladas y estudiadas, además de
partidistas e interesadas, nos aparece la posibilidad, lanzada como
reflexión, de estropear otro trozo
ciudad pública con una nueva cesión arbitraria y sin ningún tipo de evaluación
ni planificación que se tercie.
¿Porqué este despilfarro de recursos públicos? ¿Porqué este
dispendio de nuestro patrimonio? Este convertir la ciudad pública en una ruleta
rusa donde se van dejando caer proyectos a cual mas peregrino y partidario,
cuando no sectario, ajeno a los intereses de los ciudadanos, de quien son este
patrimonio.
Estas no son maneras de hacer las cosas, y menos de
gestionarlas, sobre todo cuando no son del que las gestiona, sino que su
propiedad es de los malagueños, necesitados hoy mas que nunca de la
responsabilidad y el buen hacer de sus gestores. No estamos para tanta improvisación,
ni ideas alocadas, ni globos sondas, ni “bueno ya veremos que pasa”. La
administración tiene la capacidad de evaluar las distintas posibilidades,
planificar sus opciones, contabilizar sus cuentas patrimoniales y definir usos
en función de necesidades, de necesidades de los ciudadanos. Una universidad
privada de la catadura de la Católica de Murcia en Málaga, no solo no es una necesidad en esta época
con cerca de un 35% de paro y un sinfín de problemas sociales y humanitarios,
sino que es una necedad y una “carrera enloquecida” hacia no se sabe donde,
aunque por la experiencia que tenemos
si sabemos donde: hacia cuantiosas perdidas económicas y sociales.
Si esta reflexión es un divertimento no tiene gracia, si es
que no saben a que dedicarse, la calle
esta llena de necesidades y si de verdad, se esta pensando en serio en esta
opción que nos presenten en que se basan sus cuentas y porqué abandonamos todas
las ilusiones de los ciudadanos. El patrimonio público exige otros modos de
gestionarlo. No comentan este error, los malagueños no se lo merecen y menos en
estos momentos.
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