lunes, 28 de enero de 2013

LA AMBIVALENCIA DE LA CIUDAD ACTUAL

Siempre he pensado que en esta mi ciudad, Málaga, había varias ciudades coexistiendo, cruzándose en la diversidad, en su alegría manifiesta. Hoy cuando miro por la ventana, y el frió y la lluvia de finales de enero describen el paisaje y todo lo entristece, haciendo mas real la agonía de este tiempo, pienso que esta mi ciudad ha quedado reducida a dos ciudades, dos historias, dos territorios. Una ciudad soñada por otra, ninguna de las dos sabe volver a su origen, como diría Pilar Sevillano, citándose a si misma y afirmando con su pasión habitual que solo en y desde la naturaleza tenemos redención.


Ojeando una crónica de Marcos Ordóñez, referente a la película “Tabú”, haciéndose eco de una entrevista del portugués Miguel Gomes autor de la mencionada película, he pensado en escribir estas ideas. Málaga hoy asemeja al paraíso perdido y decadente de Milton o Dante, o al Tánger final de Powles, solamente que la narración actual es mas adultera y el hoy aparece tan colonial y periférico como en cualquier otra ciudad mediterránea.

Me da la impresión que esta mi ciudad, Málaga, como le ocurre a la realidad presente, tiene ese doble tiempo, del que Miguel Gomes habla, un presente desolado, continuación de un pasado tumultuoso. Ya no quedan más tempos ni mas ciudades, ambas se tienen que interfecundar para poder seguir, para que dejen sus respectivos posos en la memoria. Invierno triste tras el cristal en estos días de crisis y verano eterno cuando había tiempo para mirar las nubes, inventar formas y pensar que el blanco y el negro parecían una forma purísima de color.

“Por fin me he dado cuenta que todo esta cambiando” como dice Antonio Lendinez. Las ciudades al igual que los tiempos están cambiando. Ya no me pregunto como se hace esto, pues todo se esta haciendo ya,  pasar de una ciudad a otra,  mutar y salir, volver al origen, a otra mirada que nos abra el portal de la evocación: una selva parque, con palmeras y plataneros, con tortugas girando en círculos, con deseos y cocodrilos, la ciudad desecada quiere abrirse paso como sea a la naturaleza.


Escribiendo este texto he pensado en muchas de las personas que conozco que cocrean creando esta nueva ciudad interfecundada y que hoy recorren las calles apostando por una conciencia cada vez más atenta de la realidad. Corretean, sin saber muy bien como volver al edén original, pero sí se alejan de esa historia de la ciudad que es la historia de una neurosis en constante crecimiento, como dirían Freíd y Nietzsche, la historia de una patología. En el mundo urbano hay una progresiva represión de los instintos que se transforma en agresividad inconsciente y en sentimiento de culpabilidad. De alguna forma las comunidades urbanas no consiguen mantener unidos  a sus miembros mas  que a condición de ir reforzando los sentimientos de culpabilidad, hasta que los individuos no pueden llegar a soportarlos más. Hay una ambivalencia en las ciudades actualmente que se manifiesta en la cantidad de caos liberado o reprimido por la supuesta “racionalidad avariciosa” tumultuosa pasada. Al contrario que en otras épocas la sociedad urbana actual es, latentemente, mucho más agresiva y peligrosa que las sociedades rurales/naturales.

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