La epidemiología y el urbanismo han estado históricamente
relacionadas. Así ocurrió en el caso de las teorías higienistas, en las
políticas de viviendas o con la necesidad de espacios verdes. Ambas disciplinas
conjuntamente han desarrollado patrones y estándares urbanos que aplicamos sin
pensar porqué lo hacemos. han sabido comprender y seguir las huellas que dejaba
en las ciudades la complejidad de la vida urbana, encontrar el problema y
resolverlo. Han sabido descubrir anomalías, cuales eran y de donde venían, y
como podían curarlas. Las dos han admitido siempre la realidad con la que se
encontraban, sin negarla, y a partir de esa realidad “curar la enfermedad”.
Ninguna de las dos negó la realidad, a
partir de sus análisis, quisieron mejorarla. Nunca negaron la realidad
existente, ni se plantearon transformarla con modelos teóricos que no existían
en la realidad de la vida de las personas. Ninguna de las dos se han sentido exclusivamente
disciplinas normativas, el fruto de la norma llegaba de forma indirecta pero no
era el fin. El fin, el objetivo de ambas es curar conflictos o anomalías, a
partir de ahí beneficios indirectos surgen muchos.
Una de las mas clásicas correlaciones de variables que las
anomalías urbanas han tenido históricamente entre ambas ciencias, han sido las
que tenían que ver con la pobreza, la desigualdad, o los déficits de bienestar
y salud, estas variables estaban detrás de muchos procesos anómalos en las
ciudades. Lo que implicaba que ambas tenían la oportunidad única de
recolectar datos y conocer a fondo las complejidades de la convivencia humana. A
veces, no sabían dónde buscar. Era como buscar una aguja en un
pajar, así que requerían de todo y de todos, para enfrentarse a los
problemas de las nuevas complejidades urbanas. ¿Tenía que ver la
comida con la educación?, ¿por qué había mas epidemias en unos barrios que en
otros?, ¿Como debían ser las calles, los colegios, las asistencias sanitarias…?
¿Cómo debía ser la vivienda?, ¿Los baños debían estar dentro o fuera de la
casa?, ¿debían ser aireadas, soleadas…?, ¿A qué distancia deben
estar los colegios?, ¿El empleo y la residencia deben estar juntos o separados? …¿Qué
densidades deben tener los barrios para que fueran saludables?...
Supieron desafiar abiertamente la sabiduría convencional, la
“sabiduría de la convicción social”. La sabiduría convencional de
cada momento sostenía que todo era seguro y cierto. Pero esto ocurría
hasta un cierto punto, pensaron, hay umbrales que no. Hay que tener
un gran entusiasmo para desafiar la sabiduría convencional que dan
las nuevas tecnologías y las normas del
momento, esas que nos dan certidumbre y eficiencia. Pero esto no siempre
ocurre, por eso introdujimos los cálculos matemáticos, no la estadística, en el
urbanismo, para darle un barniz de certeza, sin darnos cuenta que el urbanismo,
como la epidemiologia o la sociología son hijas de la incertidumbre, también la
matemática moderna. Desafiaron las ideas de algunos doctos profesionales,
sobre todo aquellos muy afectados de sí mismos, que pregonaban que ellos
eran personas que ayudaban a sus vecinos o a sus pacientes, y nunca
les habían dañado. Que trabajaban para su bien. ¿Cómo ellos, con su
sabiduría convencional y sus nuevas tecnologías se iban a equivocar?. Pero hoy
sabemos cuantos urbanistas y profesionales urbanos, han dañado a las ciudades y
la vida de las personas.
Hay una historia que siempre cuenta Margaret Hefferman. Es
el caso de la doctora Alice Srtewart, una mujer fantástica y poco corriente de
los años 50 del siglo XX. Y era poco corriente porque estaba realmente
interesada en una nueva ciencia, el naciente campo de la
epidemiología, el estudio de los patrones de la enfermedad. El
problema complejo que Alice tenía era el aumento del fallecimiento
de niños por la incidencia de cáncer en ellos. Se enfrentó a esta anomalía,
desafiando la sabiduría convencional de su época. Su experiencia como doctora,
su saber mirar, le decía que no era, en este caso, la pobreza la causante del
problema. Sus conclusiones le dijeron que la causante era la maquina
tecnológica más importante del momento, los rayos X. Las madres embarazadas
expuestas a rayos X, tenían una relación de dos a uno, de que los hijos
tratados con rayos X tuvieran cáncer. Y estas maquinas las usaban sobre todo
los madres embarazadas de familias ricas.
Los datos estaban ahí, abiertos, libremente disponibles, pero
nadie quiso atenderlos. Moría un niño a la semana, pero
nada cambió. La información sola no lidera el cambio. Así que
durante 25 años, Alice Stewart tuvo un problema muy grande entre
manos: ¿cómo sabía sí estaba en lo correcto?. Ella tenía
una forma estupenda de pensar, no tenia miedo a desafiar el conflicto. Se
puso a trabajar con un estadístico llamado George Kneale que era
todo lo que Alice no era. Alice era empática, le gustaba relacionarse con las
personas, Kneale era lo contrario le gustaban más los números que las personas.
Por raro que parezca la relación de
trabajo entre ambos fue fantástica. Convirtieron su trabajo de pensar y
enfrentarse al conflicto en torno a las teorías convencionales, en una
colaboración fructifica. George le dio a Alice la confianza para saber
que tenía razón, para demostrar que las teorías convencionales estaban equivocadas.
Que fantástico modelo de colaboración: socios de
pensamiento que no son eco uno del otro. ¿Cuántos de nosotros nos atreveríamos a tener esos colaboradores?. Alice
y George fueron muy buenos para el conflicto. Fueron muy buenos para
pensar de otra manera. No tuvieron miedo a crear equipo, colaborar, para
enfrentarse al conflicto.
¿Qué se requiere para abordar conflictos de ese tipo de
forma constructiva?. Tenemos que resistir el impulso neurobiológico, que
nos lleva a preferir a personas como nosotros, significa que tenemos que buscar
personas con diferentes antecedentes, diferentes
disciplinas, diferentes formas de pensar y diferentes
experiencias, y encontrar formas de colaborar con ellos. Se
requiere mucha paciencia y mucha energía.
Margaret Hefferman decía : “Cuanto más pienso en
esto, más creo que, realmente, se trata de una especie de
amor. Porque uno simplemente no invierte tanta energía y
tiempo si realmente no le importa. Y también significa que tenemos
que estar dispuestos a cambiar nuestras mentes”.
Los mayores problemas a los que nos hemos enfrentado en
nuestras ciudades y territorios, los mayores desastres que hemos tenido, nunca
han provenido por el hacer de las personas, sino de las organizaciones
encargadas de planificar, alejadas de la realidad. Muchas de estas
organizaciones o corporaciones profesionales han afectado a cientos, incluso a
millones de vidas. Decían hacer buenas planificaciones y se equivocaron. ¿Es que
estas organizaciones no piensan? Pues bien, la mayoría no lo
hacen. Y no es porque no quieran, en realidad es porque
no pueden. Y no pueden porque la gente en ellas teme
mucho al conflicto que origina la complejidad del avance de las personas y de las
comunidades. Tienen miedo a la realidad. Miedo del conflicto que se
provocaría, miedo a estar involucrados en desafíos que no
saben cómo manejar, y sienten
que están condenados a perder. No sabemos pensar juntos y además fallamos en
lograr que lo mejor que tenemos cada uno, florezca en la colaboración.
¿Que necesitamos?. Nos hace falta nuevas habilidades y mucha practica, sin miedo al conflicto.
Tenemos que verlo como maneras nuevas de pensar en complejidad, tenemos que ser
realmente buenos en esto, en gestionar organismos complejos. Es
verdad que la complejidad es complicada y que genera márgenes de error, a veces
muy amplios, porque la incertidumbre crece con la complejidad. Complejidad e
incertidumbre van unidas. Gestionar bien la complejidad es aprender a gestionar
la incertidumbre. Tenemos que aprender a abrazar la incertidumbre. No podemos eludir
el conflicto, sino aprender a ordenar y planificar con incertidumbre nuestros territorios
y nuestras actividades. No se trata de renunciar a las civilizaciones urbanas
en sus múltiples dimensiones y posibilidades, porque nos traigan
incertidumbres, sino a creer más en ella, en lo que ellas hacen. Tendremos que
hacer estrategias de planificación capaces de moverse con rapidez a los cambios, tendrán que ser
solo normativas en lo esencial, pero más robustas.
Hoy muchos tenemos estas inquietudes, muchos tenemos las mismas
preguntas y dudas. Pero tenemos muchos aliados. Sí, habrá mucho debate,
conflicto y dificultad, pero de aquí saldremos más creativos, con más soluciones
y con mejores equipos y organizaciones. Sino tenemos miedo al conflicto, si no
tenemos miedo a la realidad. Como he dicho en otro articulo el mayor riesgo que
podemos tener es no hacer nada, no aprender nada, quedarnos en silencio.
Como he dicho la mayoría de las grandes catástrofes de las
que hemos sido testigos, rara vez vienen de las personas, ni
siquiera de la información que está disponible gratuitamente. Lo que ocurre es
que estamos intencionalmente ciegos, porque no podemos o no queremos enfrentarnos
al conflicto que esto nos provoca. Pero cuando nos atrevemos a
romper ese silencio, o cuando nos atrevemos a ver el
conflicto, nos habilitamos a nosotros y quienes nos
rodean a mejorar la forma de pensar. La información abierta es
fantástica, las redes abiertas son esenciales. Pero la
verdad no nos liberará, hasta que desarrollemos las habilidades, el
hábito, el talento y el coraje moral para utilizarla. La única
verdad es la realidad. La apertura del big data y las nuevas tecnologías
no es el fin. Es el comienzo.