Para entender mejor como actúan las personas observemos tres componentes del ser humano: los sentimientos, los pensamientos y las conductas.
Toda persona experimenta
emociones de manera constante, a modo de descargas energéticas ante
situaciones. Son nuestros sentimientos, los que nos informan sobre lo que
ocurre y dependiendo de nuestras propias experiencias corporales nos trasladan
sentimientos de cansancio, dolor, nerviosismo etc….Respecto a la conducta de
búsqueda de empleo, las personas también experimentan sentimientos y
percepciones corporales relacionadas con determinados acontecimientos (el
nerviosismo, los sudores o temblores que sentimos ante un examen o cuando nos
enfrentamos a una entrevista con un empresario).
Las emociones no son ni positivas
ni negativas en si mismas, como hemos dicho son meras descargas energéticas,
reacciones corporales, que tenemos que aprender a conocer y gestionar. Pueden
ser mas o menos intensas, pero no poseen un carácter de facilitar o dificultar
una determinada conducta. Ese elemento le es añadido por los pensamientos.
Normalmente toda emoción viene acompañada de un pensamiento que retraduce en
términos mentales el acto emocional surgido. Es
por tanto de la manera con que traducimos mentalmente nuestras emociones
y percepciones de la que dependerá en gran parte nuestra actitud y nuestro modo
de enfrentar la búsqueda de empleo.
Los pensamientos o cogniciones
por tanto son lo que determinan la acción. Cuando un trabajador siente sudor
frío en las manos y una cierta tensión en sus músculos puede pensar “estoy
listo y todos mis músculos están completamente activados para comenzar el
trabajo (examen, entrevista, conferencia...)”, e iniciar una buena tarea. Si al
levantarse de la cama el día que tiene que presentarse a una entrevista, se
despierta muy pronto y activo, puede interpretar (pensar) que es la emoción del
momento, algo normal, necesario y bueno
que le ayudará a estar concentrado durante la entrevista o puede
interpretar (pensar) que es un síntoma de su inseguridad, de sus duda y
confusiones, que está demasiado nervioso y que tartamudeará y se olvidará de
todo. Una u otra interpretación determinarán las conductas que se pongan en
marcha. Si nos damos cuenta, en ningún caso han sido las emociones o las
sensaciones corporales las causantes de
la dirección de nuestro comportamiento y actitud, sino el pensamiento que ha
acompañado a dichas emociones y sensaciones.
No son los sentimientos y
pensamientos la “causa” y la conducta el “efecto”, sino que son la
interpretación que hacemos de los mismos, la manera de cómo reelaboramos los
sentimientos, es decir son los elementos interrelacionados de carácter mental
los que actúan como causa y efecto al mismo tiempo.
No podemos desligar las tres
cosas: emociones, pensamientos y conductas. Solo lo hacemos para comprender
mejor la estructura de la motivación, pero es evidente que el ánimo que una
persona siente para ponerse a buscar trabajo está íntimamente relacionado sobre
lo que piensa, sobre como son sus construcciones mentales y con lo que hace al respecto.
Existen algunas ideas que nos
ayudan a tomar decisiones para trabajar en este sentido. A este respecto
podemos trabajar y plantearnos estrategias de trabajo, sobre tres ideas que tienen que ver con el
cambio conductual: las metas, las expectativas y las atribuciones.
- Las
metas: Las personas nos movemos (actuamos) para conseguir algo. Nos
moveremos siempre que pensemos o creamos que moverse nos ayudará a lograr
aquello que deseamos. Son las llamadas metas.
- Las
expectativas: Son aquellas creencias respecto a si seremos o no capaces de
hacer algo y sobre si seremos capaces de conseguir algo. Una creencia es
un pensamiento, por medio de la cual siempre que ocurre algo lo traducimos
igual, no importa que sea verdad o no, que responda a la realidad o no,
nosotros siempre lo vamos a traducir igual, .están como grabadas a fuego
en nuestro cerebro y va a depender de nosotros o no el cambiar esta
grabación.
- Las atribuciones: Las atribuciones son inferencias causales que las personas nos hacemos para explicar lo que hacemos o sentimos. La frase : “me sudan las manos porque no soy capaz de hablar en público”. Es un ejemplo de atribución, una creencia de cómo una determinada sensación es interpretada por nosotros.
LA
PSICOECONOMÍA ES UN SENTIMIENTO, VOLVERÉ!!!!
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