jueves, 22 de octubre de 2015

ALOJAMIENTOS TURÍSTICOS ENTRE INVERNADEROS Investigación dirigida por Juan Domingo Santos seleccionada por Vicente Segui Perez




He recogido esta propuesta de investigación dirigida por el profesor de la Escuela de Arquitectura de Granada Juan Domingo Santos, en la playa de Calahonda de Granada, porque recoge muchas de las cuestiones y variables que forman parte del universo de temas que me preocupan cotidianamente. La vida  y los territorios mas a menudo de lo que creemos se mezclan y fluyen con una rapidez y sorpresa que nos desborda. El urbanista tiende a querer controlarlo todo y a veces no podemos hacer otra cosa que una buena terapéutica creativa, dotar de un cierto orden  imaginativo esa mezcolanza de cosas que surgen mas allá de la razón urbanística. Saber entender, relacionar y proponer herramientas para hacer evolucionar estos procesos en direcciones menos cancerígenas es toda una maravilla de buen hacer.

“Esta propuesta de investigación parte de una idea especulativa sobre los terrenos situados en el sur del litoral mediterráneo, ocupados por una extensa superficie de invernaderos y urbanizaciones para turistas de playa y sol durante el verano. Dos actividades independientes vinculadas a ciclos productivos opuestos -en invierno la mayor rentabilidad del suelo se obtiene del invernadero mientras que en verano se logra con la vivienda de alquiler-. Con el fin de rentabilizar aún más estas franjas de territorio junto al mar se propone superponer la producción agrícola y la explotación turística mediante una serie de actuaciones temporales que comprometen la relación entre ambas de acuerdo a ciclos estacionales de producción. La idea de acabar con la delimitación actual entre la vivienda turística y la explotación agrícola permite, además, obtener un nuevo paisaje, más atractivo y cambiante según la estación. De la mezcla de estas actividades se obtiene una heterogénea estructura de usos en unas condiciones urbanísticas particulares difíciles de repetir: ¿por qué no permitir que un invernadero sea utilizado como supermercado de productos agrícolas, restaurante o club de deportes náuticos? o ¿es posible construir ambientes que prolonguen la relación entre invernaderos, mar y arquitectura? Para mejorar las condiciones de vida de las viviendas situadas en el interior de los invernaderos se propone la retirada selectiva de los mismos por zonas y la inundación de los vacíos resultantes con agua de mar. El resultado es una especie de marisma artificial entre invernaderos durante el verano a la que se asocian los alojamientos turísticos en diferentes posiciones. Para no perder superficie de explotación agrícola, tres nuevas islas equivalentes a la forma de las marismas artificiales permiten prolongar el cultivo del invernadero sobre el mar. El interés por mantener los acontecimientos físicos del paisaje ha llevado a recuperar las ramblas como lugares de acceso al interior de las marismas a modo de una pequeña Venecia entre plásticos.


LA MARISMA ARTIFICIAL

Asociada a la Rambla Rejón y como ampliación de la urbanización turística próxima, la nueva marisma artificial se obtiene de la retirada de invernaderos en época estival, según el trazado del parcelario y los vacíos existentes. La marisma obtenida por inundación de agua de mar se asemeja a una gran plaza pública con canales interiores a modo de calles, en cuyos bordes se disponen los alojamientos turísticos junto a los invernaderos, en un escenario combinado de actividades. La superficie inundada nos permite pasear en barca o desplazarnos desde el mar a lugares ocupados por invernaderos durante el invierno, participando de este modo de un paisaje inusual y pintoresco donde pasar las vacaciones. 


LAS NUEVAS ISLAS

Las plataformas de invernaderos en el mar son islas artificiales de explotación agrícola al igual que sucede con algunas islas industriales japonesas del Pacífico o los polders holandeses, terrenos ganados al mar que llegan a ser verdaderos puertos artificiales a los que se asocian actividades económicas cambiantes según la estación. En este caso las nuevas plataformas permiten simultanear el cultivo del invernadero en invierno con la residencia turística y otros equipamientos de ocio durante el verano. Esta civilización del mar permite desplazar las relaciones entre agricultura y arquitectura sobre el agua en unas condiciones nuevas de paisaje. La aparición de estas islas se explica por la falta de terreno y la comodidad que suponen tanto para la exportación de los productos agrícolas producidos en los invernaderos como para el acceso desde el mar a las viviendas en verano. 


ALOJAMIENTOS TEMPORALES

Las nuevas viviendas junto a la marisma están elevadas sobre el mar mediante plataformas apoyadas en pilotis –como los palafitos y las cabañas de pescadores-, construidas modestamente en madera y revestidas del plástico de los invernaderos. Fuera de la frontera del tiempo, estas construcciones evocan inevitablemente las chozas de pescadores que se instalaban en el Mediterráneo en un frágil equilibrio entre la tierra y el agua. 

Los alojamientos se disponen en bandas de 4m sobre la plataforma a fin de lograr una mayor independencia respecto del suelo y mejorar las vistas hacia el mar y la montaña. Debajo, un espacio diáfano a modo de terraza cubierta, facilita la llegada de las embarcaciones y hace las veces de espacio de prolongación de la casa con la presencia de alguna estancia y la escalera de subida a la vivienda. Los alojamientos pueden tomar diferentes posiciones dependiendo de la relación que establezcan con la marisma y los invernaderos, y ser ampliados además conforme a necesidad. Pueden situarse junto a la marisma, junto a una franja de invernaderos al descubierto reutilizada como jardín, o junto a una franja de invernaderos apta para ser incorporada como vivienda o almacén. El resultado es una infraestructura elevada 3m sobre el suelo con ocupación variable dependiendo de la estación: en invierno adaptada a los trabajadores de los invernaderos y en verano, transformada para turistas, lo que proporciona perfiles distintos en la banda según la época del año. El cultivo sin suelo (hidropónico) permite incorporar en época de máxima ocupación la franja de invernaderos más próxima a fin de ser adaptada a taller/almacén o a vivienda veraniega, reutilizando la infraestructura climática del invernadero para el nuevo uso.” 

Fecha de proyecto: 2003

Arquitecto:
JUAN DOMINGO SANTOS
Colaboradores:  
CARMEN MORENO ÁLVAREZ
GREET VERELLEN
MARGARITA MARTÍNEZ
AURELIO DORRONSORO

ENCARNACIÓN SÁNCHEZ
ANTONIO JOSÉ CÉSPEDES 
ingeniero agrónomo (departamento de horticultura, estación experimental Cajamar, Almería) 
PATRICIO BAUTISTA 
ingeniero industrial, hidráulica