jueves, 24 de septiembre de 2015

EL DESARROLLO DE LA CIUDAD FUNDAMENTALMENTE SIEMPRE HA SIDO UNA TAREA COLECTIVA. texto de Lorena Garceran recogido por Vicente Seguí Pérez


No me resisto a colgar unos párrafos de la arquitecta Lorena Garceran, recogidos de unos apuntes suyos, podría colgar otros muchos, pero para un post, en un Blog como este, expresa muy bien cuestiones que están recogidas en otros múltiples textos de "Territorios Nuestros" y estan dichos con mucha pedagogía y síntesis: 

"El desarrollo de los hábitats humanos hasta la revolución industrial fue fundamentalmente una tarea colectiva. Desde las aldeas primitivas hasta las ciudades renacentistas, la gran mayoría de estos hábitats no fueron el producto exclusivo de una macro-decisión fundacional, no surgían de los tableros de especialistas en función de un “acto de diseño”, no respondían a modelos preconcebidos, sino que eran el resultado orgánico de un conjunto de micro-decisiones y acciones colectivas impulsadas por la búsqueda de respuestas en el aquí y ahora, mediante procesos de prueba y error adaptados forzosamente a los ritmos biológicos, a las necesidades y deseos de la colectividad; son, pues, el producto de la creación a lo largo del tiempo de una cultura colectiva de relación con el entorno específico, su configuración física, su clima y sus recursos.

Todas las prácticas sociales han desarrollado espacios adaptados a las mismas y todas las relaciones de jerarquía social se han expresado en la forma de ubicaciones y sistemas de acceso preferenciales. Y, por tanto, especialmente desde el nacimiento de la ciudad como salto cualitativo y cuantitativo con respecto a la aldea, los conflictos sociales siempre han tenido una importante componente espacial relacionada con las desigualdades en las posibilidades de localización y acceso a los usos, bienes y actividades y a los flujos de energía y de materiales.

El uso del orden geométrico y de modelos predeterminados, que conllevaba la necesidad de un proceso previo de configuración llegó por la necesidad de acelerar el proceso de implantación sobre el territorio por diversos motivos, originalmente defensivos y ofensivos.  Más adelante continuó con el urbanismo moderno como disciplina paliativa surgida frente a las consecuencias en términos de in habitabilidad de las ciudades en acelerado crecimiento del primer industrialismo; como instrumento de ordenación de los nuevos usos urbanos y como mecanismo regulador del naciente mercado inmobiliario, entre otros cometidos, perdiendo ya desde los inicios encuentro con las disciplinas territoriales. Hay que señalar que donde mejor funcionaron estos mecanismos en cuanto a su traducción a la forma urbana, a la arquitectura y a los usos fue en la ciudad burguesa, donde los objetivos de habitabilidad y calidad espacial eran intrínsecamente innegociables, como no podía ser de otra forma.

Pero el urbanismo fue renunciando a sus funciones configuradoras del espacio urbano y social para convertirse en un mero mecanismo de reparto del suelo según los criterios del mercado inmobiliario, éste último fue adquiriendo preponderancia en sí mismo hasta llegar a finales del siglo XX al momento en que era el mercado mismo el que lógicamente mejor podía cumplir esa única función residual, llegando el momento en que la planificación directa por parte del mercado hizo inútil el planeamiento urbanístico propiamente dicho."