Es cierto que otras ciudades están peor que la nuestra. Pero
eso formaba parte de sus identidades, lo que no ocurría con nosotros. Nosotros nos
sentíamos herederos de otras maneras de entender y hacer las cosas, por eso
aspirábamos a una sociedad más justa y menos codiciosa, más trasparente y por
tanto más competitiva y cooperante. Málaga era una
sociedad dinámica y vital, ahora es una sociedad con muy pocas
oportunidades y con un gran desasosiego,
hemos perdido, otros han ganado.
El punto de inflexión de esta ciudad , el principio del fin,
fue hacia finales de la década de los ochenta, principios de los noventa. Nos
convertimos en una sociedad en la que cada uno luchaba por si mismo y para si
mismo, nuestros pilares sociales mas sólidos y mejor estructurados se empezaron
a resquebrajar, como alguien decía :”¿como han llegado estos que están hoy a
ser los representantes de nuestra sociedad civil y política?”. No lo sabemos ,
no sabemos cuando todo empezó a romperse, como gente útil que entendía se quito
de en medio o se la quitó de en medio y se puso en su lugar a ineptos
desreguladores, mas por lo que no sabían
que por lo que sabían. Seguramente no pasó de la noche a la mañana
, el proceso duró algún tiempo, hasta
que nos dimos cuenta, que ya todo estaba enredado.
En algún momento dejamos de creer en nuestra capacidad de
organización, de inteligencia. Vimos a los partidos políticos como una fuente
de problemas o así se expresaron ellos
y así nos lo señalaron , aunque no todos fueran lo mismo. Pero la cosa es
simple no podemos cambiar la sociedad sin mejorar la organización: ¿cuáles son
los atractivos que hoy ofrece esta ciudad?¿Cuál es nuestro sistema urbano y
social?¿En donde ponemos hoy nuestra esperanza y nuestra razón?. No obstante
hoy al menos tenemos claro que la ruta que seguimos no es la
acertada, que los cambios que se nos ofrecen son falsos, que nada es así como
nos lo quieren contar. Y esto no es justo, no es suficiente, no sirve como
alternativa para nada. Esta creando tal brecha social, que en palabra de
Stiglitz diríamos : “Lo bien que están los que están arriba y lo pobre que son los que están abajo del
todo”. Y esta frase nos recuerda tantos pasos atrás que el retroceso ya nadie
lo duda.
Nos estamos acostumbrando al abuso, al abuso al sistema
público, al abuso al los empleados, al abuso a los emprendedores, a los
profesionales, a las pequeñas y medianas empresas, a los sindicalistas....pero
esto nada tiene que ver con crear un sistema social adecuado a nuestras
necesidades y responsabilidades. Gastamos los recursos que nos quedan y luego
queremos dar algo, una pequeña parte, como respuesta. Nuestras estructuras
urbanas están cada vez más divididas y
se refuerzan a sí mismas.
Nuestra ciudad tiene un mal equilibrio, una frustración y un
desengaño evidente. Sabemos que el equilibrio es complicado y esta ciudad ha
perdido tal cantidad de capital humano que hoy no sabe ni donde está, ni los
mercados están contentos con esta debilidad e ignorancia económica que hoy nos
rodea. Málaga no se merece este desmoronamiento, ni esta absurdez de ocio y
cruceristas que hoy enarbolan sus políticas económicas urbanas.