martes, 18 de diciembre de 2012

HACER CIUDAD ES SABER ENTENDER EL ESPACIO DE LA COLECTIVIDAD



Todos los movimientos sociales nacen de la comunicación, de las relaciones y del intercambio. El individuo aislado no tiene fuerza, aunque se enfade o se indigne. Puede suicidarse, eso sí. Los suicidios son lo que precede a las revoluciones. La gente pasa de la humillación a la autodestrucción. La suerte es que existe un espacio de comunicación, Internet, en el que muchos jóvenes viven.



 La gente se organiza donde vive. Los obreros se comunicaron en las fábricas, los jóvenes de hoy lo hacen en Internet, pero es vital que luego ocupen el espacio público. Ocupar las ciudades es la antesala de la existencia de todo movimiento. Al ocupar un espacio público, la gente se da cuenta de que existe y de que puede imponer su derecho a la ciudad por encima de las reglas dominantes.

Lo que produce los cambios históricos es la combinación de un espacio de comunicación, un espacio de reunión, y de un espacio de incidencia política. Son las viejas libertades (de reunión, de expresión) traducidas a la era digital. Los movimientos nacen en la Red pero se organizan en el espacio urbano. Y como la ocupación del espacio urbano no se puede eternizar (a veces de eso se encarga la policía) se repliegan en la Red, pero no desaparecen. El espacio público que ha reconocido su existencia queda marcado para volver a ser usado en el tiempo.

El espacio público es el espacio físico comunicado y civilizado. Este es el sujeto clave de la urbanidad, de la ciudad y por tanto de la comunicación y de los movimientos sociales. Aquella política que pierde la capacidad de comunicarse en el espacio de lo público se aleja de la ciudadanía  y pierde su razón de ser. Hacer ciudad es saber entender el espacio de la colectividad, es saber manejar el rito de la magia urbana, detectar los puntos donde se cargan los movimientos de comunicación para expandir su energía y conformar la ciudad.

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