El viernes pasado el frío se había desbordado en Málaga. Me
fui a la librería LUCES, sabía que Pilar no estaba, se hahía ido
a Argentina a ver a su hija, una
esplendida medioambientalista que se
está abriendo su vida por esas tierras, como le esta ocurriendo a tantos
jóvenes bien formados en nuestras universidades públicas y que hoy son punta de lanza en muchos
países. Bueno como decía Pilar no estaba, pero me había acercado a
escuchar algo sobre la crisis de la socialdemocracia, resultó mas añejo de lo
esperado, no obstante había calor humano y sobre todo muchos libros, una
adición de la que no puedo pasar aunque me estrese.
Pero lo que pretendía ese viernes era acercarme a c/San
Lorenzo, en el SOHO al ESTUDIO de Ignacio del Río a ver una exposición que
prometía y mucho y no me defraudó nada: 30 AÑOS, 7 MESES y 5 DIAS que
protagonizaban Chema Lumbreras, Rafael Alvarado y Sebastián Navas. Aunque nuestra madre tierra se había
desbordado y extendido un manto de frío de lo mas considerable, el bullicio de
la puerta de la exposición nos indico
que allí se encontraba lo que buscábamos.
La exposición tiene titulo de pena judicial y no computada , vamos de
las que hay que cumplir quieras o no, pero la pena se había convertido en arte,
el castigo en virtud y la desgracia en
creación. Aquel coqueto y pequeño estudio expresaba en sus paredes una
obra pletórica acompañada de un calor que
redujo el frió de la calle a una mera sensación hasta agradable.
No suelo hablar de mis confidencias , ni de mis experiencias
mas intimas . Vamos que me gusta la intimidad y no trato de exponerla, pero
aquella noche sentí que amaba las ilusiones que nos hacemos acerca del otro,
amaba los proyectos de futuro y que eso
me enseñaba a amar la verdad del otro. Ese otro estaba ahí, cerca de la punta
de mis dedos, en el calor de aquel espacio pequeño y en la capacidad de
creación, imaginación y solidaridad que aquellos artistas habían tenido a bien
expresar y contar para que mis intimidades y sentimientos surgieran incluso a
pesar de mi.
De pronto me di cuenta que Rafael Alvarado es hoy un
maestro, no solo pintando sino también
contando las cosas que yo había visto y releyendo la realidad como pocos lo han
hecho. Igual ocurría con Chema y Sebastián. Cuando salimos de aquella
ilusión de pasión amorosa en que habían traducido la pena carcelaria
aquellos artistas nos dimos cuenta que habíamos aprendidos a amar más, a no dejar
de querernos , a querernos tal como somos, pues de la pasión ilusoria del
arte al amor verdadero hay un paso. El
arte siempre a estado del lado de la verdad, sin verdad no hay arte.
He escrito este post para que nadie deje de ver esta “pasión
amorosa” colgada en le ESTUDIO de Ignacio del Río en C/San Lorenzo en el SOHO
merece la pena , son pocas obras , aunque es difícil que podáis sentir como
de desbordó nuestra madre tierra aquella noche y como se transformo en calor
por la energía creativa de todas aquellas personas que rodeaban las obras y
acompañaban a aquellos artistas.
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