miércoles, 8 de junio de 2016

(III y ultima parte) ¿ES DIFICIL SANAR LA "HERIDA" DEL MODELO URBANO DE MARBELLA PRODUCIDA POR EL "APAGÓN DEMOCRÁTICO DEL "GILISMO"? . Escrito por Vicente Segui


El mundo contemporáneo, esta lleno  de bondades pero también esta lleno de “cubos de basura”, de “sinsentidos” como he dicho ¿Dónde está la semilla del progreso urbano que reivindicamos?. Porqué reivindicamos un modelo distinto, mas igualitario, mas justo, mas transparente, mas participativo. Este modelo distinto que reivindicamos está en la dilación y la difamación, o en los derechos y responsabilidades de la sociedad que crea la ciudad. Está solo en sus formas y proyectos por muy arrogantes que sean, o está en las maneras en que se organice la vida y actividades de las  personas. ¿Es decir nos interesan los proyecto y acciones inconexas, emblemáticas, o apostamos por proyectos urbanísticos, por proyectos que organicen ciudad, que construyan estructuras urbanas eficientes?.

No todos los modelos urbanos sirven para mejorar la justicia social, la igualdad y la libertad. Claro que el error urbano es parte de la vida de una ciudad, pero por eso los urbanistas somos “·curadores”, somos artesanos,  no somos siempre científicos en el sentido que lo considera la ciencia,  creemos en las posibilidades de erradicación del sufrimiento. Porque redefinir un modelo urbano “maltratado” no es una cuestión de forma(estética), ni de capacidad económica (economía) sino de reconocer que existe una sociedad con la que se puede colaborar moldeando un proyecto fundamentado en la ocupación de la ciudad como bien público.

¿Es difícil de sanar la “herida” de Marbella?

Ya he respondido a esta pregunta, sobre la alta dificultad que entraña encontrar ese nuevo modelo “sano” que sea capaz de ser “inclusivo” con muchos de los problemas o preguntas que la ciudad nos pone hoy sobre la mesa.

Las ciudades atraviesan la vida recibiendo golpes, y debemos darnos cuenta que el problema nunca es el golpe, aunque es evidente que los hay mayores y menores, lo importante es la capacidad de respuesta o la respuesta en si que la ciudad lleva a cabo  en la mejora de su modelo para salir mejor del “golpe”.

Claro que me interesan las “formas” de este modelo, las formas sistémicas del modelo o el proyecto urbanístico del mismo es esencial,  por cierto no tiene que tener una única forma, pero si tiene que ser capaz de dar respuestas a los retos nuevos que la ciudad tiene, eso es lo que me interesa del proyecto, que sea capaz de ser “sistemico” que sea capaz de organizar ciudad. Estos retos del modelo habrá que formularlos con claridad, sobre: turismo, participación, transparencia, movilidad, limpieza, planificación, educación, sanidad, empleo....etc.

Pero hay algo en lo que me gustaría incidir hoy, que ya he repetido, y que para mi es la clave actual para el progreso de las ciudades y territorios, el fomento de la cultura de la organización. Las ciudades avanzan y se transforman a un ritmo endiablado, y nuestra capacidad de organización no puede deambular a ritmo de caracol, cuando no va en el sentido del cangrejo (con importantes regresiones) o se inmoviliza durante años como el anclaje de un mejillón. Las ciudades son artefactos tan complicados que para conducirlas  o nos quedamos parados por temor a no saberlas liderar o las conducimos de forma lenta, con luces cortas y obsesionados en observar solo con el retrovisor o en algunos casos sufrimos un golpe que a veces puede ser “traumático”.

Esta cultura de la organización que debemos impulsar,  engloba ideas que tienen que ver con la creación y dinamización de equipos,  con el liderazgo, con la capacidad de iniciativa y de cooperación, de talento desde una perspectiva pública y privada, con la articulación de redes, con la sensibilización de impulsar los cambios que la sociedad desea, con respondernos a la pregunta si somos capaces de hacer mejor organización, mas colaborativa y empática, con la inteligencia colectiva, con el papel de los cargos, los técnicos, los empleados en general, con la transparencia, la participación y el dialogo, con los métodos de inclusión de necesidades y la valoración de los espacios relacionados con el empleo y la producción o distribución económica, con el equilibrio entre la microgestión y la gestión estratégica, con querer preguntarnos ¿Qué cambio de organización del modelo queremos? ¿De qué intensidad? ¿En cuanto tiempo? ¿Con qué recursos?...¿Qué alianza estamos dispuestos a establecer con la ciudadanía, con las empresas...?...

Y en este contexto, quisiera ahondar en una idea mas, no todas las causas que han dañado el modelo que ha heredado hoy Marbella generan los mismos efectos en todos los sitios, ni la mismas causas producen los mismos efectos. En la manera de lo posible debemos huir  del determinismo o del mimetismo. Cada ciudad tiene su modelo único construido con las respuestas que da a sus retos propios. Cada ciudad tiene su propio modelo urbano.

Por ultimo, además debemos preguntarnos:  ¿antes del supuesto problema que heredó Marbella, que factores tenia el modelo previo  para protegerse  de lo que vino después?, y cuando vino el problema ¿el modelo como respondió y como cambió?, y tras el problema ¿que factores debemos cambiar para que el modelo pueda responder con mas acierto a ese  y otros nuevos problemas venideros?..

Por eso os digo, que el modelo urbano es un tricotar continuo,  es falso el axioma de que existe un modelo ideal, es una artesanía de día a día. Debemos asumir y definir que líneas estratégicas queremos desarrollar  para que la ciudad “navegue bien” y este “acuerdo de responsabilidad urbana” debe sustentarse sobre la participación de los ciudadanos.


La tarea pendiente es urgente, y políticamente difícil. Necesitamos cambiar a fondo muchas cuestiones, incluso cambiarles el nombre, porque como dice Bernardo Ycenga, el “régimen jurídico y económico del suelo importa, pero la ciudad importa mucho más”