(Ponencia presentada en Marbella en unas jornadas dedicadas al "Apagón Democrático" del "Gilismo" los dias 25 al 27 de mayo 2016 organizadas por Jorge Lemos)).
Soy economista y urbanista, aunque cada vez mas me
siento un terapeuta urbano. No soy como veis arquitecto, por eso no os hablaré
tanto de formas, aunque quedaros siempre con la idea que la ciudad es como una pantalla de libertad donde se
manifiestan muchas formas, pero no todos los relatos formales son buenos para
conseguir unas ciudades y una vida urbana mejores, sin desigualdades forzadas,
socialmente productivas y medioambientalmente idóneas, y es desde esta posición
desde la que quiero contaros algunas cosas sobre los modelos urbanos y
de estos, en relación a Marbella.
Pasados los años, que no son tantos, la pregunta que me planteo y os planteo, es
¿cómo ha sido “depurado” el modelo
urbano de Marbella, creado por eso que
denominamos el “apagón democrático”
del “gilismo”?. ¿Ha sido entendido como un trauma que necesita de una
cierta catarsis? O solo, se ha
entendido como un acontecimiento más, como cualquier otra variación de cambio
de gobierno.
Visto desde fuera no estoy muy seguro, si es que
Marbella se siente “volviendo a la vida” después de un “trauma”, desde una
posición de “resilencia”, o para Marbella la época gilista no ha supuesto ninguna herida, y por tanto,
no tiene nada que resteñar y ni nada que “reformar”. ¿Qué tenemos que cambiar
del modelo si aceptamos que todo fue normal?, ¿ Que tenemos que cambiar, si
pensamos que solo hubo algunos errores jurídicos no bien articulados, pero en
ningún caso los entendemos como fallos del modelo social y urbano propuesto por
el gilismo?.
De alguna forma el “gilismo” ha quedado como una
cierta “banalidad”, parece como si la sociedad no hubiera participado en su
modelo. Pero lo cierto es que ese modelo existió y se ha impregnado en el ADN
de Marbella y en muchos mas sitios de este país, maneras de hacer, que han
dejado una enorme hipoteca que lastra el presente con decisiones del pasado
reciente. Y arreglar esto no es ni de lejos una tarea fácil.
Tiene su interés saber en que punto “como colectivo”
estamos, porque igual todavía no somos conscientes si realmente Marbella tiene
alguna “herida “ en términos urbanos. ¿Tiene Marbella algo más que analizar que
su red de convenios interesados o los acuerdos entre promotores y el
Ayuntamiento para llevar a efecto exageradas ordenaciones que les permitieran
consolidar activos personales y empresariales? ¿Hay algo que la haga
estructuralmente diferente a cualquier otra ciudad que haya sufrido la
presión y manipulación de promotores,
que no sea la infinidad de argumentos jurídicos o económicos? o dicho de otra
manera, ¿tiene alguna “herida” abierta significativa, en su contemporaneidad pendiente de “resteñar”?, porque si es
así, habrá que “tocar la herida” y
aprender a “navegar por ese torrente” que supuso el gilismo. Porque estas
historias, sea cual sea el resultado que nos traigan, nos deben dejar
lecciones, porque no todas la ciudades se han comportado de la misma manera
cuando se han planteado sus problemas de gestión y diseño desde lo publico. Ha
habido ciudades que han desarrollado actuaciones, grandes incluso, que han sido
bien llevadas, alcanzando el grado de
modélicas , sin producir efectos negativos.
Desde esta experiencia, desde el análisis de sus
historias, de las preguntas que nos hagamos, podremos saber en que falló el
“modelo” y en qué no puede volver a “fallar”, porque si no comprendemos el
“trauma” y nos dejamos arrastrar por la
inercia, nos costará mucho más ponernos a “flote”. Y el reto esta ahí. Porque
no se trata de recetarios, ni de medicalizar la ciudad, no hay una pastilla
concreta, se trata de poner respuestas a las preguntas, poner recursos,
profesionales adecuados, equipos coordinados,
gestionar intangibles, organizar estructuras, a veces la mejor respuesta
proviene del modo de “escuchar al paciente”, poner sobre la mesa “programas” ,
hacer Dafos que nos construyan puentes para llegar a las respuestas, hacer
“estrategias” para ver hasta que punto somos capaces de desbloquear esas
respuestas “tangibles” que se han convertido en corazas tan nuestras que nos
impiden observar que la ciudad también puede ser otra cosa. Del mismo modo que
existe una gestión de lo tangible, también existe una gestión de lo intangible,
una gestión de la organización, de las respuestas que damos a la preguntas, del
modo que construimos redes o interactuamos, y que además podemos y debemos
experimentar y evaluar.
Los problemas de nuestras ciudades y territorios hoy
son de organización en todos los sentidos, de ayudar a resolver los
“sinsentidos” que nos rodean, la basura que nos hiede, los muros y cortapisas
que ponemos consciente e inconscientemente a la libertad como condición
irrenunciable de la persona. Es la organización y sus derivados la que hoy nos
impide progresar adecuadamente.