La ciudadanía a veces articula espacios como parte de la convivencia de la ciudad que en muchos casos no son
entendidos por los gobernantes, ni tampoco por algunos urbanistas, ni siquiera
las estructuras urbanas de la ciudad los reconocen, a pesar de su evidencia. En
el caso que nos ocupa, el mercado popular de la “La Salada”, así mismo, estos espacios no son registrados por los
mercados comerciales oficiales, incapaces, en algunos casos, de reconocer las
necesidades de los consumidores excluidos, que siguen consumiendo aquellos
productos que les son necesarios para su supervivencia. En cierto sentido,
estos mercados informales, construyen procesos económicos y urbanos que son
imaginativos y creativos en su producción y distribución, formulando en muchos
casos nuevas tendencias, aunque sean estos procesos imperfectos y necesiten ser mejorados. No obstante, sí
recocemos que son usados por miles de personas y forman parte de un mercado de
producción muy importante, evidentemente en unos países mas que en otros, y en
unas ciudades mas que en otras, pero no sabemos como reentenderlos, ni como
dotarlos de las aplicaciones necesarias parta adaptarlos a las condiciones
urbanas que los hagan evolucionar adecuadamente. Me estoy refiriendo, en este
caso, a los denominados “mercadillos”, “rastros”, zocos, “mercados populares” o
“ferias” u otros nombres usados según los países. Mercados de carácter
informal, de consumo y distribución de segunda mano, o de productos
rudimentarios, ecológicos, artesanos o simplemente de objetos varios que el
consumidor de a pie obtiene normalmente
a precios menores que en los mercados oficiales, en los que consumen lo
que necesitan a precios que les permiten sus ingresos.
Los gobiernos y los técnicos de las ciudades algunas veces les cuesta
entender que ocurre en la realidad mas viva de las ciudades, en esa ciudad que
sigue latiendo a pesar de todo. No saben reconocer como viven y que hacen sus
habitantes, tienen una visión muy parcial y limitada de cómo usan y sobreviven
o viven la ciudadanía. Así no quieren reconocer que mas allá de la visión
limitada y tecnocrática de su sociología urbana al uso, existe un vida repleta
de significados. Mas bien tienden a excluir y a dejar que estas partes
informales conformen “otra ciudad” de la que ellos no quieren saber. O mejor,
sí saben, pero no forman parte de la acumulación del capital “respetable” que
generan las ciudades “oficiales” o no cumplen sus modelos de ordenación
legales. Y eso, aunque la mayor parte de los urbanistas honrados no han hecho
otra cosa que recocer y dar orden a estos procesos, de los que han surgido
muchos de nuestros mejores ejemplos de convivencia.
Buenos Aires es una ciudad que ha
crecido descontroladamente dejando
lugares olvidados. La ciudad ha crecido fragmentada y su falta de políticas de
planeamiento urbano a largo plazo queda en evidencia. Es en estos espacios
(patch), donde se desencadenan los conflictos sociales. Es un modelo de ciudad
que se nutre de sus diferencias, que precisa de ellas para sobrevivir y no de
las integraciones. Una ciudad que está
constituida por llenos y vacíos, por presencias y ausencias, por memoria y
también por olvidos. En esta ciudad quedan atrapados los instantes pasados, las
voces, las huellas de lo que son y de lo que, muy a su pesar, es posible que
jamás llegaren a ser. Toda ciudad es un organismo atravesado por infinitas
tensiones, un invisible entretejido que relaciona de manera más o menos
evidente cada elemento entre sí y con la totalidad. Buenos Aires es una ciudad
fragmentada, proyectada siempre en tiempo presente, demoliendo en cada gesto el
pasado, se constituye como una sucesión de espacios inconexos, resueltos en
forma más o menos afortunada y librados a la suerte de sus propios intereses.
Es la grandeza y la magia de Buenos Aires y aun así Buenos Aires expresa toda
ella un sentimiento de totalidad.
Por otro lado, el Gran Buenos Aires, es uno de los polos industriales y
económicos más dinámicos y competitivos que tiene Argentina y Sudamérica El
PIB
de
la urbe es de 362.000 millones de dólares (2008), equiparándose a las economías
nacionales de
Venezuela o Suecia y se ubica en el
puesto 31 de ese año en el ranking mundial. La megalopolis de Buenos Aires es
la segunda aglomeración más poblada de
de Sudamérica
y del
hemisferio sur, la tercera de
América
Latina y la quinta de
América,
convirtiéndose así en una de las 20 mayores de todo el mundo.
La ciudad informal que se extiende en Buenos Aires con sus famosas villas
porteñas,
similares a las favelas brasileñas, las
chabolas
de España, los cantegriles uruguayos, los tugurios colombianos
o
las
poblaciones callampas
chilenas, o los guetos americanos, o las periferias descompuestas
europeas existía ya desde el siglo XIX, alimentadas tanto por el éxodo rural
como por una gran cantidad de inmigrantes europeos o de otros países
latinoamericanos. El crecimiento de la misma, además de otros espacios y mercados informales, se potenció durante
la
crisis internacional de 1930
y
las crisis sucesivas de 1988 y 2001,
provocando un aumento en la desigualdad de los ingresos y de las estrategias de
localización urbana. A partir de la recuperación económica del 2003, el
importante crecimiento económico del país, la duplicación de la clase media en
la Argentina y la reducción de la desigualdad, logró un alivio para los
asentamientos precarios, que de todas formas continúan hoy presentando
importantes problemas de salubridad, condiciones sanitarias deterioradas por la
contaminación del Río de La Plata,
así como
falta de acceso a varios servicios de calidad.
En estos asentamientos informales
más de la mitad de la población no cuenta con título de propiedad del suelo, ni
cuenta con acceso regular a los servicios básicos: red de agua corriente, red
de energía eléctrica con medidor domiciliario y/o red de residuos. Se
caracterizan por ser barrios cuyos conjuntos de viviendas, presentan diferentes grados de precariedad y
hacinamiento, buscan mantener la trama urbana como continuidad del tejido de la
ciudad formal, sin mas planteamiento, ni reparo.
El distrito de Lomas de Zamora ubicado en la zona sur de Buenos Aires, que
en sus orígenes se conoció como
Pueblo
de La Paz, es uno de esos asentamientos con un marcado carácter informal
como tantos otros. Forma parte de esos procesos urbanos desconectados, periféricos,
excluidos de la gran ciudad burguesa, pero donde la vida florece, experimenta y
crea mas de lo que creemos. La provincia bonaerense, tiene actualmente 135
partidos o distritos. El
Gran Buenos
Aires (GBA) es la denominación genérica utilizada para referirse a la
magaciudad
argentina que comprende la
Ciudad
Autónoma de Buenos Aires y su conurbación dentro de la provincia de Buenos
Aires, integrada ésta a su vez por varios
partidos administrativos
con características muy distintivas, ya que en su conjunto se compone por
vastas zonas residenciales de clases sociales altas, medias y bajas, no
obstante este conjunto urbano, no constituye una unidad administrativa.
Los planos del trazado de Lomas de
Zamora, ciudad central del distrito del mismo nombre, son de 1864, bajo el
nombre de partido La Paz. En 1865 se inaugura el “Ferrocarril del Sur”, en el
paraje mas poblado en aquel entonces que era Tres Esquinas”. Como suele ocurrir
el ferrocarril trajo aparejado un incremento edilicio y comercial de nueva vida.
En 1908 llega el tranvía eléctrico a Lomas por primera vez. En
1909
fue inaugurada una parada rural del ferrocarril Midland. Raiway,
el movimiento de pasajeros era muy reducido, ya que la estación estaba en medio
de un descampado. En 1910 se identifica como ciudad con el nombre de Lomas de
Zamora, quizás debido a la presencia de pequeñas lomas en este partido ubicado
en una zona de llanuras interminables y a
Juan de
Zamora, quien compró tierras del actual partido en
1736,
que luego serían vendidas a los
jesuitas. Sin
embargo, esta ocupación duró poco ya que dos años más tarde la Compañía de
Jesús es expulsada de todos los territorios
españoles. En
1778
las tierras son subastadas para su ocupación.
A mediados del siglo XX
la estación
adquirió mayor importancia a partir de la construcción de un balneario en la
zona de lagos de agua salada ubicada frente a la parada..
Sin
embargo, con el cierre del balneario a fines de la
década
de los 70
la estación entró en un lento proceso
de abandono. Hacia mediados de la década de los 80 se hallaba en un pésimo
estado general. Los andenes se encontraban destruidos, sin iluminación ni
higiene de ningún tipo; y la segunda vía estaba robada en un tramo. La estación
carecía de oficinas y de cualquier clase de instalación ferroviaria activa. No
había personal de la empresa ni de seguridad..
El surgimiento de la Feria de La Salada a partir de 1990
hizo crecer notablemente el tráfico de la estación, que se
encontraba del otro lado del
Riachuelo.
Los pasajeros, entonces, debían bajarse en una estación derruida y cruzar
peligrosamente el río por las propias vías del puente ferroviario. Esta
situación llevo a que la Unidad de Gestión Operativa de Emergencia, por
entonces a cargo del ramal, decidiera construir una nueva estación La Salada
del otro lado del río, cercana al mercado popular ya instalado, y desactivar la
existente. La nueva estación se inauguró el 27 de enero de 2014 en la localidad
de Ingeniero Budge
, Partido de
Lomas de Zamora.
En el año 2009 la población de Lomas de Zamora es de 616.279 habitantes Es
la segunda unidad más poblada de la conurbación bonaerense, con una superficie
de 89 km2, presenta la densidad mayor de toda la provincia 6.925 hab/km2. Su
crecimiento en la década de 1990 ha
sido del 3% y del 4%, y en el 2000 su población ha tendido ha estabilizarse.
Dentro de estos “mercados populares
no oficiales o informales”, llaman la atención y en ello me quiero detener como
ejemplo de esos espacios informales, las famosas “Saladitas” de Buenos Aires.
Los orígenes de la “feria” o mercado popular “La Salada” datan de 1991, cuando
un grupo de personas, muchos de origen boliviano, país con una tradición
histórica de mercadillos callejeros, se instalaron en el barrio lomense
(distrito de Loma de Zamora) del ingeniero Budge
en
unos terrenos que en tiempos de
Perón
estaban
acondicionados como balnearios. En un principio montaron sus propios puestos
rudimentarios y vendían distintos tipos de productos, ya sean confeccionados
por ellos o importados. Cuando comenzaron a crecer reunieron a sus familias, y
luego establecieron una sociedad: Urkupiña SA, que luego se dividió en
Cooperativa Ocean y Punta Mogote
S.A.
Desde entonces la feria La Salada no ha parado de crecer:
¿Cómo lo hace?. Primero, expandiendo puestos
en diferentes puntos del país: hoy ya son unos 180 los puntos de venta que se
proveen de este shopping ilegal central a cielo abierto que es La Salada. La
novedad es que estas “ferias” llegaron a la Ciudad de Buenos Aires, donde hay
una decena de ellas bautizadas como "Saladitas". Según los informes
de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, el conurbano bonaerense,
la tierra más fértil para sembrar estos emprendimientos, sólo en el tema textil
cuenta actualmente con 66 “ferias” nutridas por La Salada. La Salada en Lomas
de Zamora, que alimenta al resto, es
hoy un gran comercio que ocupa unas 20 htas., con 40.000 pequeños puestos de
venta ilegal de ropa, calzados, discos,
películas, equipos de música, entre muchos otros productos, para abastecer a decenas de miles de compradores, con sus bares y restaurantes y sus aparcamientos
en constante ampliación La mayoría de los puestos se distribuyen entre tres grandes
espacios y otros están afuera, debajo de puestos armados con maderas y chapas,
lo largo de 15 cuadras a la orilla del riachuelo. En temporada baja llegan cada
día 500 autobuses y cientos de coches. En temporada alta alcanzan los 1.000
autobuses. La caravana de vehículos se prolonga mas de un kilómetro. El acceso
huele igual que buena parte del inmenso conurbano bonaerense, esto es a basura
quemada y a agua estancada del Riachuelo, uno de los lugares mas contaminados
del continente, donde miles de industrias , de alrededor de la capital, arrojan
desechos desde hace décadas.
En estos paramos se mueve mucho
dinero, por lo que es normal que haya atracos continuos. De hecho el acceso a
la Salada tiene vigilancia policial y seguridad privada, así como, una administración
centralizada , sobre todo en el espacio denominado Punta Mongote, el mayor y el
mas antiguo, además tiene ambulancia propia y una radio que difunde por todo el
país el programa “La Salada esta de moda”. Muchos de los clientes de la Salada
no vienen para compras minoristas. Son profesionales, que viajan mas de diez
horas, para realizar compras, las meten en sacos, y las desplazan en carritos o
contratarán a uno de los cientos de
“carreros” que se ganan la vida portando mercancías. Después lo meterán en un
autobús, donde vinieron junto a otros comerciantes y venderán estos productos
en sus tiendas. Cada martes, jueves y
domingo la “feria” acoge a decenas de
miles de personas que llegan desde las dos de la madrugada, hasta las ocho de
la mañana, procedentes de las provincias de Argentina, de Uruguay y Paraguay..
La Salada es solo un síntoma de la
“destrucción” de las economías nacionales a la que condujo el país
la aplicación de las recetas de carácter neo-liberales y de
estabilización de la macroeconomía, en el caso de Argentina por el presidente Carlos Menem (1989-1999) y en
Bolivia por el gobierno de Sanchez de Lozada.
Lo
que llevó a ambos países a atravesar una profunda crisis y una situación
hiperinflacionarias. A su vez, tanto Argentina como Bolivia dependían económicamente de la ayuda de
organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial, que condicionan su apoyo a la aplicación del
Consenso
de Washington, que suponía la privatización de casi todas las empresas estatales
y la liberalización del comercio internacional permitiendo la importación
masiva de productos extranjeros, y la firma del Tratado de Asunción que puso en
marcha al Mercado Común del Sur (MERCOSUR) con Brasil, Paraguay y Uruguay, con
el objetivo de formar un fuerte bloque económico sudamericano y establecer un
mercado común entre sus miembros
Estos factores, junto con los altos
índices
de corrupción y escasas medidas de inclusión social terminan debilitando el
sistema
político y social de la mayoría de los países sudamericanos.
La Unión Europea calculó que La
Salada moviliza, sólo en textiles, unos 9 millones de dólares por semana y que
unas 20.000 personas compran cada vez que se pone en marcha la feria. Para
Estados Unidos y la Unión Europea, este es el emblema del pirateo, de los
“trucho”, como se conoce en Argentina a las falsificaciones. Donde se pueden
comprar productos tres y hasta cinco veces más baratos que en cualquier otro
sitio. Todo el mundo asume que la mayor parte de los productos son falsificaciones,
esto nadie pretende justificarlo. ¿Pero realmente esto afecta al comercio
oficial?. No , porque el que compra en la Salada no puede comprar en los
sitios que “otros”” les quieren vender.
Además el mayor mercado ilegal es China y en este caso nadie quiere hablar de
ello, mas bien los países europeos y de Estados Unidos se hacen socios de ella. Muchas veces la
justificación es un tanto rebuscada, pero tiene su lógica. Así dice la
propaganda “No compre réplicas”,
“Violar una marca esta mal”, pero también hay un cierto derecho a que la gente
que no tiene dinero quiera usar las zapatillas
u otro tipo de prendas que usan sus ídolos y que ven continuamente por
televisión. En realidad no se engaña a nadie. El que compra algo “trucho” sabe
lo que compra.
Estados Unidos ha expresado muchas
veces su preocupación por el crecimiento de este "emblema mundial del
comercio y la producción de mercadería falsificada" y ha pedido
"enfocar actividades y recursos en la lucha contra la falsificación".
Considera que son “productos pirateados
o de contrabando, porque el control legal es escaso e intermitente y eso en el
mejor de los casos”. Lamenta que el gobierno de Cristina Fernández apoye este
“mercado ilegal”, hasta el punto que los directivos de La Salada han acompañado
a la presidenta en misiones comerciales en el exterior, sobre todo a África
(Angola).
Por el contrario, este paraíso de la
ilegalidad no sólo no logra encaminarse a la formalización, sino que encontró
la manera de expandirse como un pulpo de mil brazos.
Con el avance de los años 1990
también
comenzaron a venderse productos traídos sobre todo de
l
Paraguay. Esto se explica debido a la política monetaria, ya que la diferencia
cambiaria permitía adquirir productos en el país vecino a precios realmente
bajos, y venderlos en Argentina dejaba buenas ganancias. Durante la década de
1990 el crecimiento fue lento pero constante.
Uno de los grandes saltos en el crecimiento de la "feria", se dio sobre todo a
finales del 2001 y el 2002. Esto se explica claramente remitiéndonos al
estallido socioeconómico de la sociedad argentina en ese periodo. Miles de
personas habían sido arrojadas al desempleo y a la marginalidad, y por eso el
informalismo era una situación económica atrayente y necesaria.
De ese modo miles de argentinos de clase media se volcaron a la feria para
acceder a los bajos precios e hicieron de este su medio de vida revendiendo sus
productos, tanto en el
Gran Buenos Aires
como
en el Interior del país. Esta modalidad de comercio preocupa a los gobiernos
municipal y provincial por la enorme evasión de impuestos que representa. La
Camara de Comercio Argentino, considera que
La Salada comete abuso al no
pagar impuestos, ni alquileres.
La ONG argentina antiesclavista La Alameda, junto con la Confederación
General de los Trabajadores de ese país, presentaron una denuncia penal a la
Administración Fiscal de Ingresos Públicos para que investigue talleres
textiles que producen mayormente para la feria La Salada por evasión fiscal y
trabajo esclavo..
Realizaron un video denominado “La Salada esclavitud” -anexado a la
denuncia-, la ONG asegura que la feria de Lomas de Zamora factura 150 millones
de pesos por día y se sustenta en 30 mil talleres clandestinos en los que se
violan distintas normas de higiene, y donde policías e inspectores reciben
coimas para permitir este sistema de explotación”.
“La prenda te la pagan 40 centavos”, dice una costurera frente a cámara
mientras cuenta que los turnos se extienden por más de 11 horas. En las
imágenes se observan trabajadores que entran y salen del taller por la ventana
y mujeres embarazadas trabajando, entre distintos testimonios que forman parte
de la denuncia.
Si bien en el texto detallan la dirección de los tres talleres registrados
mediante cámara ubicados en Capital Federal, la ONG estima que la misma
situación se repite en al menos otros 40 talleres textiles que centralizan su
producción en La Salada.
“Mientras el Estado le quita poder adquisitivo al salario de los
trabajadores haciéndolos tributar “ganancias”, omite realizar controles sobre
este tipo de talleres regenteados por explotadores inescrupulosos disfrazados
de empresarios que tampoco tributan por la actividad que ejercen”, sostuvo la
CGT en un comunicado en el que convocan a los trabajadores a realizar un
escrache en la AFIP el lunes al mediodía.
La feria sigue hoy día creciendo. Las estadísticas arrojan números
contradictorios, pero lo cierto es que su tamaño es enorme. Un estudio de la
Unión
Europea
se encargó de investigarla, llamándola en su
informe "un emblema mundial del comercio y la producción de mercadería
falsificada".
Los gestores de la Salada siempre se han defendido, que lo único que hacen “
es vender ropa autóctona de gran calidad a precio justo”.
Raúl Fernández Wagner profesor de Urbanismo de la Universidad Nacional de
Buenos Aires ofrece una visión al respecto: “El mayor conflicto (en Buenos
Aires) es el acceso al suelo por parte de la población. De cada 10 nuevos
habitantes de Buenos Aires, seis no buscan la compra de suelo, sino que entran
en el mercado informal. Es muy difícil tener propiedad privada porque es muy
cara. En 10 años Buenos Aires duplico el PIB. Eso ha desatado también un fuerte
proceso especulativo con el suelo”....y como no, en sus mercados de consumo.
.