miércoles, 27 de marzo de 2013

¿QUÉ LES PASA A LOS DIRECTIVOS, EJECUTIVOS Y POLÍTICOS DE NUESTROS AYUNTAMIENTOS?


Los directivos, llamémoslos así de nuestras administraciones locales, que son muchos: gerentes, vicegerentes, jefes de áreas, jefes de departamentos, jefes de servicio, secretarios generales, consejeros, directores generales, asesores....etc, , están en franco estado de shok frente a los escenarios de esta crisis.  Escondidos en ese estado de monotonía facilona,  se sienten incapaces de relatar algo y si lo hacen, lo hacen rematadamente mal, no tienen emoción, ni valentía, ni deseo de cambiar nada.

No digo que no estén preparados, no entro en eso, pero les cuesta mucho trasladar cualquier mensaje a la sociedad, a sus equipos y a los contribuyentes. En momentos de crisis como las actuales, en que es mas necesario defender  mensajes, marcas corporativas (defensa de lo público),  dotar de respuestas a los problemas, en fin, hacerse visibles y responsables frente a los problemas, se ha producido una atonía, incapaces de asumir la responsabilidad de sus cargos. Estos supuestos “lideres de lo público”  han olvidado muchas de sus competencias.

¿Qué han aprendido sobre la toma de decisiones, la importancia del consenso, la disciplina, la persuasión para convencer, limar diferencias o evaluar las salidas nuevas y eficaces frente a los problemas que hoy tenemos?.  ¿Que están haciendo para superar su miedo frente a esta situación, para incorporar emociones e inteligencia a sus propuestas de gestión?.

Encerrados tras sus mesas, pretenden pasar desapercibidos, como si de cualquier trabajador se tratara, pero no lo son, son jefes, directivos, manejan escenarios, voces, discursos, matices y entonaciones. Nunca la sociedad ha necesitados tanto de ellos, de sus lenguajes y de saber estar al “frente”. Pero desgraciadamente hoy se han convertido en una pesada carga, su silencio, y su abulia por querer pasar desapercibidos ha supuesto una desgracia para todos, incluidos ellos mismos. Tienen miedo a enfrentarse a la “auditoria” social y política de los ciudadanos, piensan que todo volverá a lo “normal” y si nada se mueve ellos saldrán vivos, sin ningún impacto. Pero nada de esto va a ocurrir, las cosas no van a volver a ser iguales y los ciudadanos no van a olvidad su desgana irresponsable.

Por tanto, que no se crean que van a salir sin ningún impacto, a la sociedad les sobra, ya no quieren estos jefes “rígidos como garrotes” . Necesita volver a recuperar la credibilidad en todo estos “lideres” y directivos, que hoy no han hecho otra cosa que olvidarse de los ciudadanos y esconderse en sus sueldos seguros.

Nuestras corporaciones locales, necesitan la autenticidad, conocimiento, responsabilidad y liderazgo de las personas que dirigen las entidades que nos gobiernan. Necesitamos no solo a nuestros políticos sino a muchos de los que hoy están dirigiendo áreas, departamentos, instituciones,,,,,etc. Están obligados a demostrar su capacidad, intensidad, fuerza y claridad. Que se dejen de escudarse en otros, eso queda para el ciudadano de a pie, y este sigue peleando dando unas muestras de responsabilidad que no dan sus “jefes”. ¡Dejad el miedo limitante e interesado¡, ahora o nunca hay que superar el  miedo a hablar, a olvidarse de uno y pensar en los demás.

miércoles, 20 de marzo de 2013

LOS AYUNTAMIENTOS TIENEN QUE VOLVER A SER ELEMENTOS PROACTIVOS FRENTE A ESTA SITUACIÓN DE CRISIS

Los problemas de nuestras Administraciones Locales no son solo consecuencia de la existencia de la crisis, de la deuda y de la falta de gobierno del euro, sino de errores graves en la gestión y en la organización , llevados a efecto por sus cuerpos directivos, llenos de ignorancia y de dejadez. No solo son incapaces de plantearse la necesidad de saneamiento de sus finanzas, de ver mas allá de recortes burdos, sino que no visualizan producir nuevas políticas en la que coexistan una adecuada gestión de dichas finanzas con estímulos a la demanda y la reactivación económica y el empleo. La crisis ha dejado de ser una oportunidad, si es que alguna vez lo fue, para convertirse en un gran fracaso. Esta crisis ya no tiene nada de utilidad por si misma, no ha hecho otra cosa que acumular errores. Ni siquiera hemos reconocido que nuestro anterior modelo no era ningún modelo de éxito, salvo las políticas públicas que en vez de hacerlas más eficientes, hoy queremos desmantelar

¿Que hacen nuestras Entidades Locales?, simplemente se han apuntado a ver venir los efectos de la crisis, incapaces de reflexionar sobre el crecimiento de las economías locales, con un desempleo disparado, un endeudamiento privado elevado y unos sistemas económicos locales descompuestos y dejados a los efectos de un sistema bancario excesivamente vulnerable. En esta situación, abandonarse a ajustes fiscales de meros recortes presupuestarios llenos de torpeza no hace más que pronunciar la recesión local y dificultar la consecución de sus propios objetivos de saneamiento. Si algo han tenido las políticas locales es su innegable capacidad de innovación y creatividad, que hoy han desaparecido totalmente.


¿Que les están pidiendo las Entidades Locales a sus ciudadanos? Yo diría que abandono y dejadez, ni siquiera sabemos los ciudadanos a que nos estamos enfrentando y sacrificando a cambio. Las Entidades Locales han abandonado a sus ciudadanos a los consejos de ministros de los vienes negros y a los rumores inentendibles de las reuniones europeas. Ni siquiera los responsables y cuerpos directivos de las Entidades Locales, que son muchos y bien pagados, salen a palestra a expresar alguna opinión al respecto. Los mercados locales no paran de enviar señales de errores y graves. Nada va con estos directivos, vale no tienen ni idea, se han equivocado y no saben que decir, pero por favor dejen de invocar la cólera de los mercados como razón de ser de su ignorancia y pereza, no intenten protegernos con políticas que socavan la confianza de las empresas, no intenten reformar, pues nada saben de ello, ni siquiera criticar pues lo único que consiguen es herir los sentimientos de sus plutócratas políticos y provocar aún mas el hundimiento de los mercados locales y la depresión de los habitantes.

¿Qué nos están diciendo realmente los mercados locales?: miedo, desconfianza y soledad, es cierto, no son buenas augurios. Ser optimistas en estos momentos no es objetivo, pues nuestra economía dista mucho de estar en recuperación, reflejo de una desconexión cada vez mayor entre la productividad y los salarios. La productividad aumenta pero solo a costa de disminuir los salarios y esto es una ruina para la economía general. Si a esto añadimos que todo el mundo quiere ahora ahorrar y nadie quiere invertir, estamos inundando nuestra economía local de ahorros que no saben a donde ir, de dejadez y de apatía y este excedente de ahorro no solo aumenta los costes de los prestamos sino que además nos esta produciendo una abulia insufrible y a cambio unos sacrificios imposible de soportar y lo que es peor que no tienen causa justa. 

Los Ayuntamientos tienen que volver a ser elementos proactivos frente a esta situación de crisis, como lo fueron en las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado, no solo porque sus ciudadanos no consiguen recoger los frutos del aumento de su productividad, que desgraciadamente se esta haciendo a costa de bajar salarios, condiciones de bienestar y paro, sino también porque que cientos de miles de euros se están acumulando en los pasivos de los bancos, en fondos de ahorros y en otros lugares más opacos, frente a la escasa demanda de los consumidores, sin ver ningún motivo para poner esos dineros a trabajar.

martes, 12 de marzo de 2013

SECULARICEMOS LA CIUDAD.

Hace tiempo que vengo reivindicando el concepto de espacio laico para la conformación de nuestras ciudades, en lo que tiene de significado pluralista, antidogmático, libre, igualitario y democrático. La idea de reivindicar un “eje de la laicidad” como sistema capaz de vertebrar a la ciudad tanto en sus formas como en sus derechos , nos permite impulsar la “tolerancia activa” como ecuación fundamental del “que hacer” urbano de nuestro tiempo. “Tolerancia activa” implica aceptación de la diversidad, de la negociación y el dialogo, de la gobernanza democrática como forma de construcción de la ciudad pública. En los espacios laicos urbanos no se dogmatiza nada, no se sacralizan ideas, es un terreno poco propicio a la imposición de normas o decisiones ajenas a la voluntad de los ciudadanos implicados. Reivindico que los ciudadanos puedan consensuar sin dogmas, dialogar y llegar a acuerdos sin necesidad de imponer, ni marcar líneas rojas, salvo las que tiene que ver con nuestra dignidad y nuestros derechos.

Nuestra sociedad actual es una sociedad saludablemente relativista y a su vez excesivamente frágil, sabe lo que quiere y lo que necesita aunque no siempre sabe como llevarlo a buen puerto, y no apuesta por ideologías imperantes, ni de cielo, ni de infierno, sino por la utilidad, la lucidez y el buen gobierno, aunque le cuesta llevarlo adelante. 

Vivimos una época de total destructibilidad del consenso entre las elites sociales y entre estas y el resto de la sociedad. El consenso no es un pacto de mesa camilla. Las cosas que hoy día hacen las elites no resisten un análisis un poco serio, y los riesgos y costes que manifiestan sus propuestas son enromes mas por incapacidad que por creatividad, y lo que es peor, todos aquellos que están en su contra son despachados como ignorantes e irresponsables y considerados “hippys estúpidos” en palabras de Paul Kugman, aunque las propuestas y predicciones que hagan sean inteligentes y acertadas. 

La obsesión que la actual clase dirigente tiene por continuar con las políticas erróneas y que han significado el desastre de la economía actual es evidente, no han aprendido nada y continúan repitiendo los mismos mantras. No solo se empeñan en no darse cuenta que el déficit en si no es un peligro y que recortar el gasto indiscriminadamente en una economía deprimida es una idea terrible y que la austeridad global no tiene sentido, pero lo que es mucho peor hay quien se empeña en que para crecer hoy día no hace falta más que repetir las mismas políticas de antes: ineficientes, improductivas, nefastas medioambientalmente y socialmente injustas. Nada ha cambiado para estos, y si alguien se opone es un estúpido hippy.

Pues bien solo en una ciudad laica es en la única en la que puede brotar nuevas opciones creativas y productivas. El consenso errado de las elites actuales, su prepotencia y su radicalidad dogmática, nos ha metido en un atolladero económico y social, del que nos va a costar mucho salir. 

El caso es que las circunstancias actuales esta suponiendo una secularización de la modernidad y este no es un camino fácil. En esta crisis, como he comentado, ha dejado de creerse en utopías, y en otras absolutizaciobnes modernas, tampoco nos van a sacar de la misma las respuestas parciales, ni el neoliberalismo, ni el relativismo absoluto que estima que no hay verdades, sino solo interpretaciones. Si es verdad que la modernidad hay que mejorarla, lo mejor de la modernidad debe permanecer y hay que defenderlo: la democracia, los derechos, la igualdad, los servicios de bienestar públicos y gratuitos, los movimientos de liberación, la tolerancia, la defensa del medio ambiente, la sostenibilidad como garantía del crecimiento.... Necesitamos superar conservando. Nuestro progreso ha tenido un coste, un coste que debemos compensar con una aproximación critica al origen y no dejarnos arrastrar por viejos capitalismos trasnochados que ya sabemos sus resultados.

Pertenecemos a la era de la complejidad y la incertidumbre pero esto debe ser compensado con un conciencia individual y colectiva mayor, no degradada en dogmas. Solo desde aquí nos acomodaremos a la complejidad y la incertidumbre, nos permitiremos el lujo de no creer en nada y de asumir los mil fragmentos que nos traen los nuevos tiempos sin desquiciarnos. Recuperemos el pasado conciliándolo con la irrupción de las nuevas tecnologías. Un pacto fértil entre la complejidad y el origen. Este es el nuevo equilibrio que la época demanda.

jueves, 7 de marzo de 2013

POR UN “CRECIMIENTO HACIA ADENTRO”.

Cada vez se me antojan mas bizantinas las grandes disquisiciones sobre los conceptos absolutos que se mantienen sobre la ciudad (compacta, global, homogénea.....). Seguramente porque me siento mejor con términos como fluidez e hibridismo, y con valores cada vez mas relativos, móviles y provisionales.
Los territorios, al igual que las ciudades son interdisciplinares y su ética es aplicada (solo la practica las redime) y casuística y no ética pura. Hablar de ciudad híbrida es hablar de ciudades con identidades múltiples, plurales, mestizas. Hoy todo es una mezcla. De esa gran matriz urbana que es la ciudad, se pueden extraer combinaciones múltiples. Caben todas las combinaciones imaginables, también las inimaginables. Los distintos factores se relacionan de manera causal ,conviven pacíficamente entre ellos y se interconectan. En los casos que existe causalidad esta ya no es lineal sino compleja, cibernética, inscrita en redes complejas: ecología no lineal.

Todo puede incidir sobre todo o no incidir. Hoy hablamos de un cierto “confucionismo del desarrollo” y de nuevas teorías del crecimiento urbano, construidas sobre nuevas oportunidades, mas lúcidas y ajenas a las viejas “recetas muertas”, placebos inútiles de las dolencias vivas de la ciudad, como indican los arquitectos Salvador Moreno y Carlos Hernández, retomando el paradójico termino de “desproductividad” como nuevo camino para crecer y enfrentarse a la crisis: “arreglar lo desarreglado, compensar la huella ecológica de las aglomeraciones, transformar las energías sucias en energías limpias, rehabilitar lo mal construido, reurbanizar lo mal urbanizado, repoblar lo desertizado, acercar lo separado, generar convivencia en los barrios desintegrados, transformar en paisaje los vacíos territoriales....”Un crecimiento hacia adentro” en términos de Carlos Hernández, en contraposición a un crecimiento hacia fuera, siempre ajena a la ciudad y sus ciudadanos.

La ciudad contemporánea es de alguna forma sincrética y escéptica, todo se puede cruzar, combinar y conectar. Su hibridismo es lúcido y fluido. Hay una cierta hartura de la indigencia mental, de la dispersión perezosa, de los bloques erráticos y las frases hechas, del espacio yermo, inútil y demasiado usado.

Hubo un tiempo en que las ciudades estaban vivas, eran sacramento, energía sagrada y quienes conocían el secreto de las mismas tenían el poder .Actuaban como brahmanes, capaces de conjurar a los dioses y al destino. Hoy todo es distinto. Hoy políticos y predicadores se desgañitan casi en vano. La ciudad no vale gran cosa, la secularización tiene su coste, en consecuencia nadie se fía de nadie. Es cierto que la ciudad, al igual que la democracia, la empresa y el mercado necesitan credibilidad y confianza previa de los ciudadanos para poder funcionar, pero hoy se trata de una confianza y una credibilidad devaluada y de ahí la existencia de convenios, garantías, contratos, registros, normas, planes, ...etc.

Finalmente resulta obvio que todos los fundamentalismos que hoy emergen son intentos simplistas de atajar ese trasfondo de hibridismo fluido y secular que genera inseguridad. Se sustituye el genuino dialogo por la exhibición de gestos demagógicos, a ser posible con reclamo televisivo. Para sobrevivir a esta incertidumbre y complejidad se requieren dosis de “libertad interior”.

Conviene distinguir, hoy día, entre ciudad pública, ciudad privada, y ciudad intima. Muchas ciudades tiene vida pública, todas tienen vida privada, pero muy pocas tiene vida intima (“crecimiento hacia dentro” en los términos que hablaba el urbanista Carlos Hernández).

Entonces podemos hacer urbanismo, podemos tener confianza en la realidad, sin necesidad de tener creencias dogmáticas. El urbanismo ya no es un monopolio de funcionarios, políticos, empresarios o brahmanes. Podemos configurar una nueva ciudad, abandonándonos al gozo de tomar de aquí y de allá, con agilidad, eficiencia, inteligencia, justicia y razón, a la medida de cada ciudad. Que al fin al cabo ,esta ha sido una de las conquistas fundamentales de la modernidad: el derecho de cada cual a ser cada cual. Un derecho que pocas veces ejercemos.

martes, 5 de marzo de 2013

LA CIUDAD O ES ENCUENTRO DE LOS SERES HUMANOS O NO ES NADA.

El pasado viernes uno de marzo, resultó ser una tarde deliciosa e insólita. Insólita porque no es habitual que personas que poco tienen que ver, salvo su común filiación yantriana y su condición de seres humanos deseosos de mejorar, hablen de todo o casi todo y también como es lógico de mi tema favorito como hacer y deshacer la ciudad.

Esta conversación me permite iniciar algunas reflexiones, mas si cabe, pues ya llevo algunas, en este Blog, sobre como enfrentarnos en estos días “nuevos” al “que hacer” de lo que llamamos urbanismo. De alguna forma el titulo de la novela de Philip Roth “Sale el espectro” alumbra eso que de cuando en cuando bulle en mi cabeza el ”espectro de la ciudad”. Durante mucho tiempo para algunos hacer ciudad era una forma de camuflaje. Deshacer ese camuflaje y revelar la verdad que hay detrás, alumbrar la realidad biográfica o factual, que ha tratado de ocultar con sus ficciones irreales una parte muy importante de las nefastas políticas urbanas, es lo que trato de hacer en la mayoría de los escritos de este Blog. 

Desgraciadamente estas circunstancias están haciendo que muchos habitantes de lo urbano estén perdiendo contacto con la esencia de la ficción, abominan de ello, de la capacidad de la misma para comprender la imaginación, para inventar cosas. De alguna forma las ciudades están perdiendo su capacidad de ser una autobiografía encubierta de cada uno de nosotros, para acabar siendo simplemente la ensoñación de un tercero “mercader usurpador” que construye un sueño falso y aprovechado sobre nuestras biografías tachadas y borradas.

Las ciudades se construyen con autobiografías, no por supuesto porque ellas cuenten las vidas, sino porque todas, por alejadas que en apariencia se hallen, reelaboran urbanisticamente, que es muchos mas que las formas, la experiencia personal de sus habitantes, lo que han vivido, lo que viven y lo que no han vivido: sus sueños, sus fracasos, sus aciertos, sus obsesiones...etc, dotando a la ciudad de un significado que ya no es solo personal, sino colectivo. 

La ciudad pura, perfecta no existe y si existiera no tendría el menor interés. La ciudad al igual que la ficción y la realidad siempre está contaminada, felizmente contaminada por nuestros encuentros, que es el carburante de las ciudades. La ciudad o es encuentro de los seres humanos o no es nada, mero camuflaje, formalismo vacío, ocio turístico temático como en los parques de atracciones. 

La ciudad se debe inventar siempre a partir de lo que existe, lo que existe es el material de trabajo, no lo que no existe. La ciudad debe trabajar con hechos reales. ¿En que si no podemos basar la construcción de la ciudad?. Toda ciudad es por tanto autobiográfica, con mas o menos enmascaramiento. Para hacer ciudad hay que despojarse de las ropas y mostrar nuestro cuerpo desnudo, y partir de ahí elaborar, vistiendo, construyendo biografías bajo multicolores prendas forjadas por la creación. La desnudez inicial es el punto del partida del espectáculo urbano. Aunque en este espectáculo lo importante no es el punto de partida, sino el del llegada; no la simple desnudez inicial, sino el elaborado ropaje final. La forma con la que construimos el fondo. No podemos pretender esconder o camuflar ninguna verdad, sino usarla para que deje de ser intima y se convierta en universal, en ciudad. No es que la biografía personal no exista, ni carezca de interés, sino que lo universal, lo colectivo, la ciudad encierra entre sus ropajes el valor de la intimidad, razón de ser indiscutible de la forma urbana. 

En la construcción de la ciudad lo que cuenta no es la desnudez inicial que siempre en cualquier caso hay que tener, sino el ropaje que acompaña al fondo, porque en la ciudad la forma es el fondo: sin fondo no hay forma, solo mascara. Esa es la paradoja de las ciudades, la verdad de las mismas.