Recorro el paseo marítimo de la
zona este de la ciudad de Málaga, acompañado de mi mismo unas veces a pie y
otras en coche, bastantes veces al día y desde principios de año vengo
asombrándome de las edificaciones que están surgiendo en la playa. Es el
“renacer” de los chiringuitos. No se que es lo que tiene “costas” que cada cosa
que se pone en ellas se convierte en cemento y se revaloriza al mas puro
“bombazo” inmobiliario.
Los paseantes estamos viendo
surgir estructuras de hormigón y columnas de cemento que conforman lo que
eufemísticamente se llaman “servicios turísticos playeros” y ellos con la
connivencia del Ministerio de Costas, la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento y
el Fondo Social Europeo, alguien pide más.
En estos tiempos en que los que
se nos llena la boca de innovación, creatividad, sostenibilidad, energías
alternativas, low cost y términos similares con los que se podrían haber
planteado unos elementos “playeros” acordes con el entorno en que van a
instalarse, que lo suyo es que fueran entendidos por razones paisajísticas y
jurídicas como espacios necesitados de
levedad, fragilidad, sencillez,
ecología, desarrollados con materiales
poco duros, singulares ..etc. vemos aparecer al mas puro estilo del “pelotazo”,
grandes estructuras de cemento, tapando vistas, ocupando espacio público,
destruyendo paisaje y generando nuevas concesiones de difícil solución futura.
Pero no importa, aquí todas las instituciones se han puesto de acuerdo, los
chiringuiteros tienen poder y seguramente muchas más cosas, que los demás no
tenemos. Suena a aviso de lo que puede
ser el futuro de los Baños del Carmen.
En nuestra vida social y
personal, todos terminamos tropezando con limites de lo que deseamos o con las
experiencias que conforman nuestros gustos y que desgraciadamente parecen
incompatibles con lo que se empeñan otros, aunque estos no sean tales “otros”
sino nuestra proyección expresada en representación política. Esto nos debería
enseñar a ser modestos, y conste que lo intento, y nos debe impulsar a llevar una vida ética en la cual
reconozcamos y honremos lo que nos transciende, pero esto con estos “otros” no
va. No obstante resulta difícil sobrevivir con “criaturas” comos las
están surgiendo en las playas.
No tengo vena masoquista pero no
se porque me suena en los oídos continuamente el ¡“jodete, jodete”¡, es un
canto intensamente tribal, donde la gente se opone a reunirse con quienes son
diferentes. Pero como ciudadano me siento poco ufano, pues la tribu de los
chiringuiteros es lo que es, lo malo son los que le reconocen unos derechos que
van mas allá de lo que les corresponde
y desencadenan un aluvión de cemento y quejas. ¡No queríamos
chiringuitos pues toma chiringuitos¡ canto mañanero que resuena actualmente con las olas del mar.
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