jueves, 16 de abril de 2015

LA CIUDAD INFORMAL. EL CASO DEL MERCADO POPULAR “LA SALADA” EN BUENOS AIRES. escrito por Vicente Seguí Perez



La ciudadanía a veces articula espacios como parte  de la convivencia de la ciudad que en muchos casos no son entendidos por los gobernantes, ni tampoco por algunos urbanistas, ni siquiera las estructuras urbanas de la ciudad los reconocen, a pesar de su evidencia. En el caso que nos ocupa, el mercado popular de la  “La Salada”, así mismo, estos espacios no son registrados por los mercados comerciales oficiales, incapaces, en algunos casos, de reconocer las necesidades de los consumidores excluidos, que siguen consumiendo aquellos productos que les son necesarios para su supervivencia. En cierto sentido, estos mercados informales, construyen procesos económicos y urbanos que son imaginativos y creativos en su producción y distribución, formulando en muchos casos nuevas tendencias, aunque sean estos procesos imperfectos  y necesiten ser mejorados. No obstante, sí recocemos que son usados por miles de personas y forman parte de un mercado de producción muy importante, evidentemente en unos países mas que en otros, y en unas ciudades mas que en otras, pero no sabemos como reentenderlos, ni como dotarlos de las aplicaciones necesarias parta adaptarlos a las condiciones urbanas que los hagan evolucionar adecuadamente. Me estoy refiriendo, en este caso, a los denominados “mercadillos”, “rastros”, zocos, “mercados populares” o “ferias” u otros nombres usados según los países. Mercados de carácter informal, de consumo y distribución de segunda mano, o de productos rudimentarios, ecológicos, artesanos o simplemente de objetos varios que el consumidor de a pie obtiene normalmente  a precios menores que en los mercados oficiales, en los que consumen lo que necesitan a precios que les permiten sus ingresos.

Los gobiernos y los técnicos de las ciudades algunas veces les cuesta entender que ocurre en la realidad mas viva de las ciudades, en esa ciudad que sigue latiendo a pesar de todo. No saben reconocer como viven y que hacen sus habitantes, tienen una visión muy parcial y limitada de cómo usan y sobreviven o viven la ciudadanía. Así no quieren reconocer que mas allá de la visión limitada y tecnocrática de su sociología urbana al uso, existe un vida repleta de significados. Mas bien tienden a excluir y a dejar que estas partes informales conformen “otra ciudad” de la que ellos no quieren saber. O mejor, sí saben, pero no forman parte de la acumulación del capital “respetable” que generan las ciudades “oficiales” o no cumplen sus modelos de ordenación legales. Y eso, aunque la mayor parte de los urbanistas honrados no han hecho otra cosa que recocer y dar orden a estos procesos, de los que han surgido muchos de nuestros mejores ejemplos de convivencia.

Buenos Aires  es una ciudad que ha crecido  descontroladamente dejando lugares olvidados. La ciudad ha crecido fragmentada y su falta de políticas de planeamiento urbano a largo plazo queda en evidencia. Es en estos espacios (patch), donde se desencadenan los conflictos sociales. Es un modelo de ciudad que se nutre de sus diferencias, que precisa de ellas para sobrevivir y no de las integraciones. Una ciudad que está constituida por llenos y vacíos, por presencias y ausencias, por memoria y también por olvidos. En esta ciudad quedan atrapados los instantes pasados, las voces, las huellas de lo que son y de lo que, muy a su pesar, es posible que jamás llegaren a ser. Toda ciudad es un organismo atravesado por infinitas tensiones, un invisible entretejido que relaciona de manera más o menos evidente cada elemento entre sí y con la totalidad. Buenos Aires es una ciudad fragmentada, proyectada siempre en tiempo presente, demoliendo en cada gesto el pasado, se constituye como una sucesión de espacios inconexos, resueltos en forma más o menos afortunada y librados a la suerte de sus propios intereses. Es la grandeza y la magia de Buenos Aires y aun así Buenos Aires expresa toda ella un sentimiento de totalidad.

Por otro lado, el Gran Buenos Aires, es uno de los polos industriales y económicos más dinámicos y competitivos que tiene Argentina y Sudamérica El PIB de la urbe es de 362.000 millones de dólares (2008), equiparándose a las economías nacionales de Venezuela o Suecia y se ubica en el puesto 31 de ese año en el ranking mundial. La megalopolis de Buenos Aires es la segunda aglomeración más poblada de de Sudamérica y del hemisferio sur, la tercera de América Latina  y la quinta de América, convirtiéndose así en una de las 20 mayores de todo el mundo.

La ciudad informal que se extiende en Buenos Aires con sus famosas villas porteñas, similares a las favelas brasileñas, las chabolas de España, los cantegriles uruguayos, los tugurios colombianos  o las poblaciones callampas chilenas, o los guetos americanos, o las periferias descompuestas europeas existía ya desde el siglo XIX, alimentadas tanto por el éxodo rural como por una gran cantidad de inmigrantes europeos o de otros países latinoamericanos. El crecimiento de la misma, además de otros espacios  y mercados informales, se potenció durante la crisis internacional de 1930  y las crisis sucesivas de 1988 y  2001, provocando un aumento en la desigualdad de los ingresos y de las estrategias de localización urbana. A partir de la recuperación económica del 2003, el importante crecimiento económico del país, la duplicación de la clase media en la Argentina y la reducción de la desigualdad, logró un alivio para los asentamientos precarios, que de todas formas continúan hoy presentando importantes problemas de salubridad, condiciones sanitarias deterioradas por la contaminación del Río de La Plata, así como falta de acceso a varios servicios de calidad.

En estos  asentamientos informales más de la mitad de la población no cuenta con título de propiedad del suelo, ni cuenta con acceso regular a los servicios básicos: red de agua corriente, red de energía eléctrica con medidor domiciliario y/o red de residuos. Se caracterizan por ser barrios cuyos conjuntos de viviendas,  presentan diferentes grados de precariedad y hacinamiento, buscan mantener la trama urbana como continuidad del tejido de la ciudad formal, sin mas planteamiento, ni reparo.
El distrito de Lomas de Zamora ubicado en la zona sur de Buenos Aires, que en sus orígenes se conoció como Pueblo de La Paz, es uno de esos asentamientos con un marcado carácter informal como tantos otros. Forma parte de esos procesos urbanos desconectados, periféricos, excluidos de la gran ciudad burguesa, pero donde la vida florece, experimenta y crea mas de lo que creemos. La provincia bonaerense, tiene actualmente 135 partidos o distritos. El Gran Buenos Aires (GBA) es la denominación genérica utilizada para referirse a la magaciudad argentina que comprende la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y su conurbación dentro de la provincia de Buenos Aires, integrada ésta a su vez por varios partidos administrativos con características muy distintivas, ya que en su conjunto se compone por vastas zonas residenciales de clases sociales altas, medias y bajas, no obstante este conjunto urbano, no constituye una unidad administrativa.

 Los planos del trazado de Lomas de Zamora, ciudad central del distrito del mismo nombre, son de 1864, bajo el nombre de partido La Paz. En 1865 se inaugura el “Ferrocarril del Sur”, en el paraje mas poblado en aquel entonces que era Tres Esquinas”. Como suele ocurrir el ferrocarril trajo aparejado un incremento edilicio y comercial de nueva vida. En 1908 llega el tranvía eléctrico a Lomas por primera vez. En 1909  fue inaugurada una parada rural del ferrocarril Midland. Raiway, el movimiento de pasajeros era muy reducido, ya que la estación estaba en medio de un descampado. En 1910 se identifica como ciudad con el nombre de Lomas de Zamora, quizás debido a la presencia de pequeñas lomas en este partido ubicado en una zona de llanuras interminables y a Juan de Zamora, quien compró tierras del actual partido en 1736, que luego serían vendidas a los jesuitas. Sin embargo, esta ocupación duró poco ya que dos años más tarde la Compañía de Jesús es expulsada de todos los territorios españoles. En 1778 las tierras son subastadas para su ocupación.

A mediados del siglo XX la estación adquirió mayor importancia a partir de la construcción de un balneario en la zona de lagos de agua salada ubicada frente a la parada.. Sin embargo, con el cierre del balneario a fines de la década de los 70 la estación entró en un lento proceso de abandono. Hacia mediados de la década de los 80 se hallaba en un pésimo estado general. Los andenes se encontraban destruidos, sin iluminación ni higiene de ningún tipo; y la segunda vía estaba robada en un tramo. La estación carecía de oficinas y de cualquier clase de instalación ferroviaria activa. No había personal de la empresa ni de seguridad..

El surgimiento de la Feria de La Salada a partir de 1990 hizo crecer notablemente el tráfico de la estación, que se encontraba del otro lado del Riachuelo. Los pasajeros, entonces, debían bajarse en una estación derruida y cruzar peligrosamente el río por las propias vías del puente ferroviario. Esta situación llevo a que la Unidad de Gestión Operativa de Emergencia, por entonces a cargo del ramal, decidiera construir una nueva estación La Salada del otro lado del río, cercana al mercado popular ya instalado, y desactivar la existente. La nueva estación se inauguró el 27 de enero de 2014 en la localidad de Ingeniero Budge , Partido de Lomas de Zamora.

En el año 2009 la población de Lomas de Zamora es de 616.279 habitantes Es la segunda unidad más poblada de la conurbación bonaerense, con una superficie de 89 km2, presenta la densidad mayor de toda la provincia 6.925 hab/km2. Su crecimiento en la década de  1990 ha sido del 3% y del 4%, y en el 2000 su población ha tendido ha estabilizarse.

 Dentro de estos “mercados populares no oficiales o informales”, llaman la atención y en ello me quiero detener como ejemplo de esos espacios informales, las famosas “Saladitas” de Buenos Aires. Los orígenes de la “feria” o mercado popular “La Salada” datan de 1991, cuando un grupo de personas, muchos de origen boliviano, país con una tradición histórica de mercadillos callejeros, se instalaron en el barrio lomense (distrito de Loma de Zamora) del ingeniero Budge en unos terrenos que en tiempos de Perón estaban acondicionados como balnearios. En un principio montaron sus propios puestos rudimentarios y vendían distintos tipos de productos, ya sean confeccionados por ellos o importados. Cuando comenzaron a crecer reunieron a sus familias, y luego establecieron una sociedad: Urkupiña SA, que luego se dividió en Cooperativa Ocean y Punta Mogote S.A.

 Desde entonces la feria La Salada no ha parado de crecer: ¿Cómo lo hace?. Primero, expandiendo puestos en diferentes puntos del país: hoy ya son unos 180 los puntos de venta que se proveen de este shopping ilegal central a cielo abierto que es La Salada. La novedad es que estas “ferias” llegaron a la Ciudad de Buenos Aires, donde hay una decena de ellas bautizadas como "Saladitas". Según los informes de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, el conurbano bonaerense, la tierra más fértil para sembrar estos emprendimientos, sólo en el tema textil cuenta actualmente con 66 “ferias” nutridas por La Salada. La Salada en Lomas de Zamora, que alimenta al resto,  es hoy un gran comercio que ocupa unas 20 htas., con 40.000 pequeños puestos de venta  ilegal de ropa, calzados, discos, películas, equipos de música, entre muchos otros productos, para abastecer  a decenas de miles  de compradores, con sus bares y restaurantes y sus aparcamientos en constante ampliación La mayoría de los puestos se distribuyen entre tres grandes espacios y otros están afuera, debajo de puestos armados con maderas y chapas, lo largo de 15 cuadras a la orilla del riachuelo. En temporada baja llegan cada día 500 autobuses y cientos de coches. En temporada alta alcanzan los 1.000 autobuses. La caravana de vehículos se prolonga mas de un kilómetro. El acceso huele igual que buena parte del inmenso conurbano bonaerense, esto es a basura quemada y a agua estancada del Riachuelo, uno de los lugares mas contaminados del continente, donde miles de industrias , de alrededor de la capital, arrojan desechos desde hace décadas.

En estos paramos se mueve mucho dinero, por lo que es normal que haya atracos continuos. De hecho el acceso a la Salada tiene vigilancia policial y seguridad privada, así como, una administración centralizada , sobre todo en el espacio denominado Punta Mongote, el mayor y el mas antiguo, además tiene ambulancia propia y una radio que difunde por todo el país el programa “La Salada esta de moda”. Muchos de los clientes de la Salada no vienen para compras minoristas. Son profesionales, que viajan mas de diez horas, para realizar compras, las meten en sacos, y las desplazan en carritos o contratarán  a uno de los cientos de “carreros” que se ganan la vida portando mercancías. Después lo meterán en un autobús, donde vinieron junto a otros comerciantes y venderán estos productos en sus tiendas. Cada martes, jueves  y domingo la “feria” acoge  a decenas de miles de personas que llegan desde las dos de la madrugada, hasta las ocho de la mañana, procedentes de las provincias de Argentina, de Uruguay y Paraguay..

La Salada es solo un síntoma de la “destrucción” de las economías nacionales a la que condujo el país la aplicación de las recetas de carácter neo-liberales y de estabilización de la macroeconomía, en el caso de Argentina por el presidente Carlos Menem (1989-1999) y en Bolivia por el gobierno de Sanchez de Lozada. Lo que llevó a ambos países a atravesar una profunda crisis y una situación hiperinflacionarias. A su vez, tanto Argentina como Bolivia  dependían económicamente de la ayuda de organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial,  que condicionan su apoyo a la aplicación del Consenso de Washington, que suponía la privatización de casi todas las empresas estatales y la liberalización del comercio internacional permitiendo la importación masiva de productos extranjeros, y la firma del Tratado de Asunción que puso en marcha al Mercado Común del Sur (MERCOSUR) con Brasil, Paraguay y Uruguay, con el objetivo de formar un fuerte bloque económico sudamericano y establecer un mercado común entre sus miembros   Estos factores, junto con los altos índices de corrupción y escasas medidas de inclusión social terminan debilitando el sistema político y social de la mayoría de los países sudamericanos.
La Unión Europea calculó que La Salada moviliza, sólo en textiles, unos 9 millones de dólares por semana y que unas 20.000 personas compran cada vez que se pone en marcha la feria. Para Estados Unidos y la Unión Europea, este es el emblema del pirateo, de los “trucho”, como se conoce en Argentina a las falsificaciones. Donde se pueden comprar productos tres y hasta cinco veces más baratos que en cualquier otro sitio. Todo el mundo asume que la mayor parte de los productos son falsificaciones, esto nadie pretende justificarlo. ¿Pero realmente esto afecta al comercio oficial?. No , porque el que compra en la Salada no puede comprar en los sitios  que “otros”” les quieren vender. Además el mayor mercado ilegal es China y en este caso nadie quiere hablar de ello, mas bien los países europeos y de Estados Unidos  se hacen socios de ella. Muchas veces la justificación es un tanto rebuscada, pero tiene su lógica. Así dice la propaganda  “No compre réplicas”, “Violar una marca esta mal”, pero también hay un cierto derecho a que la gente que no tiene dinero quiera usar las zapatillas  u otro tipo de prendas que usan sus ídolos y que ven continuamente por televisión. En realidad no se engaña a nadie. El que compra algo “trucho” sabe lo que compra.

Estados Unidos ha expresado muchas veces su preocupación por el crecimiento de este "emblema mundial del comercio y la producción de mercadería falsificada" y ha pedido "enfocar actividades y recursos en la lucha contra la falsificación". Considera  que son “productos pirateados o de contrabando, porque el control legal es escaso e intermitente y eso en el mejor de los casos”. Lamenta que el gobierno de Cristina Fernández apoye este “mercado ilegal”, hasta el punto que los directivos de La Salada han acompañado a la presidenta en misiones comerciales en el exterior, sobre todo a África (Angola).

Por el contrario, este paraíso de la ilegalidad no sólo no logra encaminarse a la formalización, sino que encontró la manera de expandirse como un pulpo de mil brazos. Con el avance de los años 1990 también comenzaron a venderse productos traídos sobre todo del Paraguay. Esto se explica debido a la política monetaria, ya que la diferencia cambiaria permitía adquirir productos en el país vecino a precios realmente bajos, y venderlos en Argentina dejaba buenas ganancias. Durante la década de 1990 el crecimiento fue lento pero constante.

Uno de los grandes saltos en el crecimiento de la "feria", se dio sobre todo a finales del 2001 y el 2002. Esto se explica claramente remitiéndonos al estallido socioeconómico de la sociedad argentina en ese periodo. Miles de personas habían sido arrojadas al desempleo y a la marginalidad, y por eso el informalismo era una situación económica atrayente y necesaria.

De ese modo miles de argentinos de clase media se volcaron a la feria para acceder a los bajos precios e hicieron de este su medio de vida revendiendo sus productos, tanto en el Gran Buenos Aires como en el Interior del país. Esta modalidad de comercio preocupa a los gobiernos municipal y provincial por la enorme evasión de impuestos que representa. La Camara de Comercio Argentino, considera que  La Salada comete  abuso al no pagar impuestos, ni alquileres.

La ONG argentina antiesclavista La Alameda, junto con la Confederación General de los Trabajadores de ese país, presentaron una denuncia penal a la Administración Fiscal de Ingresos Públicos para que investigue talleres textiles que producen mayormente para la feria La Salada por evasión fiscal y trabajo esclavo..
Realizaron un video denominado “La Salada esclavitud” -anexado a la denuncia-, la ONG asegura que la feria de Lomas de Zamora factura 150 millones de pesos por día y se sustenta en 30 mil talleres clandestinos en los que se violan distintas normas de higiene, y donde policías e inspectores reciben coimas para permitir este sistema de explotación”.

“La prenda te la pagan 40 centavos”, dice una costurera frente a cámara mientras cuenta que los turnos se extienden por más de 11 horas. En las imágenes se observan trabajadores que entran y salen del taller por la ventana y mujeres embarazadas trabajando, entre distintos testimonios que forman parte de la denuncia.
Si bien en el texto detallan la dirección de los tres talleres registrados mediante cámara ubicados en Capital Federal, la ONG estima que la misma situación se repite en al menos otros 40 talleres textiles que centralizan su producción en La Salada.

“Mientras el Estado le quita poder adquisitivo al salario de los trabajadores haciéndolos tributar “ganancias”, omite realizar controles sobre este tipo de talleres regenteados por explotadores inescrupulosos disfrazados de empresarios que tampoco tributan por la actividad que ejercen”, sostuvo la CGT en un comunicado en el que convocan a los trabajadores a realizar un escrache en la AFIP el lunes al mediodía. 
La feria sigue hoy día creciendo. Las estadísticas arrojan números contradictorios, pero lo cierto es que su tamaño es enorme. Un estudio de la Unión Europea  se encargó de investigarla, llamándola en su informe "un emblema mundial del comercio y la producción de mercadería falsificada".

Los gestores de la Salada siempre se han defendido, que lo único que hacen “ es vender ropa autóctona de gran calidad a precio justo”. Raúl Fernández Wagner profesor de Urbanismo de la Universidad Nacional de Buenos Aires ofrece una visión al respecto: “El mayor conflicto (en Buenos Aires) es el acceso al suelo por parte de la población. De cada 10 nuevos habitantes de Buenos Aires, seis no buscan la compra de suelo, sino que entran en el mercado informal. Es muy difícil tener propiedad privada porque es muy cara. En 10 años Buenos Aires duplico el PIB. Eso ha desatado también un fuerte proceso especulativo con el suelo”....y como no, en sus mercados de consumo.



.