viernes, 7 de noviembre de 2014

SOBRE EL CONCEPTO “PROFUNDO DE CIUDAD”

El gran mal del urbanismo durante gran parte del siglo XX y de lo que llevamos de este siglo, que forma parte de nuestras angustias mas cotidianas  y nos afecta a todos individual y colectivamente, es la perdida del concepto “profundo de ciudad”, una de las muchas circunstancias por las que vengo reclamando desde hace tiempo la necesidad de refundar gran parte del urbanismo actual. Cuando se descuida este concepto, la ciudad no desaparece, la ciudad sigue existiendo, pero se manifiesta de otra manera, llena de adiciones, obsesiones, violencia y perdida de sentido. En el mejor de los casos los urbanistas sin darse cuenta y en otros casos aprovechándose de la situación, caen en la tentación  de aislar solo estos síntomas  o tratan de erradicarlos uno a uno, escondiéndolos, obviándolos o aplicando tratamientos traumáticos de cirugía muy agresiva bien valoradas por los grandes sistemas financieros e inmobiliarios, pero la raíz del problema es que hemos perdido nuestra sabiduría  sobre la ciudad, e incluso nuestro interés en ella.


Hoy día tenemos pocos especialistas  sobre la ciudad que nos puedan aconsejar cuando la ciudad sucumbe ante los cambios, los conflictos, las crisis, la obsolescencia de alguna de sus partes o se produce dolor emocional en sus habitantes, o cuando  se ve enfrentada  a una multitud de amenazadores males. Pero en nuestra historia urbana y territorial (por mucho que les pese a algunos una parte muy importante del territorio siempre ha estado intervenido por procesos de humanización)  hay notables ejemplos  de comprensión  intuitiva, dotados de mas o menos reflexión objetiva, de estos temas por parte de urbanistas (de diverso signo profesional) que escribieron explícitamente sobre la naturaleza  y las necesidades del mundo urbano. De modo que podemos recurrir al pasado  en busca de guías, propuestas o actos urbanos, que nos permitan recuperar esta sabiduría del pasado, la historia urbana, de manera que a través de ellos accedamos a nutrirnos de conocimientos y practicas, teniendo en cuenta la forma en que hoy vivimos y las nuevas posibilidades que disponemos, para demostrar que recuperando el concepto de “cuidar la ciudad” detectando su “profundidad”, podamos encontrar alivio a nuestros males  y descubrir una satisfacción y un placer profundos que en gran parte hoy hemos perdido.