Uno de los
principales problemas del tiempo que nos ha tocado vivir, como individuos y
como colectivo, es, sin duda, la limitación de los recursos naturales y el uso
y abuso que de los mismos hacemos.
En ese mismo lado de
la balanza se encuentra también la enorme cantidad de desechos y residuos que genera
nuestra forma de vida. Sostenibilidad, desarrollo sostenible, huella de
carbono, desperdicio alimentario, gases de efectos invernadero…son palabras que
oímos a diario en los discursos de corporaciones y políticos y que, en mayor o
menor medida, con más o menos conocimiento de su significado y trascendencia,
manejamos los ciudadanos. Y no son palabras de paso. Han venido para quedarse
porque en ellas, en las ideas que encierran, se encuentra la clave de nuestro
futuro y, más importante aún, en lo que hagamos con ellas, está el futuro de
las próximas generaciones.
Pero ¿qué es eso que
llamamos desarrollo sostenible? La primera definición aparece en el año 1987 en
el “Informe Brundtland” (Primera Ministra Noruega) “Desarrollo sostenible es
aquel que permite satisfacer nuestras necesidades sin comprometer las posibilidades
de las futuras generaciones para satisfacer las suyas” Podemos pues, simplificando, considerar como
sostenibles a aquellas actividades que consumen recursos capaces de regenerarse
a un ritmo mayor o igual al de su uso.
El desarrollo
sostenible se asienta sobre tres pilares: sociedad, economía y medio ambiente y
tiene unos indicadores de desempeño que afectan a la conservación de los
ecosistemas, el desarrollo económico, los derechos humanos, la igualdad y la
democracia.
En la “Cumbre de la
Tierra” celebrada en Río de Janeiro en 1992 se reunieron más de 170 países y
aproximadamente 20.000 representantes de ONGs para estudiar y discutir los
problemas que genera nuestro modelo de desarrollo. En esta “Cumbre” se diseñó
un programa de actuaciones (Programa 21) para el siglo XXI que incluía
recomendaciones sobre la gestión de recursos hídricos, el medio ambiente, la
sanidad, la agricultura, los residuos… y se sentaron las bases que permitieron
la firma, en1997, del
“Protocolo de Kyoto” para luchar contra la
proliferación de los gases de efecto invernadero.
En sus conclusiones,
se establece que serán el ser humano y la protección del medio ambiente los
pilares que sustenten la idea y las actuaciones del desarrollo sostenible. Cumbres posteriores
(Johannesburgo 2002 y Rio+20 2012) han intentado avanzar por este senda con
resultados, las más de las veces, decepcionantes. Consumo y desarrollo
sostenible El modelo de consumo que mantenemos en los países desarrollados es
de todo punto insostenible.
En el año 2014 hemos
adelantado otro día (hasta el 19 de agosto) nuestro déficit ecológico. A partir
de ese día, estamos “gastando” más de lo que “ingresamos” o, dicho de otro
modo, estamos consumiendo más recursos naturales de los que el planeta está en
condiciones de producir. Pero además estamos generando más desechos de los que
el planeta puede “digerir”.
Para hacernos una
idea de la trascendencia, gravedad y rapidez del problema, 1986 fue el último
año en el mantuvimos este equilibrio y, en el año 2000, entrábamos en déficit
el 1 de octubre. Las diferencias entre “Norte” y “Sur” entre “ricos” y “pobres”
son también escandalosas. El 12% de la población mundial reside en Europa y
Norteamérica pero su huella ecológica asciende al 38%. En España, nuestro
déficit ecológico es de 3´2-3´5. Es decir, gastamos recursos y producimos
desechos tres veces y media más de lo que podemos asumir.
Afortunadamente, de
manera gradual, los ciudadanos vamos siendo conscientes de la
necesidad de
introducir cambios en nuestros patrones de comportamiento. Debemos aspirar a
mejorar nuestra forma de vida, disfrutar de la prosperidad, profundizar en la democracia,
construir una sociedad más justa y equitativa, pero debemos hacerlo de forma
que sea compatible con el equilibrio de nuestro ecosistema. Sin no es así,
estaremos construyendo en el vacío. Es evidente que las crisis no son buenas.
La gente lo pasa mal y no hay en eso nada positivo.
Pero las crisis
pueden convertirse en una oportunidad si somos capaces de cambiar nuestra forma
de hacer las cosas, apostando por un tipo de desarrollo que haga compatible el
bienestar de las personas y la protección del medio ambiente. Que de respuesta
a nuestras necesidades sin comprometer las de las generaciones futuras. La gestión de los
residuos. Estrategia “Residuos Cero” Cada año, en la UE (sin contar los
residuos agrícolas ni los descartes de pescado tirados al mar) se tiran a la
basura 89 millones de toneladas de comida. Estos residuos alimentarios generan
170 millones de toneladas de CO2 (3% del total de los gases de efecto
invernadero)…14 de ellas en nuestro
país. Toneladas de desechos de materiales de todo tipo son cada día enviados a
vertederos o incineradoras con altísimos costes económicos y medioambientales,
sin obtener a cambio ninguna rentabilidad social o ecológica.
La estrategia
“Residuos Cero” pretende la
reintroducción en el ciclo productivo de los
desechos
(compostaje, reciclado, reutilización) y ofrece a las comunidades que la
adoptan rentabilidad social (cohesión, participación), económica (empleo y
emprendimiento) y medioambiental.
“Residuos
Cero” es una filosofía y un modelo económico para
el siglo XXI basado en la protección del medio ambiente, la creación de puestos
de trabajo de calidad y el fortalecimiento de
las economías locales y regionales. Existen en todo el
mundo naciones, comunidades y municipios que han decidido apostar por esta
estrategia. Su experiencia nos enseña que han disminuido de manera drástica los
residuos generados y han mejorado la autoestima y calidad de vida de sus
ciudadanos.
Es evidente que sólo
con buena voluntad no es posible llevar adelante esta iniciativa. Pero también
lo es que incentivar la participación ciudadana, desarrollar programas
educativos, dar el necesario apoyo legislativo, dotarla de los recursos
económicos necesarios y demostrar voluntad y determinación, hace posible el
objetivo.
Un caso práctico
puede servirnos de guía. El ayuntamiento de Capannori (45.800
habitantes) fue el primer municipio italiano en adherirse en el año 2007 a la Estrategia
Cero Residuos, una manera de gestionar los materiales y los residuos que
han adoptado diferentes territorios internacionalmente. Su objetivo es reducir
la producción de residuos y su toxicidad a niveles de emisión (casi) cero. Capannori
propuso un Plan de Acción que debe culminar en el año 2020 basado en la
prevención, el compostaje, el reciclaje y la reutilización.
El porcentaje de
reciclaje en el año 2004, año de la implantación del programa, era del 37%. En
una primera fase, tras realizar estudios que analizaban en detalle el punto de
partida, se comienzan las actuaciones sobre un grupo reducido de ciudadanos
(600) con un sistema de recogida y reciclaje de residuos a domicilio. Tras el
éxito obtenido se amplía a 10.000 el número de ciudadanos implicados en el
programa.
A finales del año
2006 el porcentaje de reciclado llega al 82% por lo que se decide la extensión
del programa a todo el ámbito municipal. Durante todo el proceso, las
autoridades buscaron la participación de los ciudadanos, estando abiertos a sus
críticas y comentarios y estimulando iniciativas de emprendimiento relacionadas
con el proyecto. Escuelas, talleres, explotaciones agrarias, fábricas se
implicaron asimismo en
la consecución de
los objetivos propuestos.
Actualmente, el
Ayuntamiento financia el proyecto con el dinero ahorrado a través de la
reutilización de
materiales creados a partir de residuos reciclados y, especialmente, a través del
dinero ahorrado por la no eliminación de residuos en vertedero.
Entre 2006 y 2010,
el reciclaje de residuos se multiplicó por dos y los residuos no separados se redujeron
más de la mitad (-64% entre 2005 y 2009). La producción anual total de residuos
urbanos se redujo un 21% entre 2005 y 2009 (se pasó de 30.887 toneladas en 2005
a 24.288 toneladas en 2009). La
cantidad total de residuos producidos por persona se ha reducido de 672 kg en 2006
a 532 kg en 2009, mientras que el porcentaje de residuos no separados por
habitante se ha reducido drásticamente de 340 kg en 2006 a 152 kg en 2009 (RSA
y ARPAT).
Desde el inicio de
la política, el Ayuntamiento ha dado empleo a 50 nuevos trabajadores para la
recogida de residuos. En 2009, se ahorraron más de 2.000.000 de euros de fondos
públicos, derivados de no eliminar la basura no separada y de algunos ingresos
de la venta de materiales reciclados como papel. Fue posible una pequeña
reducción en la tasa municipal de residuos: -20% sobre la cantidad fija para
todos los habitantes y un 10% adicional para los habitantes (unas 2.000
familias) que se adhirieron al proyecto “Elaboración doméstica de abono
vegetal”, que recibieron una recompensa por su compromiso. El Ayuntamiento
estima que, entre 2004 y 2009, la política ahorró 13.000 toneladas de dióxido de
carbono sin utilizar recursos nuevos.
En conclusión, la
práctica tiene éxito porque es sostenible desde muchos puntos de vista diferentes: es
factible en términos económicos, porque se autofinancia; en términos sociales, porque
crea empleo; y, obviamente, es un modo de reducir los impactos medioambientales
y crear un modo de vida sostenible. (Fuente UCLG).
¿Cómo se llega a
“Residuos Cero”?
La alta tecnología
cumple un papel sólo cuando se aplica de modo racional y en fracciones de residuos
cuidadosamente seleccionados. “Residuos Cero” no es una tecnología; es una
estrategia en la que debemos definir actuaciones concretas. Por ejemplo, y
entre otras:
I. Designar
plazos temporales razonables para el cumplimiento de objetivos
(habitualmente 5,
10, 15 y 20 años)
II. Implicar a
toda la Comunidad en el diseño y elaboración de las actuaciones
III. Establecer
incentivos a la separación en origen, el reciclaje, el compostaje e imponer recargos
sobre malas prácticas (políticas y normas).
IV.Realizar Auditorias de Control sobre ResiduosV. Elaborar
planes de gestión de residuos (recursos) en el que los ejes sean la prevención,
la reutilización, la reparación, el reciclaje y el compostaje de desechos
VI. Promover el
compostaje doméstico y comunitario
VII. Comunicar,
educar, escuchar y facilitar la resolución de problemas.
Rentabilidad de
la estrategia “Residuos Cero” Rentabilidad
medio ambiental
· Reduce el
tremendo impacto ambiental de la eliminación de residuos. Las
emisiones de los
gases de efecto invernadero son uno de los mayores riesgos para
el equilibrio
ecológico del planeta
· Devuelve
nutrientes a los suelos
· Permite cerrar
el ciclo de los materiales
· Mejora la
biodiversidad
Rentabilidad social
· Promueve la
participación cívica y la implicación de los ciudadanos, impidiendo en
buena medida el
deterioro de la democracia.
· Establece
fuertes lazos de cohesión en las Comunidades, unidas y comprometidas en
una estrategia de
desarrollo sostenible, respeto a la Naturaleza y creación de empleo
Rentabilidad económica
· Proporciona
empleos, empleos verdes, empleos de calidad, comprometidos con la
Comunidad que los
genera
· Fomenta la
innovación en el diseño de nuevos productos
· Potencia la
creación de nuevas empresas en el mercado de la reutilización y el reciclaje
de los productos
finales disponibles
· Identifica a la
Comunidad con la sostenibilidad, mejorando y poniendo en valor su
imagen exterior
· Cada medida de
reciclaje que la comunidad toma, se traduce en más empleo y más
riqueza para la
economía local.
“Residuos
Cero” combina prácticas éticas con una sólida perspectiva económica
Crea empleo,
favorece la cultura del emprendimiento en la separación, reciclaje y
reutilización,
aumenta la eficiencia, protege el ecosistema y reduce los gastos ocasionados por
la eliminación de residuos
Vicente Cervera
Lucini
Bibliografía
“Agenda Ciudadana
hacia basura cero” (Paul Connett y Bill Sheehan)
El primer caso de
la aplicación de la “Estrategia Cero Residuos” en Italia (UCLG)
Basura Cero en el
área de la Bahía de San Francisco (GAIA)
Residuo Cero
(Greenpeace España)
Recursos en
llamas (Brenda Platt Institute for Local Self-Reliance)
La Estrategia de
Residuo Cero en Europa (Zero Waste Europe)