Escribo esto antes del partido de la Champions. Paginas
enteras se dedican a este acontecimiento y miles de conversaciones transmiten
la ilusión de lo que les gustaría que ocurriera. Todo en la ciudad impulsa para que el equipo que representa los
anhelos de los ciudadanos aficionado o no,
construyan el sueño que la
realidad les está negando.
La verdad es que el concepto que tiene Málaga de si misma ya
no es tan claro como antes . Seguimos teniendo un cierto poder económico pero
diluyéndose con una rapidez brutal , y no hay nada que se pueda hacer contra
esto. Ya no somos esa economía boyante
, ni nuestra renta por habitante sigue creciendo, mas bien al contrario, estamos perdiendo capacidad de crecimiento día
a día, y lo que es peor de todo, se ha
instalado en nuestros genes que no
somos capaces de resolver ningún problema. ¿Que nos queda de aquella sociedad
malagueña llena de oportunidades , de igualdad y de justicia?. ¿Que nos queda
del sueño de Málaga de llegar cada vez más lejos?. La gente emigraba a
Málaga buscando sus sueños y cooperando
con esta sociedad abierta a hacerla mas
grande y justa. Lo cierto que hoy es desvastador el concepto que tenemos los
malagueñas de nosotros mismos.
Hace tiempo vivíamos en una ciudad en donde cada uno tenía
un sueño diferente, pero estábamos seguros
que las cosas siempre serían
mejores al día siguiente que en el anterior, que mejoraríamos cada año .
Hoy esto se ha desvanecido, los sueldos de los asalariados adultos son
inferiores a ls de principios de los ochenta , nuestros hijos ganan menos, si
es que ganan, que sus padres.
Es cierto que esto está ocurriendo es muchos sitios . Pero
éramos una sociedad dinámica, con señas de identidad propias, con oportunidades
de igualdad y fe en el futuro. En
algún momento todo esto se quebró , y
las personas empezaron a luchar solo por si mismas, se rompieron los sindicatos y el mundo empresarial perdió su motivación.
Todo esto no pasó de la noche a la mañana , pero el proceso dura hasta hoy,
desde hace mas de diez años.
Nuestra sociedad, nuestra protesta, nuestra indignación,
nuestro abatimiento tiene un problema, ha dejado de creer en la organización.
Hoy los elementos estructurantes de la sociedad se detectan como parte del
problema y no nos gusta imitarlos . Pero lo cierto es que no podemos cambiar la sociedad si no somos capaces de innovar y organizarnos, de cooperar. Los
cambios ya no vendrán sin la gente , pero tampoco solo con la gente, porque el
sistema se ha distanciado de las personas y lo ha hecho poco atractivo. Hemos
tocado y olfateado tantos errores y equívocos que poner el esfuerzo en la
esperanza para cambiar la situación ya
no es posible, pues estamos llenos de pesimismo. Las alternativas que hoy
recorren la ciudad no reflejan los
valores y las preocupaciones de la
mayoría.
Pero tenemos que seguir viviendo y soñando, y la unidad de
un equipo y de un pueblo, aunque solo sea un momento, y al margen de lo que
ocurra y de la trastienda podrida que encierra, nos dejara un rato de nostalgia
solo para nosotros mismos, aunque se empeñara también en apropiarse de él, la
codicia no tiene limites.
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