lunes, 10 de junio de 2013

DE LA PLAZA TAKSIM A LOS BAÑOS DEL CARMEN.:EL PATRIMONIO PÚBLICO DE LAS CIUDADES ES DE SUS HABITANTES

Las ciudades tienen sus símbolos, sus espacios, plazas, parques, edificios y lugares propios que son de todos. Hasta ahora en el mejor de los casos los ciudadanos adoraban estos símbolos o consideraban su belleza o su identificación como hecho conformador de la ciudad, pero en ningún caso los hacían suyo, así como igualmente entendían que las ciudades no les correspondían. Pero los tiempos están cambiando en muchas cosas, los símbolos, el patrimonio público no es propiedad del poder, por muy electo que sea, es de los ciudadanos y a ellos les corresponde. Están los poderes muy acostumbrados hacer y deshacer lo que quiere con el patrimonio público. Ello les permite generar cualquier “pelotazo” urbanístico y económico. Los impertinentes burócratas y los autoritarios gobernadores  siempre hacen caso omiso del vecindario.

Pero en los últimos tiempos esto empieza a cambiar, así la plaza del Sol en Madrid, o la plaza de Tahrir en el Cairo o la plaza Taksim en Estambul o la plaza de Tiananmen (plaza de la Puerta de la Paz Celestial) en Pekín, se van convirtiendo no solo en un símbolo, sino también en la expresión de la participación del hecho urbano, no son un mero diseño urbanístico sino el reconocimiento social de un nuevo orden en la ciudad.

Debajo de cada piedra de estas plazas y otras muchas hay historias, razón de ser y el ser mismo de sus habitantes, evocaciones de recuerdos, que hacen suyas, de sus habitantes a estos espacios urbanos.

El plan de reformas, de la alcaldía del distrito de Beyoglu en Estambul, de la plaza Taksim, de construir un centro cultural y y comercial con la apariencia  del antiguo cuartel de artillería  de Topcu, en el solar que ocupa el parque de Gezi no ha hecho otra cosa que romper el muro de silencio y el miedo a hablar en Turquía.

Están los poderes tan acostumbrados a hacer lo que desean con el patrimonio público, investidos de una supuesta legalidad, como si fuera de ellos, que no entienden que los habitantes se lacen a la calle a defender lo que es suyo, y no de los gobernantes y burócratas. Todos los procesos de corrupción están asentados en la manipulación y privatización del patrimonio de los ciudadanos. Dejemos el patrimonio público tranquilo, su eliminación significa  una actitud insensible y autoritaria respecto de aquello que es compartido por todos.